Javier Cobo, responsable de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Ramón y Cajal.
La aparición reciente de
antibióticos orales o que no necesitan
acceso venoso permanente o duradero para el manejo de
infecciones por
bacterias gram positivas resistentes ha permitido reducir la
estancia hospitalaria de pacientes que antes podía estar ingresados durante seis semanas "sin perder su eficacia".
Javier Cobo, jefe de Sección del Servicio de
Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario
Ramón y Cajal, destaca que estas nuevas alternativas "suponen una seguridad para el paciente y también un
aspecto psicológico en una situación en la que ya está estable, y es que no está preso en el hospital".
Las infecciones más delicadas, ya que requieren
hospitalización prolongada, son las osteoarticulares, de prótesis, de dispositivos intracardiacos, endocarditis, etc. "Son
infecciones en el ámbito cardiovascular y osteoarticular, mayoritariamente producidas por bacterias gram positivas, donde hay unas altas tasas de resistencia y donde nosotros necesitamos tratamientos largos".
Mayor comodidad de administración
Cobo: "Dalbavancina cambia por completo el paradigma del tratamiento antibiótico"
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En muchas ocasiones, los pacientes se encuentran en una
fase estable después de la intervención quirúrgica, "y como parte del tratamiento necesitamos un antibiótico –generalmente intravenoso– por el que permanecen más tiempo ingresados".
La aparición en los últimos años de nuevos antibióticos que han permitido administraciones más cómodas y solventan "en gran manera" el problema de las resistencias ha logrado
'sacar' al paciente del hospital mucho antes de lo esperado hasta ahora.
Cobo se refiere a
tedizolid, por vía oral, y
dalbavancina, por vía intravenosa. "Este último en más novedoso, ya que cambia por completo el paradigma del tratamiento antibiótico al posibilitar administrar una sola dosis a la semana".
Muy pocas indicaciones aprobadas
Todavía no hay cifras de cuánto permiten reducir la estancia hospitalaria. Sin embargo, "es obvio que,
si puedes sacar al paciente del hospital, hay ahorros de costes muy importantes". Con todo, recalca: "Los costes son importantes pero lo son más los aspectos psicológicos y de seguridad del paciente".
No todo son facilidades, ya que la relativa novedad de estos fármacos hace que los médicos tengan que estar luchando todavía con la lentitud de los aspectos regulatorios y legales. "Estos antibióticos se comercializan con muy pocas indicaciones aprobadas por las agencias reguladoras. Por ejemplo,
solo para infección de piel y partes blandas, o neumonía, y lo necesitamos para una endocarditis o una infección osteoarticular".
Así, a pesar de no tener, "estrictamente", datos de ensayos clínicos para apoyar su uso clínico, "
tenemos claro que va a funcionar por datos indirectos: conocemos la farmacología, son desarrollos de otros antibióticos previos que funcionan, etc."
Sin embargo, Cobo explica que "nos sentimos un poco inseguros y, de hecho, tenemos que pedir autorización del paciente para utilizarlo fuera de la indicación aprobada". También se ha ido incorporando información sobre su uso y "hemos proporcionado varias series a la literatura reciente".
Resistencias bacterianas
El responsable de Infecciosas del Ramón y Cajal considera que en el ámbito de las infecciones por gram positivas la cuestión de las resistencias bacterianas no es tan grave como en el de las gram negativas. "Disponemos de
dos o tres antibióticos recientemente comercializados que nos dan bastantes alternativas".
"A la industria farmacéutica le está costando más incorporar medicamentos eficaces para las resistencias en gram negativas"
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"Queda tan solo
un microorganismo muy difícil, que es el enterococo resistente a vancomicina, con muy pocas alternativas. Pero es cierto que este microorganismo en España, afortunadamente, no es muy prevalente".
En el caso de las bacterias gram negativas "tenemos problemas más serios, aún con vacíos. A la industria farmacéutica le está costando más incorporar medicamentos eficaces y solventar todos los problemas de resistencia".
Desde hace cuatro o cinco años "somos un poco más optimistas en este sentido, pero eso no nos debe hacer bajar la guardia.
Sabemos que las bacterias son capaces de inventar resistencias nuevas", advierte.
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