Andrés Zamorano, María García, Francisco Javier Ayesta, Francisco Rodríguez y Regina Dalmau.
La última encuesta sobre alcohol y drogas en España (
Edades) 2017-2018, muestra que el tabaco, junto al alcohol, son las únicas drogas cuyo consumo continúa aumentando en España. En los últimos años ha cambiado el precio de las cajetillas, los sitios en los que se fuma y se han cortado las alas a la publicidad, entre otras medidas. Sin embargo, el hábito sigue ahí, causando unas
52.000 muertes en España al año. Para hablar de lo que se ha hecho en prevención y sobre lo que aún queda por hacer, así como el papel que tienen los médicos para frenar su consumo,
Redacción Médica ha reunido a cuatro expertos en un debate promovido por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (
SEMG).
Hablando en positivo, ¿cuáles han sido en su opinión los éxitos de la prevención del tabaquismo en España en el siglo XXI?
Andrés Zamorano habla sobre el márketing de los nuevos productos de nicotina.
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Andrés Zamorano, médico de Familia, vicepresidente segundo del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo y representante de la SEMG, donde es miembro del Grupo de Tabaquismo: Los éxitos positivos son la conocida como Ley del Tabaco de 2005, y su modificación del 2010, que entraron en vigor en enero del 2006 y del 2011. Marcaron los espacios sin humo como un aspecto importantísimo. Con la primera ley hubo muchísima oposición por parte de los hosteleros, que estaban hechos un lío. Los restaurantes y cafeterías podían elegir entre fumar o no fumar y los establecimientos que tenían más de 100 m² podían disponer de una 'pecera' donde se podía fumar. Pero la ministra de Sanidad del momento,
Elena Salgado, la sacó adelante. Fue una ley muy atrevida y estuvo genial. Dio el paso en el
control del tabaquismo. La modificación del 2010 suprimió las 'peceras' y dejó a los establecimientos como ambientes libre de humo.
¿Algún otro éxito que quieran destacar del siglo XXI?
Francisco Rodríguez Lozano, presidente de la European Network for Smoking and Tobacco Prevention: Claramente las cosas han cambiado mucho en comparación con cómo eran en el 75/80. Hay una '
desnormalización' del consumo de tabaco. En 1975, cuando comencé a estudiar en la universidad, todo el mundo fumaba. Era como la conducta que tenías que asumir por defecto. Si no, eras raro o tenías que justificarte. Hoy en día esto no es así. De hecho, la mayor parte de los jóvenes no fuman, aunque todavía haya un porcentaje demasiado elevado. Esa desnormalización ha sido un gran logro. No tenemos que olvidarnos de dónde venimos. ¿Que podíamos estar mejor? Por supuesto que sí, pero se ha conseguido mucho.
El fruto de esta desnormalización es que en España hay millones de exfumadores. Como se recoge en la Declaración de Madrid, una de las cosas que se ve es que la cesión en el consumo del tabaco sigue un
radiante socioeconómico muy llamativo, Las personas de mayor nivel socioeducativo son las que más han dejado de fumar. Otra de las ventajas es que muchas mujeres no fuman en el embarazo. Hecho que antes era relativamente normal, aunque aún hay muchas mujeres, sobre todo más de nivel socioeducativo más bajo, que sí lo hacen. Entonces, se ha conseguido muchísimas cosas, pero bueno, hay muchas cosas que se pueden conseguir.
Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo: Resaltaría la introducción de la regulación sobre tabaquismo y también, a nivel internacional, el
convenio marco para el control del tabaco de la OMS, que ha marcado las políticas de control del tabaquismo y que ha propuesto una hoja de ruta muy bien definida y estudiada con evidencia científica que respalda las medidas allí propuestas. Ha servido de guión a los distintos países que lo han ido gratificando sobre lo que se debería hacer para reducir la epidemia de tabaquismo. Es verdad que hay que implementarlo paso por paso y que queda mucho por hacer, pero ha sido una herramienta muy importante,
¿Qué supone para España la Declaración de Madrid?
Regina Dalmau explica el consenso que supuso la Declaración de Madrid.
