Guadalupe Blay, responsable de Endocrinología y Nutrición de la SEMG.
30 jul. 2019 10:35H
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Con las altas temperaturas que se registran en verano cambian las necesidades dietéticas: por un lado, se tiene menos hambre y, por otro, aumenta la sensación de sed. "Sin embargo, es necesario continuar nutriéndonos e hidratándonos y, para eso, hay que saber elegir bien los ingredientes y la manera de tomarlos", señala la responsable de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Guadalupe Blay.
"Para poder refrigerarse, el cuerpo suda y con ello perdemos agua. Si en condiciones normales la pérdida de agua diaria se estima en unos 2,5 litros -cantidad que se aconseja reponer a través del agua de bebida y de la que contienen los alimentos- habrá que sumar en verano las pérdidas debidas a la sudoración, así como situaciones especiales, como la actividad física", advierte Blay.
La mejor forma de hidratarse a través de la bebida es con el agua, según la doctora, quien desaconseja los refrescos, tan frecuentes en verano, porque "suelen tener mucho azúcar y, en concreto, los que contienen un 10 por ciento o más de azúcares provocan más sed a la larga". El motivo es que aumentan la concentración de solutos en nuestro medio interno, lo que requiere tomas adicionales de agua o tisanas para volver a diluirlos. Lo mismo sucede con horchatas, helados, granizados, etc. que "deberían tomarse de forma ocasional o bien prepararse en casa con menos azúcar", recomienda la portavoz de la SEMG.
La responsable de Nutrición de la sociedad científica recomienda además que, en la época estival, sea la alimentación la que hidrate el organismo, "más que de encharcar cada comida con líquido, pues esto dificulta la digestión. Aumentar el consumo de frutas, ensaladas, sopas… ya nos asegura un buen aporte de agua".
Evitar grasas saturadas
"Las menos aconsejables son las grasas saturadas, porque nos proporcionan un exceso de calorías y un bajo valor nutritivo". Por ejemplo, quesos, natas, cremas, etc. no son aconsejables, de ahí que haya que moderar el consumo de helados industriales y optar, en cambio, por sorbetes o helados caseros, poco calóricos. No obstante, otro tipo de grasa que no debe faltar son los ácidos grasos esenciales, ya que combaten la desecación y mejoran la hidratación de la piel en verano, y que se encuentran en el pescado azul y también en frutos secos y semillas. Y para aliñar, aceite de oliva virgen extra, "rico en ácido oleico y vitamina E, antioxidante".
Frente a los guisos y platos grasos, se aconseja acudir al surtido estival de vegetales: berenjenas, pimientos, tomates, zanahorias, lechugas, albaricoques, melones, fresas, cerezas, sandías, ciruelas, melocotones… Para aprovechar al máximo todo su potencial, lo mejor es tomarlos crudos "pues cualquier tipo de cocción, por bien que se haga, va a desorganizar sus elementos constitutivos, por lo que el alimento cocido será siempre de calidad nutritiva inferior", según Blay.
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