Los
hábitos de vida saludables y las intervenciones preventivas son una especie de utopía en la sanidad que garantiza unos grandes
resultados en salud en salud a un coste ínfimo. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro, y así lo acaba de demostrar un artículo publicado en
Annals of Internal Medicine.
Se trata de una macro-revisión de otras nueve revisiones anteriores más cuatro ensayos clínicos aleatorizados nuevos, lo que incluye un total de
277 estudios en los que participaron casi un millón de pacientes. Se evaluaron 24 intervenciones nutricionales divididas, básicamente, en el consumo de
suplementos dietéticos y el fomento de dietas con ciertas características (dieta mediterránea, baja en grasas, etc.). A partir de estos datos, se generaron 105 meta-análisis.
Los autores del estudio, liderado por
Safi U. Khan, de la Universidad de West Virginia, alertan de la “calidad subóptima” de la evidencia disponible sobre la eficacia y seguridad de estas intervenciones y concluye que
solo unas pocas han mostrado beneficios.
Bajar el consumo de sal
Así, hay evidencia de “moderada certeza” de que la reducción del consumo de sal en personas con presión arterial normal
reduce el riesgo de muerte por cualquier causa. En pacientes hipertensos, esta modificación dietética disminuye el riesgo de mortalidad cardiovascular.
Además, el consumo de
ácidos grasos poliinsaturados omega 3 de cadena larga se asoció a una reducción del infarto de miocardio y la enfermedad coronaria, y el consumo de
ácido fólico se relacionó con un riesgo bajo de ictus. Ambas intervenciones, no obstante, mostraron un nivel de evidencia bajo.
Sacar los suplementos de las guías
Hubo suplementos que directamente se asociaron con resultados perjudiciales, como los de calcio y vitamina D, que mostraron un riesgo aumentado de sufrir ictus. En cambio, suplementos nutricionales como la vitamina B
6, la vitamina A o los antioxidantes, e intervenciones dietéticas como la reducción del consumo de grasas
no tuvieron efectos significativos en los resultados cardiovasculares del casi un millón de pacientes analizados.
El artículo de Khan y colaboradores viene acompañado de un
editorial que indica que, a pesar del gran interés público de estas intervenciones, carecen de datos adecuados que las respalden.
Este editorial concluye que, por ahora, “sería razonable suspender cualquier suplemento o modificación de la dieta en todas las pautas y recomendaciones”.
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