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Regina Dalmau: Sobre todo, un documento de
amplio consenso, no solo desde la perspectiva sanitaria, sino también desde asociaciones y grupos de pacientes. Es una sinergia que establece lo que consideramos que deberían ser unas prioridades para seguir avanzando en el control del tabaquismo en España. Y al ser un consenso tan amplio, su peso específico es mucho mayor: habla desde focos muy diferentes y todos en la misma dirección. Consensuamos una
serie de objetivos que consideramos que son prioridades a día de hoy, teniendo en cuenta lo que ya tenemos y las amenazas que hay para el control del tabaquismo.
Y sobre estos objetivos que se han marcado, ¿se ha conseguido ya alguno?
Regina Dalmau: Realmente los objetivos que se recogen son los que quedan por cumplir. En el tema de espacios sin humo, es verdad que hay
iniciativas locales de ampliarlos, por ejemplo a playas o estadios, pero nos gustaría no fueran iniciativas individuales de algunos lugares geográficos o gobiernos locales, sino que fuera una tendencia común.
Francisco Rodríguez: Desde el punto de vista europeo, es cierto que en España tuvimos una
situación excepcional en un momento determinado con las leyes que ha mencionado Zamorano, que fueron excepcionales porque supusieron la desnormalización del consumo. La gente comenzó a darse cuenta de que la mayoría no fumaba. Sin embargo, había como una especie de empoderamiento del fumador, parecía que lo normal era fumar y no, no lo es. El debate social que hubo alrededor de ahí fue insólito, porque incluso hubo fumadores que querían que saliese adelante para evitar que sus hijos fumasen.
¿Qué pasó? Que llegamos a estar en la cabeza de Europa en prevención al tabaquismo en esos años. Pero, ¿y después?¿Por qué se ha hecho esta Declaración de Madrid? Pasaron los años y nos hemos quedado estancados, no se ha hecho prácticamente nada desde entonces. Hay campañas muy agresivas y eficaces de accidentes de tráfico que suponen unos 2.000 muertos al año. En el tabaco hablamos de
52.000 muertos con un coste sanitario tremendo. En Europa cuesta
25.000 millones al año tratar a la gente que fuma. Sin embargo, no vemos campañas educativas. Vemos cosas objetivos recogidos en esta Declaración de Madrid que se están haciendo y aceptando como normales en otros países europeos. Y además son eficacies. Hay que hacer una
llamada de atención a las autoridades sanitarias y a los legisladores de este país para que intenten volver ya no a la cabeza, pero por lo menos en el nivel de los países europeos donde se está consiguiendo.
Andrés Zamorano y Francisco Rodríguez, a la izquierda; y Regina Dalmau Francisco Javier Ayesta, a la derecha.
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Francisco Javier Ayesta, profesor de Farmacología y Trastornos Adictivos de la Universidad de Cantabria: De hecho, muchas medidas son sin coste económico y la mayor parte de ellas sin coste político. E incluso aunque tengan un coste político, hay que ponerse a ellas en aras de la salud de la población, que lo compensa. Es cuestión de voluntad de hacerlo.
Los impuestos y las prohibiciones, ¿son suficientes?
Andrés Zamorano: Si tuviéramos que elegir una única medida para el control del tabaquismo, todos decimos que es incrementar el precio del tabaco. Puede ayudar a mucha gente que se está planteando dejarlo. Los adolescentes tendrían menos acceso al precio del tabaco, suponiendo que no se vendierancigarrillos sueltos y en algunos sitios se puede plantear que el tabaco se vendiera por cartones.
Las 60 asociaciones o sociedades que han firmado la Declaración de Madrid hemos planteado igualar al alza la fiscalidad de todos los productos del tabaco. Eso es importantísimo. Que el tabaco de liar cueste lo mismo.
Francisco Rodríguez: En Francia, una de las medidas estrella fue la subida de los precios: a ocho euros.
Regina Dalmau: aquí valen cinco.
Francisco Rodríguez: Vivo habitualmente en Canarias donde valen dos euros. Después de un año en Francia costando a ocho euros, se vio que un millón de franceses dejaron de fumar. Eso quiere decir que medio millón de franceses menos se morirán por fumar, que es aproxiadamente el porentaje de personas que fallecen por causas directamente relacionadas con el tabaco. El precio es muy importante, sobre todo porque a ver qué niño de 13 años en España se puede pagar
ocho euros por una cajetilla. Y si no se empieza a fumar de joven, no se fuma.
