Juana Carretero, secretaria de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
5 mar. 2018 18:35H
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El estado nutritivo de los pacientes crónicos a menudo pasa desapercibido en los hospitales y los centros de salud, lo que conlleva un gran perjuicio para el paciente y un gran coste para el sistema. "El coste derivado por cada paciente crónico desnutrido es de 6.000 euros", ha afirmado Juana Carretero, internista y secretaria general de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
En la mesa-taller Detección transversal de la desnutrición en los distintos niveles asistenciales celebrada en el X Congreso Nacional de Atención Sanitaria al Paciente Crónico, Carretero ha puesto sobre la mesa diversas herramientas para abordar este mal olvidado y ha destacado cuáles son sus consecuencias.
"La desnutrición dificulta la cicatrización de las heridas, aumenta las infecciones y complicaciones, con lo cual aumenta la mortalidad total, las necesidades de tratamiento (sueros, antibióticos, etc.) y los costes. Pero sobre todo, que un paciente se desnutra en el hospital o en una residencia de ancianos empeora su calidad de vida”, señala la especialista.
La magnitud del problema es importante, pues según el estudio Predyces, "el 24 por ciento de los pacientes hospitalizados presenta desnutrición". “La desnutrición es frecuente en pacientes crónicos. Son personas que comen poco, habitualmente con problemas socioeconómicos y que viven solos. Además están polimedicados y tienen una media de tres y cuatro patologías al mismo tiempo. Este caldo de cultivo es idóneo para la aparición de la desnutrición”, explica la especialista.
Descontrol, mala organización de las comidas y mejorable hostelería
Según Carretero, los hospitales deben hacer todo lo necesario no solo para mejorar la nutrición del paciente, sino “también para evitar que este se desnutra y salga en peor estado después del ingreso, cosa que a veces sucede”.
En este sentido, la especialista apunta que el “problema radica en el descontrol que hay en los hospitales de la alimentación del paciente. Además, la dieta absoluta está a la orden del día, algo que no beneficia en absoluto a un paciente crónico que va a pasar muchos días en el hospital”.
Carretero contempla problemas de base en la gestión de los horarios y las comidas: “Entre las 10 de la mañana y las ocho de la tarde, el paciente ingiera la comida de todo el día. Un día que pasa entero encamado. Esto es un error, se deberían espaciar más las comidas. Otro factor muy importante es la hostelería del hospital. Si la comida es mala o poco apetecible, el paciente comerá cada vez menos”.
Carretero recomienda para abordar este problema que “en cada nivel asistencial existan protocolos de actuación, test de valoración del riesgo, valoración de la ingesta, qué come el paciente y dónde come, quien compra y hace la comida, detección de la disfagia, etc. Y una vez que el paciente está en el hospital, tener un seguimiento y control que evite que sufra desnutrición derivada de las actuaciones médicas”.
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