Laura Muñoz, de la Consejería de Sanidad de Asturias, durante su intervención,
Una vez conseguido que la mayoría de los españoles figure
estratificado, en función de su grado de
enfermedad crónica, en los registros informáticos a gran escala (como el Conjunto Mínimo de Bases de Datos –CMBD– o su incipiente adaptación a la Atención Primaria –véase información anterior–), llega el momento de convertir los números en estrategias útiles para los pacientes.
En este sentido,
Luz Fidalgo, del Ministerio de Sanidad;
Laura Muñoz, de la Consejería de Sanidad de Asturias, entre otros
ponentes del Congreso organizado por
la SEMI y la Semfyc, han dado a conocer algunos
avances del “salto de los datos” a la
práctica clínica.
Así, ha trascendido en este Congreso que el
Principado de Asturias, por ejemplo,
ha incorporado a sus
registros biométricos una nueva herramienta, el
CIP autonómico, que equivale a la
tarjeta sanitaria, está pensado para generalizar el control de la
historia clínica del paciente e incluye un resumen de ésta al que tiene acceso cualquier especialista sanitario sin necesidad de rehacer el historial del enfermo cuando lo explora.
“Nos propusimos desarrollar los sistemas de
información asistencial para tener una
historia clínica por paciente”, ha revelado. “Además, se buscaba un resumen del historial para cada enfermo, lo que suponía generalizar la
historia clínica electrónica en todos los
centros de salud, hospitales y demás
instituciones asistenciales”, ha explicado
Laura Muñoz, de la
Consejería de Sanidad de Asturias.
A la hora de llevarlo a la práctica, las
carencias informáticas se detectaron en los hospitales más que en Primaria. “Una serie de concursos públicos consiguieron
informatizar la historia clínica electrónica de once de los hospitales autonómicas; en el Central de Asturias (HUCA) se hizo en 2014, más tarde”.
En la Atención Especializada se aprovecharon los sistemas electrónicos instalados, como el Selene, Millennium y OMI-AP, y se añadió, en efecto, un identificador único llamado CIP autonómico, “la evolución de la tarjeta sanitaria” cuyos datos se almacenan en el llamado
índice maestro de pacientes, una especie de
big data al que tiene acceso los médicos.
En Primaria, “hoy, más de 30 por ciento de los informes médicos se leen en la primera semana tras su recepción gracias a estos avances”, ha reseñado.
El caso de Navarra, también modélico para el SNS
Por su parte, Luz Fidalgo, representante del Ministerio de Sanidad del proyecto nacional de receta electrónica, ha precisado que, en Navarra, se usa la tarjeta sanitaria de origen,
sin importar la comunidad autónoma de procedencia, para obtener
el medicamento prescrito por el médico, “situación ideal que deseamos reproducir como modelo en toda España”.
Asimismo, ha mencionado la movilidad transfronteriza en Europa como otro de los objetivos del Gobierno de España.
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