23 jun. 2017 12:10H
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El líquido uterino podría desempeñar un papel más allá del conocido. Hasta el momento, se sabía que era el encargado de crear el ambiente propicio para la migración de los espermatozoides y el apoyo del embrión mientras se implanta en la pared del útero. Una reciente investigación señala que este fluido puede realizar otro papel clave en el desarrollo embrionario: comunicar las condiciones externas de la madre al feto, para que éste pueda prepararse en consecuencia. Una revisión de este estudio se ha publicado en Trends in Molecular Medicine.
Estudios en ganado, roedores y humanos han demostrado que la información del ambiente de la madre (por ejemplo, disponibilidad de alimentos, estrés y exposición a contaminantes) puede dejar marcas epigenéticas en el ADN de su feto, pudiendo influir en la progresión y en la salud a largo plazo del embrión en desarrollo. Los científicos han planteado la hipótesis de que el flujo sanguíneo a través de la placenta podría constituir una forma en la que el cuerpo comunica la condición de la madre al feto, pero hay evidencia de que el feto puede reaccionar a cambios como los derivados de la dieta de la madre mucho antes del establecimiento de la placenta.
"Esto sugiere la participación del fluido uterino como medio de comunicación para transferir información entre el ambiente materno y el embrión flotante", dice el autor principal En-Kui Duan, biólogo reproductor del Instituto de Zoología de la Academia China de Ciencias. "El periodo de preimplantación es un momento crítico para programar la salud de la prole y, por lo tanto, se espera que las madres mantengan una buena dieta y buen estado de ánimo y permanezcan alejadas de sustancias químicas nocivas durante esta ventana crítica", añade.
Las vesículas extracelulares como canal
Aunque hay mucho que aprender sobre cómo se produce la comunicación madre-feto, la teoría es que la información en las vesículas extracelulares (paquetes moleculares que se mueven de célula a célula) dentro del líquido uterino y el tejido entregan su carga, incluyendo microARNs y aminoácidos, al feto.
Estas moléculas pueden estar etiquetando ADN de células fetales de maneras que alteran qué genes se están expresando y, por lo tanto, pueden contribuir a "programar" cómo se desarrollan el embrión y/o la placenta. En consecuencia, los investigadores están interesados en saber qué exposiciones y/o comportamientos maternos específicos pueden cambiar la composición de las moléculas transportadas a través del fluido uterino al feto.
Por ejemplo, estudios con ratones han demostrado que una dieta materna baja en proteínas puede reducir el nivel de ciertos aminoácidos en el fluido uterino y afectar a la expresión génica de los genes relacionados con el transporte de la nutrición. Aunque estos cambios podrían prevenir la desnutrición en el embrión en desarrollo, una vez crecido, los descendientes de ratón están más predispuestos a la enfermedad cardiaca en comparación con los animales en una dieta regular.
Hongmei Wang, coautor principal de este artículo, especula que el líquido uterino podría algún día emplearse para analizar o incluso manipular qué señales está recibiendo un feto.
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