Los médicos exigen un Estatuto propio que reconozca sus singularidades.
El paso de las jornadas alimenta la indignación de una parte del colectivo de médicos hacia el
Estatuto Marco y, con ello, los
augurios de huelga. Si bien no se descarta ningún escenario en el horizonte, por lo pronto las asociaciones de facultativos han apostado por otro tipo de actuaciones, entre ellas la gran
manifestación que tendrá lugar en Madrid el próximo sábado 22 de marzo y que culminará a las puertas del Ministerio de Sanidad. Diferentes fuentes sindicales consultadas por
Redacción Médica deslizan, en este sentido, que el anuncio de paros solo se produciría en una situación de máxima necesidad dados los efectos que este podría tener tanto en la percepción de la ciudadanía como a a nivel personal.
Porque la huelga no saldría barata, ni mucho menos, para los profesionales que la secunden. Según los cálculos de
Vicente Matas, facultativo jubilado y coordinador del Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada (Simeg), el impacto económico
podría rondar los 250 euros, poniendo como ejemplo el caso de un empleado que perciba 60.000 al año (con 247 días laborales). El cálculo es “complejo”, reconoce, pero “a buen seguro” la pérdida sería superior a lo que genera un médico por una jornada de trabajo.
Servicios mínimos en una huelga médica
Asunto aparte es el relativo a los servicios mínimos, que según las previsiones de la
Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM), serían especialmente elevados. En concreto, se especula con
índices de en torno al 80 o el 90 por ciento. “Se lastra
nuestro derecho a huelga”, lamentan voces del sindicato.
Lógicamente, el cese de la actividad ordinaria de los facultativos podría desencadenar problemas en la
planificación de hospitales y consultas, que se verían obligadas a
cancelar actuaciones no urgentes y, por lo tanto, a engrosar las listas de espera. Al margen de la presión que ello pueda suponer para las administraciones, este tipo de medidas podría arrastrar consigo un mayor
malestar de la ciudadanía y su posible desvinculación respecto a las reivindicaciones de los médicos.
En este sentido, desde la central de facultativos inciden en la necesidad de hacer
“pedagogía” sobre la dimensión del problema. “Mucha gente no es consciente de la situación en que trabajamos, y es previsible que haya quienes se pongan en nuestra contra si les acaba afectando de forma personal al ver cancelada una consulta o una cirugía”, apuntan.
Manifestación médica por un Estatuto propio
Las expectativas de CESM siguen puestas en el 22 de marzo, cuando está prevista una manifestación (
convocada conjuntamente con SMA, el Sindicato Médico Andaluz) que recorrerá el centro neurálgico de Madrid: desde el Congreso de los Diputados hasta el Ministerio de Sanidad.
Los médicos reiterarán su deseo de un
Estatuto propio que reconozca las singularidades laborales de su profesión y ponga límites tanto a la carga de trabajo de estos trabajadores como al tiempo que se ven forzados a mantenerse en su puesto debido, en esencia, a las guardias. En esta línea, exigen
“compensaciones proporcionadas” por esta labor “y retribuciones acordes a la responsabilidad y la alta cualificación necesaria” para ello, lo que pasaría, en parte, por el establecimiento de una
nueva categoría profesional A plus.
Por el momento, el Ministerio de Sanidad marca las distancias respecto a los sindicatos médicos. Desde el departamento que dirige
Mónica García insisten en las bondades de su propuesta de Estatuto Marco, que ya ampara una reducción del tiempo de guardias y otras medidas particulares para el colectivo de facultativos, e insisten en que la Ley mejorará las condiciones de todos los grupos sanitarios.
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