Pero hay otro sector que es el desfavorecido. El tabaco tiene un
componente socioeducativo. La gente con menos acceso a la educación, menos capacidad intelectual y menos recursos es la gente que fuma. Esa gente también tiene más dificultad para fumar con estos precios.
¿Y qué se puede hacer para llegar a las personas desfavorecidas?
Francisco Javier Ayesta incide en la importancia de que los adultos dejen de fumar para prevenir el consumo en adolescentes.
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Francisco Javier Ayesta: Los impuestos y prohibiciones no son suficientes. En la Declaración de Madrid se hace relación a los impuestos al concepto de prohibiciones, en cuanto a las regulaciones de los sitios de consumo, de dónde se puede o no promocionar y cómo puedes promocionar en aras de que no haya publicidad engañosa, entre otras muchas otras cuestiones.
Hay muchas más cosas, pero las regulaciones son especialmente importantes por una circunstancia: el tabaquismo no es algo que surja espontáneamente, sino que el consumo de tabaco es inducido. Hay una gran industria detrás, que presiona intentando hacer más vulnerables a las personas para que prueben el tabaco con regularidad y fumen.
Y luego viene el poder adictivo de la nicotina. Nos dicen que regulamos mucho, pero no creo que sea tanto. Hay que tener en cuenta que aquí hay una
industria muy depredadora que está a la que salta sobre los menores de edad. O regulas o nos van a dar por todas partes. Y aún así no es suficiente al ser una conducta que tiene unos fuertes componentes adictivos, con muchas personas con dificultades para dejar de fumar y que necesitan ayuda de sus profesionales sanitarios. No basta decir que es bueno que la gente no se inicie y tome una serie de medidas que eviten que los menores de edad se inicien. También tienes que ayudar aquellas personas que tienen un problema serio y son conscientes de ello.
Es importante transmitir una adecuada percepción de riesgo; si fumas tienes que ser consciente de que hay un problema. La mitad de las personas que fuman van a morir prematuramente por enfermedades directamente ocasionadas por el tabaco. Si las personas pensasen que tuvieran un 50 por ciento de posibilidades de morir al montarse en un avión, se lo pensarían. Pues aquí es lo mismo. Hay que hacer campañas adcuada.s
Andrés Zamorano: Yo que trabajo en Atención Primaria veo que los pacientes están muy preocupados, por ejemplo de la hipertensión, la tensión arterial... Hay pacientes que te dicen que no se comen más de tres huevos a la semana pero sin embargo siguen fumando. Veo en mi consulta que se tiene mucha percepción de que es muy malo tener el colesterol alto, porque lo ven en anuncios de televisión, pero algunos
no se han planteado dejar el tabaquismo. Esa percepción sale en las encuesta, pero en la vida real no tanto. Hoy mismo decía una chica joven que se había planteado dejar de fumar, pero que sabía que iba a engordar. Aparecen todos los falsos mitos del tabaco.
Volviendo al componente social del tabaco, ¿qué deben hacer las administraciones y los médicos para llegar a las personas más desfavorecidas en este asunto?
Regina Dalmau: Son muy importantes las
campañas de prevención y llevamos muchos años sin ver una a nivel nacional. Es una de las formas de recordar a la gente que es un daño para la salud. Ahora que todos, también las personas desfavorecidas, tenemos acceso a internet y las redes sociales, creo que las campañas tienen que tener una perspectiva dirigida a determinadas poblaciones, contar con las diferencias de género y más pensadas para los adolescentes.
Desde la perspectiva sanitaria, y sobre todo desde AP, hay que dotar a la red de
asistencia de herramientas y de espacios, de tiempo para abordar el tabaquismo en todas las poblaciones incluidos los núcleos más desfavorecidos. Desde programas comunitarios a simplemente en la consulta de forma oportunista. Casi todo el mundo va a su médico de cabecera alguna vez al año, pues que este tenga la formación, el tiempo y el espacio suficiente para poder abordar el tabaquismo, aunque no lo haya pedido el paciente.
Francisco Rodríguez señala los cambios de negocio de las tabacaleras.
