La grasa parda descompone el azúcar en sangre y las moléculas de grasa

Un estudio internacional halla los detalles clave de las células adiposas que apunta a posibles tratamientos contra la obesidad y la diabetes
Vera Moiseenkova-Bell, catedrática de Farmacología de Sistemas y Terapéutica Traslacional.


31 may. 2023 21:20H
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Una nueva investigación internacional ha desvelado cómo el tejido de "grasa buena" podría aprovecharse para combatir la obesidad y eliminar la glucosa de la sangre, ayudando a controlar la diabetes, según publican sus autores en la revista Science Advances.

El cuerpo humano se compone de dos tipos de grasa: la parda y la blanca. La grasa parda descompone el azúcar de la sangre (glucosa) y las moléculas de grasa, generando calor en respuesta a las bajas temperaturas ayudando a mantener la temperatura corporal normal. La mayor parte de la grasa humana es grasa blanca, y acumular demasiada grasa blanca contribuye a la obesidad y a otros problemas de salud.

Utilizando el Krios G3i, un microscopio electrónico criogénico del Centro de Nanotecnología Penn Singh, los investigadores de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) y las universidades de Cambridge y East Anglia (Reino Unido) y Libre de Bruselas (Bélgica), pudieron observar por primera vez con detalle atómico la proteína desacoplante mitocondrial 1 (UCP1), que permite al tejido adiposo quemar calorías en forma de calor.

Este trabajo ha revelado nuevos conocimientos sobre cómo podría aprovecharse la actividad de esta proteína en las células de grasa parda para perder peso, destacan sus autores.

"Se trata de un avance apasionante que se produce tras más de cuatro décadas de investigación sobre el aspecto y el funcionamiento de la UCP1, afirma Vera Moiseenkova-Bell, catedrática de Farmacología de Sistemas y Terapéutica Traslacional y directora del Centro Beckman de Microscopía Crioelectrónica.  "Estos nuevos indicios no habrían sido posibles sin la colaboración entre todos los implicados", señala.

En los mamíferos, la UCP1 confiere a la grasa parda una capacidad especializada de quemar calorías en forma de calor para mantener una temperatura corporal estable.

Cuando los ácidos grasos la activan, la UCP1 cortocircuita la mitocondria -conocida como la central eléctrica de la célula por su trabajo de liberación de energía a partir de los alimentos- permitiendo que los protones se filtren a través de la membrana interna mitocondrial. El cortocircuito genera calor y permite al cuerpo regular su temperatura mediante un proceso denominado termogénesis.
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