Juana Sánchez, responsable del Grupo de Trabajo de Dolor de la SEMG.
"El
alivio del dolor es un
derecho del paciente que lo sufre, es un
deber del profesional que lo ve, es una
negligencia no tratarlo y es una
responsabilidad de todos, tanto de gestores como clínicos, políticos y ciudadanos", según recuerda la doctora
Juana Sánchez, responsable del Grupo de Trabajo de Dolor de la
Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) este jueves en el marco del Día Mundial Contra el Dolor.
Un día que se celebra con el objetivo de recordar la urgencia y necesidad de buscar un
alivio eficaz para el sufrimiento físico de las enfermedades que cursan con dolor, “el cual no distingue de sexo ni condición, es por tanto universal”, según Sánchez.
En Atención Primaria hasta un
50 por ciento de las visitas a consulta son o están relacionadas con problemas de
dolor,
agudos o crónicos.
Es por ello que la sociedad científica a la que representa aprovecha esta efeméride para reivindic
Hasta un 50% de las visitas a Atención Primaria están relacionadas con dolor agudo o crónico
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ar "la importancia de mejorar la capacidad de resolución de la Atención Primaria en el diagnóstico y posible tratamiento de estos pacientes, acercando la coordinación con la
Unidades de Tratamiento de Dolor (UTD) hospitalarias, para disminuir las listas de espera para técnicas invasivas, las incapacidades y conseguir un tratamiento integral (farmacológico y no farmacológico) con el objetivo de
no cronificar por más tiempo estas patologías".
Del mismo modo, la responsable de Dolor de la SEMG cree que "es importante compartir, por un día, nuestros pensamientos con todos aquellos que padecen dolor y, al mismo tiempo, hacer visible los esfuerzos de todos en combatir esta enfermedad desde la Atención Primaria, comprendiendo el sufrimiento que producen estas enfermedades, no solo en quien las padece, sino en quienes les rodean y ven su padecimiento diario", según Sánchez.
Colectivos vulnerables
Este año, en el Día Mundial Contra el Dolor se pone el acento en los
colectivos vulnerables, como las
personas mayores que sufren dolor y demencia, los
niños y
jóvenes, las personas con trastornos
psiquiátricos, los supervivientes de
tortura, los adultos con
discapacidad intelectual y deterioro cognitivo no relacionado con la demencia.
"Todos estos grupos constituyen un reto para los clínicos, puesto que muchos de ellos tienen
dificultades objetivas (como los bebés y las demencias avanzadas) para expresar su dolor o poder ser evaluado con los medios habituales, precisando de escalas específicas y un conocimiento riguroso". Por ello, la doctora cree que es importante hacer visibles las guías clínicas que a este respecto existen con rigor metodológico y promover los cambios necesarios para que se lleven a cabo, sean cuales sean, aplicándolos con flexibilidad para el ajuste de las medidas adaptativas necesarias en cada nivel asistencial (Atención Primaria y Hospitalaria).
Reconocimiento como enfermedad
Desde el año 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su nueva
Clasificación Internacional de Enfermedades CIE 11, reconoce el dolor crónico como
una enfermedad en sí misma, con una categorización que se acerca más a la práctica clínica, según Sánchez. En la citada clasificación se define de forma separada dos entidades:
el dolor crónico primario (caracterizado por alteración funcional o estrés emocional no explicable por otra causa) y se plantea como una enfermedad en sí misma; y e
l dolor crónico secundario, que es una entidad donde el dolor es un síntoma de una condición clínica subyacente.
Se incluye además el dolor crónico oncológico, que tiene un tratamiento específico; el
dolor crónico musculoesquelético secundario, como el que afecta a las estructuras como
tendones,
músculos y
huesos, ya sea debido a inflamación, cambios crónicos en su estructura o por alteración de la función biomecánica secundaria a enfermedades del sistema nervioso.
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