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Francisco Rodríguez: Tenemos que entonar un poco en 'mea culpa' en este sentido. La percepción del riesgo es fundamental, ¿y quién tiene que transmitirla? Los sanitarios. Y a lo mejor no lo hemos hecho bien porque es muy difícil. No somos expertos. Y tenemos enfrente a la industria del tabaco, que es experta en marketing y tiene una serie de recursos enormes que no tenemos. Las campañas son complicadas, por eso decimos que hay que apoyar unas medidas en otras. Igual no sirve de nada decirle a un adolescente que se va a morir de cáncer de pulmón a los 50 años, sino que es mejor decirle que le va a oler la boca. Es complicado.
Recuerdo cuando hicimos cierto lobby sanitario en la última directiva del tabaco en Bruselas. Me contaban los subdiputados los recursos que tenían 'la otra parte' y las presiones que hacían. Así que iual tendríamos que reinventarnos un poco en el tema de las campañas.
Francisco Javier Ayesta: Para llegar a las personas más vulnerables hay que tener en cuenta que el tiempo juega a nuestro favor. Las
modas casi siempre empiezan por las personas más intelectuales y luego van cayendo a la población general. El consumo de tabaco empezó por arriba y luego fue bajando; la deshabituación igual.
En ese sentido, se han conseguido
muchas cosas positivas, como que la mayor parte de los médicos no fuman, algo que en el año 2000 no era exactamente así. Ese cambio se acaba notando, es decir, porque al final se acaba transmitiendo el ejemplo.
No se puede poner una sola medida. Es importante que sea un plan integral porque es un conjunto de medidas. Los impuestos son muy importantes, pero no es lo único. Hay que hacer un abordaje integral con diversos aspectos de medidas que se sabe que ya funcionan.
¿Qué tipo de campañas habría que hacer dirigidas al adolescente? Porque el adolescente todos sabemos que se empieza fumando en fiestas, que si un cigarro y otro. ¿Qué hay que hacer para que no vaya a más?
Francisco Javier Ayesta: Los adolescentes no son tontos. Igual no miran tanto como miramos los más mayores, pero en líneas generales sí que tienen una perspectiva de futuro . Esta es la primera cuestión.
Cuando se hace una campaña de prevención de drogas, no solo con nicotina, hay una cuestión clave: todo lo que
no disminuye el consumo de los adultos jamás va a disminuir el consumo de adolescentes. Los adolescentes son personas que se están preparando para ser adultos. Entonces, cuando ven modelos de conducta pues los asumen. Si ven que esto no es una conducta propia de los adultos, la mayor parte de ellos no se va a iniciar.
Luego están las campañas, una de las cuales se citan en la Declaración de Madrid. Hay una campaña que originalmente se hizo en Australia, y después muy diversos países de muy distinta condición, tanto en África como países en Europa del Este o América Latina, que es la de: "Cada cigarrillo te hace daño". Es una campaña muy sencilla, muy bonita y que se ha visto que influye en las conductas.
Momento del debate, que tuvo lugar en el plató de Sanitaria 2000.
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Regina Dalmau: Los adolescentes no son muy permeables al mensaje de la salud, porque creen que tienen el don de la salud eterna, por eso hay que buscar otro tipo de mensajes. ¿Quieres buscar un mensaje positivo? Pues yo diría: "Lo que te gastes en tabaco, no te lo vas a poder gastar en conocer el mundo, en viajar, por ejemplo". O si lo quieres enfocar en un lado un poquito más negativo: "El tabaco es como una hipoteca desde los 14 años, pero de por vida". Porque es que es un gasto. Todo el mundo lo sabe. Los adolescentes son conscientes de que al poco tiempo de estar experimentando con el tabaco necesitan fumar y desembolsar dinero para poder consumirlo. Hay que buscar argumentos diferentes a los de la salud con los adolescentes.
Andrés Zamorano: Un efecto que es muy positivo de las campañas. Si hubiera más pienso que habría también mucho debate familiar y social. Eso favorece mucho y no necesita cambios legislativos para llevarlas a cabo.
