José Ángel Sánchez Pérez.
Hay una especie de
reticencia involuntaria e inconsciente de algunos –o muchos– profesionales médicos al concepto de
empoderamiento del paciente. Lo ven como una especie de invasión de competencias, y es que el médico es el profesional que mejor sabe de la
enfermedad y tiene mucha experiencia en su tratamiento.
Este es un miedo que, en la práctica, no tiene razón de ser. "Una de las controversias que llegan a frenar la
colaboración médico-paciente es que se ha dicho que para que el paciente tenga poder el profesional debe perderlo, y no es eso, sino que cada uno tome poder en su entorno específico".
Así ha hablado
Jesús Ángel Sánchez Pérez, director de la Fundación para la Formación e Investigación Sanitarias del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) Virgen de la Arrixaca, que ha hablado de la Escuela de Salud de Murcia durante el
VII Congreso Nacional de Pacientes Crónicos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (
Semergen).
Poder y libertad
"Las personas más preparadas son más poderosas, y
las personas poderosas son más libres", ha apuntado. "Además, las personas más preparadas hacen relaciones más poderosas" con los pacientes.
Ese es el objetivo de la escuela de salud. "Nace con el propósito de que sea una apuesta segura por el conocimiento, para que tomen las mejores decisiones y
sean lo más autónomos posible" recalca Sánchez Pérez. "Esto no es solo por sostenibilidad, es una cuestión de madurez, responsabilidad y que cada uno haga lo que le toca hacer".
De izquierda a derecha: Jaime Alapont, Sonia Abellán, Aurora Tomás Lizcano, Manuel Arellano y Jesús Ángel Sánchez.
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La escuela pretende lograr una red de colaboración que aproveche el conocimiento de los profesionales de la consejería de Salud, del Servicio Murciano de Salud, ayuntamientos, asociaciones "y los propios ciudadanos", ha señalado Sánchez Pérez.
El director de la Fundación de Investigación del IMIB explica, no obstante, que
aunque el factor sanitario es un condicionante de la salud de menor peso que los genéticos, ambientales, sociales, económicos y, en menor medida políticos, es importante que la vida del paciente no gire en torno al sistema sanitario.
Y ha concluido, parafraseando un conocido adagio, "el paciente no es el centro del sistema, es el centro de su propia vida; y los profesionales tenemos que dar el servicio para lo que le falta en su vida".
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