Estas infecciones son poco frecuentes, según la Sociedad Internacional de Enfermedades Infeccionsas.
21 feb. 2018 18:50H
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Primera víctima mortal por una "ameba come cerebros". Según ha informado la Sociedad Internacional de Enfermedades Infeccionsas (ISID), un niño de 8 años ha fallecido en Argentina a causa de una meningoencefalitis amebiana primaria (MAP). Se trata de una enfermedad provocada por el parásito Naegleria fowleri, comúnmnete conocido como "ameba come cerebros", y constituye el primer caso conocido en este país.
El suceso ocurrió en la localidad General Arenales, según ha adelantado el diario El Clarín, cerca de Junín y a 320 kilómetros de Buenos Aires, después de que el pequeño se infectara en la laguna contaminada Mar Chiquita. La ameba entró en su cuerpo por la nariz y se dirigió al cerebro, siendo esa la única manera de contraer la enfermedad, ya que no se puede transmitir de persona a persona ni al beber el agua contaminada.
Los síntomas del niño fueron confundidos en un primer momento con una meningitis: fiebre, cefalea y vómitos, y que posteriormente manifestó también fotofobia, sonofobia, fallos en la respiración y los sentidos, hemiparesia braquiocrural derecha (parálisis del brazo y la pierna derecha) y convulsiones. El menor falleció siete días después del inicio de los síntomas.
Infecciones poco frecuentes
Según informa la institución médica, estas infecciones son poco frecuentes. Entre 2007 y 2016 se dieron 40 casos en Estados Unidos, mientras que en Argentina es el primer caso registrado. “Esto no indica que no pudo haber otros en el litoral”, ha explicado Sixto Raúl Costamagna, expresidente de la Asociación Parasitológica Argentina, quien asegura que “nadie buscó estos parásitos en Argentina”, por lo que no se sabe si puede haber más en otros lugares como el Río de la Plata.
Según Costamagna, este problema puede ser consecuencia del cambio climático, ya que “pequeñas variaciones de temperatura producen modificaciones en los ciclos de los parásitos”. La "ameba come cerebros" se puede encontrar en todo el mundo pero solo en agua dulce templada, y se le llama así porque, según explica Costamagna, “literalmente se come el cerebro. Se mete en el parénquima y se alimenta del tejido cerebral, va comiendo y haciendo un agujero”.
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