Francisco Rodríguez:
Habría que ser un poco previsor y es ver lo que pasa en otros sitios. En España aún hay un aumento de prevalencia en jóvenes. Hay países en los que los jóvenes dejan de fumar, como Estados Unidos, donde desde 1970 hasta el 2015 se redujo la prevalencia en jóvenes en un 70 por ciento. Solo fumaban los
más desfavorecidos y realmente no les preocupaba. Ahora, en cambio, no saben qué hacer porque les ha venido encima la reacción de las tabaqueras. Se les acaba el negocio. Los que fuman se mueren o lo dejan, y así lo niños ya no fuman. Así que han inventado los
nuevos productos que están apareciendo y que veremos aquí pronto:
Juul. Es una marca comercial, a la que al principio no le han hecho mucho caso, pero ahora el ministro Sanidad de Estados Unidos ha dicho que hay una auténtica epidemia en los jóvenes. Eso es terrible. Engancha a la nicotina para que luego se pasen al tabaco. Han creado una adicción a la nicotina en jóvenes.
¿Aquí qué papel juegan los cigarrillos electrónicos en estos consumidores nuevos?
Francisco Rodríguez: Hay cigarrillos electrónicos, hay tabaco que se calienta y no se quema, y ahora el Juul, que es un chute de nicotina bestial, además muy atractivo, muy bonito para los niños. De momento ya ha aparecido en cuatro países europeos. España, por lo visto y según la empresa va a ser el quinto. Lo tenemos encima.
Francisco Javier Ayesta: Con relación a los cigarrillo electrónicos yo creo que la cuestión clave es que, muy posiblemente, son bastante menos tóxicos que el tabaco. Ahí no hay ninguna duda. Pero no son inocuos. Probablemente si los tuviera que promocionar desde mi punto de vista diría que solo matan al 10 por ciento de los consumidores regulares frente al tabaco, que mata al 50 por ciento. No es lo ideal y no es lo que probablemente eligiría la mayor parte de la gente si tuviera una adecuada precisión del riesgo.
"Hoy por hoy, no hay evidencia científica de que los cigarrillos electrónicos sean útiles para dejar de fumar"
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Hoy por hoy,
no hay evidencia científica de que sean útiles para dejar de fumar. Esto, en parte, se debe a que no hay mucho interés en hacer ensayos clínicos, que sería la manera de saberlo. Con el "podrían servir" se hace un marketing indirecto pero no los vendes con ese componente científico de seguridad que tienen otros productos que la evidencia muestra que sí que sirven para dejar de fumar.
Los cigarrillos electrónicos es un mundo absolutamente heterogéneo. Los primeros eran muy rústicos y en ese sentido sí posponía la gratificación de fumar por una cuestión meramente farmacológica: por el retraso en cuánto tarda la nicotina en llegar al cerebro. Eso se ha mejorado mucho con los sistemas de liberación de nicotina electrónico, los ENDD, en el sentido como el Juul. Es posible que estos no sirven para dejar de fumar, mientras que con los otros podría haber alguna duda.
Además, el marcado de los cigarrillo electrónicos ha sido comprado por las grandes tabaqueras. En este instante, más del 85 por ciento del mercado es de las
grandes tabaqueras y el interés que tienen es perpetuar el consumo.
Andrés Zamorano: En España, según la última encuesta de 'Edades', parece que la gente que ha consumido alguna vez cigarrillos electrónicos es un 8,8 por ciento. En el último año es un tres por ciento y en el último mes un 1,5 por ciento. Con estos datos se ven que no es mucha gente, pero parece que vienen todas estas modas aparecidas en Estados Unidos para acabar aquí. Hay que estar muy precavido. En Estados Unidos al principio eran más tolerantes porque pensaban que iba a reducir riesgo, luego empezaron a decir que se había convertido en auténtico problema de salud pública, sobre todo porque se están utilizando en institutos por su formato y por el poco humo que desprenden. Lo están utilizando incluso en las aulas a espaldas de los profesores. Es un tema muy preocupante.
Francisco Rodríguez: En España está habiendo una gran promoción de los IQOS, el único tabaco calentado que se vende en España y que es en la casa Philip Morris. Es muy atractivo. Se está promocionando mucho por los aeropuertos y demás sitios. No estamos como en Italia o en Portugal, que hay verdaderas tiendas de diseño preciosas, pero es un cigarrillo muy bonito que encima está avalado por campañas en las que se confunden los términos. Este tabaco se calienta en un 95 por ciento. Solamente se quema un cinco. Explican que, por eso, el riesgo que tiene equivale a un cinco por ciento del tabaco convencional.
