Carlos Bastida.
La gota es una de las dolencias más desconocidas, a pesar de ser la enfermedad inflamatoria crónica más frecuente entre los varones adultos. Así se desvela de
la encuesta realizada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y presentada en su
XXV Congreso de Medicina General y de Familia.
A pesar de que realmente es una enfermedad curable, “
fácil de manejar en Atención Primaria, tan sólo un pequeño porcentaje de los pacientes se beneficia del adecuado tratamiento”, según
Carlos Bastida, responsable del Área de Patología Osteoarticular de la SEMG. Entre otras cuestiones,
el desconocimiento puede venir principalmente por la “infravaloración” de esta enfermedad.
La mitad de los médicos consultados por la SEMG cree que
la gota se cura (50,1 por ciento), sin embargo,
sólo el 18,9 por ciento cree que conseguirá eliminar los tofos con el tratamiento. Lo cierto es que “el depósito de estos cristales es reversible mediante el tratamiento adecuado para rebajar la uricemia”.
Los resultados revelan que tampoco se valora en exceso el alto grado de comorbilidades de la gota
|
Los participantes en la encuesta creen que el diagnóstico de
la gota es básicamente por la clínica y con la analítica y, aunque éstas pueden hacer sospechar la enfermedad, la gota “debe ser diagnosticada de forma definitiva por la demostración de esos cristales de urato monosódico”, según Bastida.
Un gran porcentaje de los encuestados por la SEMG cree que es una patología secundaria y no la creen sistémica ni genética (22 por ciento). Del mismo modo,
los resultados de la encuesta revelan que tampoco se valora en exceso el alto grado de comorbilidades de la gota (solo el 44 por ciento lo cree).
Pérdida de calidad de vida
En concreto, la gota se asocia con enfermedades con una gran influencia negativa sobre la salud, como hipertensión arterial, enfermedad renal crónica, obesidad, diabetes e hiperlipemia o síndrome metabólico. Así mismo, existen
diversos estudios que asocian la gota a la enfermedad cardiovascular y mortalidad.
El objetivo final del tratamiento será la disolución de los cristales,
disminuyendo la concentración de ácido úrico prolongándola en el tiempo, previniendo nuevos brotes y el daño estructural. “Es importante, la educación de los pacientes sobre su enfermedad, para evitar la pérdida de la adherencia al tratamiento”, según el experto.
A pesar de ello “no existe en nuestra práctica médica unos objetivos claros terapéuticos de los niveles de ácido úrico, lo que conlleva que una gran mayoría de los pacientes gotosos
continúen presentando ataques agudos y una disminución importante de su calidad de vida”, apunta.
Otros de los datos que se desprenden de la encuesta es que la mayoría de los médicos de Familia (70 por ciento) comienzan ellos el tratamiento y sólo deriva el 30 por ciento de los casos, sobre todo, a Reumatología (menos a Endocrinología y Medicina Interna).
Más del 55 por ciento de los médicos encuestados afirma no mantener una relación habitual con los reumatólogos sobre sus pacientes gotosos (solo el 13,7 por ciento), aunque sí les gustaría tenerla.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.