Javier Sanz, Semergen; y Francisco José Sáez Martínez, SEMG.
Esta semana ha reabierto el
centro de salud de La Coma, en Valencia, tras unos días cerrado por la baja laboral que solicitaron sus profesionales sanitarios. La razón, tal y como apuntan desde la especialidad de Medicina de Familia, fue la
violencia que sufrían los médicos, enfermeras y administrativos de dicho ambulatorio. Pero, en su reapertura, la Policía Nacional ha tenido un papel protagonista, puesto que sus agentes ahora vigilan la entrada a este centro de salud para evitar situaciones como las que han estado viviendo hasta ahora. Una seguridad que Primaria aboga por
extender a los centros de salud de las zonas más "conflicitvas".
Este suceso ha suscitado debate entre los médicos de cabecera españoles. Apuntan a este diario que situaciones como esta, en las que se toman medidas de seguridad como
cacheos de bolsos y la obligatoriedad de pasar por unos detectores de metales, son realidad en algunos puntos del país. Sobre todo, en aquellos centros de salud que se encuentran en “barrios o
zonas conflictivas”. Por lo que apuestan por extenderlas y hacerlas más preminentes en esas localidades.
Es por ello que los médicos generales piden una estrategia de seguridad también para los centros de salud, para que se les equipare con los profesionales hospitalarios. “En los centros de salud, en general, en casi ninguno cuentan con seguridad. Y cuando atiendes a la población en una zona conflictiva, es más fácil encontrar
violencia física y verbal. En situaciones así, para seguir prestando una atención sanitaria, habrá que tener medidas de seguridad”, explica
Javier Sanz, coordinador del Grupo de Trabajo de Nuevas Tecnologías de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (
Semergen). No obstante, en Familia opinan que no se ha llegado a proponer nada en este aspecto “por el
coste económico que tendría”.
En Familia se quejan del
diferente trato que reciben en comparación con los complejos hospitalarios, ya que todos ellos sí cuentan con personal de seguridad, cuando es la Atención Primaria el escalón sanitario que más ataques recibe. Según los datos de la Organización Médica Colegial (
OMC), durante el año 2022 las agresienos que padecieron los profesionales del
Sistema Nacional de Salud (SNS) ascendieron hasta los
843 ataques. Y, de ese total,
el 43 por ciento de las agresiones se dio en el primer nivel asistencial. “El facultativo que tiene el
mayor número de agresiones es el médico de Familia. Y en los centros de salud, a diferencia de los hospitales, no existe un servicio de vigilancia. No hay posibilidad por parte del profesional de la Atención Primaria de dar una respuesta rápida ante insultos o agresiones”, señala
Francisco José Sáez Martínez, responsable del Grupo de Gestión de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (
SEMG).
Aunque desde la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (
Semergen) creen que, en general, la situación en Primaria “no es tan mala”, ven
justificada la implementación de estas medidas. “Entiendo que si las están haciendo y realmente están apareciendo armas blancas en los detectores de metales…”, comenta
Sanz. “Que un paciente amenace y diga que va a pegar al médico o que va a romper algo en el centro de salud cada vez es más frecuente. Y ante esto, no tenemos un planteamiento por parte de las Administraciones”, remarcan en Familia. “Donde hay una situación parecida de estas agresiones es en los
centros de la Seguridad Social. Ahí sí cuentan con vigilantes de seguridad, en ninguno de ellos se plantea que no haya, cuando lo que manejan son escenarios parecidos a los que se trabajan en los centros de salud”, inciden en SEMG.
Familia aprueba el circuito valenciano de seguridad
Las sociedades médicas apuntan a que la
iniciativa tomada por el centro de salud de La Coma es esencial, puesto que, si no, “aumentarán” estos problemas que padecen en la Primaria española. “Cuando la Policía viene y saca a la calle a la persona violenta, esperan a que se presente una denuncia. Y como mucho,
desplazan a ese paciente del centro de salud durante seis meses, luego vuelve a su ambulatorio. No se plantea actuar de otra forma. Por lo que es normal que desde los centros de salud se quiera dar otro tipo de respuesta, como en este de Valencia”, argumenta Martínez. La Comunidad Valenciana es, concretamente, una de las comunidades autónomas que no resalta en cuanto al índice de violencia que padecen sus sanitarios en los centros de salud. Según los datos de la Organización Médica Colegial (
OMC),
en 2022 se registraron 56 ataques por cada 1.000 médicos.
“No es ninguna locura.
Cuando vamos a museos o juzgados te revisan todo. Tampoco veo tan descabellado que en zonas de conflicto se tengan que revisar los accesos”, añaden desde Semergen. La máxima de los sanitarios del primer nivel asistencial es que “hay que velar por la
seguridad de los profesionales que trabajar en los centros de salud”.
La
Atención Primaria, por lo tanto, aboga por dotar de personal de seguridad a sus centros de salud, por lo menos, en los que la violencia sea más habitual: “Si los centros de salud tienen pocas visitas y no hay denuncias, por ejemplo, en los últimos cinco años, entonces tiene sentido que no haya vigilancia. Pero cuando hay problemas, debe haber una respuesta que hoy por hoy no tenemos”.
La inmediatez, una de las culpables de las agresiones
En Familia señalan que
la pandemia originada por el Covid-19 también ha tenido su impacto en esta ‘escala’ de violencia que denuncian los médicos generales. Afirman que la
“inmediatez” es una de las causas de las agresiones, y solicitan, además de a la Administración una estrategia clara, más
educación a la sociedad. Y es que creen que los problemas de salud no siempre pueden tener una respuesta rápida. “También es motivado por el concepto de la inmediatez. Si no me dan la parte de baja ahora, al momento, pues amenazan. Esto para los administrativos del centro de salud es muy violento”, indica Martínez. A su vez, en Semergen opinan que "muchas veces la población ha perdido un poco la educación hacia el profesional sanitario. De manera general, hemos perdido el respeto”.
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