Y
no es verdad, porque no todo el riesgo del tabaco viene de que se queme. Es un peligro muy importante porque mucha gente que dejaría de fumar o que se lo plantearía, porque la percepción de riesgo ha aumentado, porque los sanitarios hemos conseguido desnormalizar el consumo de tabaco, y porque ya no está bien visto fumar, ahora pueden empezar con esto porque les dicen que solo hay un cinco por ciento de riesgo. Eso no es verdad.
Además, esta gente suele volver al tabaco, porque son consumos duales muchas veces. Están enviando un mensaje equívoco que nos cuesta mucho desmontar porque tienen unas campañas tremendas de presentaciones en público. En este caso concreto es el
IQOS, que ya está en España, pero es que el Juul nos viene enseguida y puede ser terrible, porque el IQOS tiene un precio, pero el Juul se introduce en los países con unos
precios absolutamente ridículos para que la gente se enganche. El Juul que es mucho más barato que fumar y en jóvenes eso puede ser peligrosísimo.
Francisco Javier Ayesta habla durante un momento del debate.
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Sanidad anunció que va a destinar un millón de euros para campañas de prevención de tabaco. ¿Deberían incluirse igual campañas de prevención también estos cigarrillos electrónicos, sobre todo lo que viene, para contrarrestar las campañas?
Regina Dalmau: Sí, si nos basamos en la triste experiencia de Estados Unidos con estos productos, sin duda deberían ampliar el foco, sobre todo para no generar esa falsa percepción de que son inocuos y para evitar que los jóvenes, con esa necesidad que tienen de experimentar ,se aficionen a un producto que tiene una concentración alta de nicotina y que de alguna forma también les va a convertir en esclavos de ella. Es un poco su trampa: una vez estás en el circuito a la adicción a la nicotina, buscarás una u otra fórmula para obtenerla.
Francisco Javier Ayesta: Nosotros en Europa tenemos medidas más o menos adecuadas. En Estados Unidos, que es un gran país con muchas virtudes, hay algunas cosas que son absolutamente caóticas. Tienen una visión del mercado muy liberal del siglo XIX. En la Unión Europea, este tema es mucho más regulado: tenemos la directiva de productos del tabaco quenos protege y regula. Por ejemplo, limita una serie de condiciones que se pueden aplicar a determinados productos. Lo mismo con la promoción, la publicidad y los contenidos.
Andrés Zamorano: Las grandes compañía de tabaco actualmente están, además de con los cigarrillos clásicos convencionales, con el producto nuevo. Últimamente han adquirido muchas acciones del Juul. Estamos viendo cómo hay un desplazamiento de negocio para que la gente siga fumando y se normalice el consumo, mientras nosotros estamos hablando de desnormalizarlo. En los bares y restaurantes no se puede fumar cigarrillo, ¿pero está bien regulado si se pueden los cigarrillos electrónicos? La regulación tiene que ser muy clara porque si no se produce una situación absurda. No se debe fumar porque la evidencia científica dice que es un producto tóxico, nocivo para la salud y que produce 700.000 muertes al año en Europa y de 52.000 a 60.000 en España.
¿Cuál es el papel de los sanitarios en la deshabilitación? ¿Desde Atención Primaria qué se está haciendo?
"Hace falta formación específica sobre cómo tratar a los pacientes fumadores"
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Andrés Zamorano: La Atención Primaria es el sitio idóneo. Tenemos la infraestructura creada. En un pueblo de 2.000 habitantes donde yo trabajo hay un médico, una enfermera y una administrativa. Hace falta formación específica sobre cómo tratar a los pacientes fumadores, primero para saber dar consejo antitabaco, que es lo que debemos hacer todos los profesionales de la salud. Hay pacientes que se
contradicen cuando vienen a verme porque están muy preocupados por su salud pero sin embargo siguen fumando. Ahí tenemos un papel clave y la cuestión es tener las herramientas adecuadas para poder abordar la conducta de fumar.
Aunque haya gente que lo deje por las buenas, la mayoría está muy enganchada y le cuesta mucho. Ahora, hace falta que haya huecos específicos en la agenda para tener el tiempo necesario en la primera visita, en la que hay que abordar un muchas situaciones, tanto conductuales, como farmacológicas con el paciente. Y luego estaría, por supuesto, la financiación de los tratamientos para dejar de fumar, como están haciendo por ejemplo en Navarra.
Creo, además, que desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) están haciendo diversas actividades, ¿no?
Andrés Zamorano: Sí, en la SEMG hacemos numerosas actividades en el grupo de tabaquismo, como 'Respira y Aprende', con institutos. Es una cosa puntual con el objetivo de crear esa cuestión: esa contradicción en la que el adolescente exige
libertad a sus padres pero, sin embargo, se engancha a la nicotina, que le tendrá bien atado. Todos los médicos de AP y los profesionales deben aconsejar y hacer por hablar en esos términos. Pero hace falta que se coja esta cuestión como principal problema de salud pública. Sería bueno que en todas las consultas de AP del país se hiciera de forma más sistematizada y que se conseguire
citar a la gente que manifieste su deseo de dejar de fumar en un horario específico con agenda y con tratamientos financiados. Así, pegaríamos un subidón de intentos de cesación y de gente que iba a abandonar el hábito.
Francisco Rodríguez: Eso es un tema muy importante. Cuando lo cuentas en Europa la gente no entiende las diferencias que hay en España entre una comunidad autónoma y otras, que son importantísimas. Es algo incomprensible y no se debe conocer, porque si no protestarían más. Eso lo sabemos los sanitarios. Hay comunidades como Navarra, Canarias, Ceuta, La Rioja que tienen estructurado un sistema en Atención Primaria en la que atienden al paciente que quiere dejar de fumar. o hay derecho. Creo que habría que decírselo la población, porque no hay derecho que haya ciudadanos de unas ciudades que puedan y otros no. Debería de homogenizarse porque se ha visto que funcionan. Es un tema para llevar al Consejo Interterritorial. Hay que garantizar la equidad entre los españoles en estos asuntos.
Francisco Javier Ayesta: La evidencia científica muestra que las personas socioeconómicamente más desfavorecidas, cuando las intervenciones sanitarias no tienen coste para ellos, se benefician mucho más. Esto evidentemente se ha hecho más en Estados Unidos. Aquí en España la asistencia sanitaria en en principio
universal y es
gratuita. La gente acude a los profesionales sanitarios para dejar de fumar si no tiene un coste excesivo, si no solo van las personas que pueden permitírselo. Esto también es aplicable al coste que puede tener la medicación u otro tipo de cuestiones.
¿Desde la especializada qué se puede hacer?
"Cualquier especialidad médica ve alguna patología relacionada con el tabaco en algún momento"
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Regina Dalmau: Cualquier especialidad médica ve alguna patología relacionada con el tabaco en algún momento. Yo soy cardióloga y obviamente toda la patología aterosclerótica se ve promovida y agravada por su consumo. Los especialistas no podemos mirar hacia otro lado. Estamos hablando de dermatólogos, de otorrinos, urólogos... Todo el cáncer de la vía urológica puede tener relación con el tabaco. También gastroenterólogos, cirujanos de las distintas disciplinas, incluso los oftalmólogos. Es una obligación ética y moral que va de la mano de la profesión sanitaria.
Andrés Zamorano: Además, contamos con el
apoyo de los fumadores en el sentido que el 70 por ciento manifiestan su deseo de dejar de fumar. En la última encuesta, solamente un 33 por ciento dicen que no se plantean. Con este grupo hay que indagar, porque dicen eso pero cuando les preguntas si alguna vez lo han hecho, te dicen que les da miedo el fracaso. Por ejemplo, uno de los argumentos que utilizan es que van a "
engordar mucho". Así que hay que indagar en ese 33 por ciento.
Del 70 por ciento que quieren dejar de fumar, hay un 45 por ciento que han hecho intentos y otros veintitantos que han dicho: "Bueno, me gustaría dejarlo pero no he hecho ningún intento". O sea, te quiero decir que realmente ya estás trabajando sobre una población que manifiesta su deseo de dejar de fumar. Lo que hace falta es ponerse en marcha y elaborar un
paquete de medidas. Esta última encuesta de 'Edades' nos ha dejado a todos un poco sorprendidos porque, además, le preguntaron a la ministra a qué creía que se debía esto. Y dijo que no sabía. Fue una contestación bastante sorprendente, porque nosotros sí lo sabemos; sabemos que no se ha hecho lo que se tenía que hacer y ahí está la Declaración de Madrid con todos esos puntos sobre los que hay que ponerse para solucionar este primer problema de salud pública.
La directora general de Salud Pública y la ministra de Sanidad y tendrán que echar mano junto con otros
Ministerios, porque engloba temas diversos, como de impuestos o agricultura. Pero tiene que ponerse a ello, con un plan nacional, a ser posible, para abordarlo como problema número uno de salud pública, que además es evitable. Afecta a tanta gente y provocando tantas muertes, choca que no se aborde de una forma más importante.
A modo de conclusión, ¿Qué podemos esperar para la próxima década?
Conclusiones del debate sobre tabaquismo.
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Francisco Javier Ayesta: Creo que las cosas van a mejorar, que va a disminuir la prevalencia y el consumo del tabaco. Los profesionales sanitarios tenemos la sensación de que estamos fallando a aquellas personas que son más vulnerables. Hay que decirles que si quieren seguir fumando es su problema, pero que uno tiene que ser consciente y que es un factor de riesgo grave. Si las personas están preocupadas por su salud pues, de acuerdo a sus escalas de valores, habitualmente decidirían dejar de fumar.
Nosotros lo que hacemos es intentar facilitar que las personas que fuman dejen de fumar si quieren y evitar la inducción de quienes no consumen. Tenemos mucha experiencia en esto, por lo que creo que veremos disminuir la prevalencia. Si miramos 15 años atrás, vemos cómo ha cambiado. Pues de aquí a 10 años también lo haremos. No solucionaremos el problema porque seguirá habiendo un menor porcentaje con el problema, pero habremos mejorado un solvento para muchos millones de personas.
Regina Dalmau: A mí me gustaría ser igual de optimista, pero no lo soy. Veo cierta incertidumbre porque esto es un escenario que está mutando. Están introduciendo nuevos productos de tabaco o relacionados que no sabemos el impacto que van a tener en riesgos a largo plazo. No sabemos hacia dónde se va a mover el consumidor de productos relacionados. En estos últimos años he visto que el tabaco no ha sido una prioridad política, ojalá eso cambiara, pero ya me he vuelto muy escéptica. Hemos hecho muchos intento con pocos resultados. Me gustaría ser más optimista pero parto de la
experiencia en el CNPT en estos últimos años y he de reconocer que he visto mucha pasividad desde la perspectiva de los reguladores y de los responsables de las políticas sanitarias. Ojalá eso cambiara, pero yo quiero verlo.
Francisco Rodríguez: Sí, quiero ser optimista. Estos nuevos productos son un riesgo enorme y habrá que insistir en frenarlos. No sé cómo pero habrá que hacerlo. Por lo demás, no es de recibo la pasividad de los políticos sanitarios. No es normal que mientras en la mayoría de los países europeos no se puede fumar en un coche cuando va un niño aquí sí. La propia población va teniendo un poco más de conciencia, incluso va excluyendo al tabaco y a su industria de muchas cosas. Quiero ser optimista. Me gustaría que fuésemos otra vez avanzadilla de Europa, aunque me temo que vamos a ir a remolque. Habría que seguir sus leyes, con las que se van consiguiendo reducciones de prevalencia muy grandes.
Andrés Zamorano: Yo también soy optimista. Pienso que tienen que pasar años y cambios generacionales. En eso las tabacaleras son muy listas y se están metiendo en el tema de los adolescentes con el Juul y otros productos. Ha disminuido un montón el número de ventas de cajetillas para pasarse al tabaco de liar. Pero si las tabacaeras se están moviendo tanto en esete sentido es porque ven que la cosa peligra.
La gente está cada vez más preocupados por su salud. Así que este mensaje tiene que calar. La percepción de riesgo es ya alta, pero no tanto como nos gustaría. Después hay una generación con algunos sectores muy recalcitrantes. Soy positivo con los más jóvenes y creo que sí se regula más, se debate en la familia y hay campañas efectivas, vamos a reducir la prevalencia. Vamos a tener que pelear muchísimo para lograrlo.
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