Luis Agüera, jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre y profesor asociado del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Complutense.
13 mar. 2024 7:00H
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Identificar y tratar mejor la depresión y la demencia comórbidas en la población que envejece es uno de los actuales retos clínicos. Hablamos sobre ello con Luis Agüera, jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre y profesor asociado del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Complutense.
El envejecimiento de la población es una realidad indiscutible, que supone un desafío sociosanitario. Depresión y demencia mantienen, además, una estrecha relación, pero ¿hasta qué punto se superponen?
“En la relación entre depresión y demencia hay dos escenarios. Uno es el de las personas con demencia que desarrollan un episodio depresivo a lo largo de la enfermedad, algo que sucede, aproximadamente, entre el 30-50 % de los casos. La presencia de este episodio depresivo va a incrementar la gravedad de la demencia y acelerar su evolución”, explica Agüera.
El otro escenario pasa por el hecho de que haber tenido depresión a lo largo de la vida, especialmente en edades más tardías, incrementa el riesgo de demencia. “No podemos decir que todas las personas que han tenido depresión van a tener enfermedad de Alzheimer (EA), pero quienes tienen EA han sufrido, con más frecuencia, episodios depresivos con anterioridad”, matiza. Además, las depresiones de inicio tardío, con frecuencia se consideran un síntoma precoz de demencia. Agüera lo explica así: “Ese cerebro se está desestructurando y al principio los síntomas son más indefinidos como los de un episodio depresivo, que cursa con tristeza, decaimiento, torpeza, falta de ganas de hacer cosas, y uno o dos años más tarde empieza a tener problemas de memoria”.
Conviene recordar que la depresión, a cualquier edad, produce problemas cognitivos, como dificultades de atención, memoria y planificación, y eso es un síntoma de la depresión. “Uno de los criterios diagnósticos de la depresión son los síntomas cognitivos, con independencia de la edad”, afirma el jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre.
Sin embargo, cuando la depresión cursa con síntomas cognitivos en una persona mayor, a veces, es difícil saber si esa sintomatología tiene que ver con que está empezando a desarrollar una demencia o se trata de un grupo de síntomas relacionados con la depresión en sí. “De hecho, la evolución de la demencia es progresiva y comienza con un deterioro cognitivo leve. Una persona con deterioro cognitivo leve y depresión tiene más riesgo de evolucionar antes a la enfermedad de Alzheimer que si no tuviera esa depresión. La depresión y la demencia, en todas sus formas, están muy relacionadas directamente”.
De modo que, hoy en día se sabe que la depresión es un factor de riesgo de demencia y puede ser también una advertencia temprana. “Siempre aconsejamos, por ejemplo, a los médicos de familia que cuando una persona de edad avanzada tenga depresión se someta a pruebas cognitivas. Probablemente, esa persona tenga ciertas dificultades que son inherentes a la depresión. Aun cuando se cure la depresión, recomendamos que se le sigan haciendo pruebas cognitivas de forma regular -cada 6 o 9 meses- para detectar si esa depresión era un síntoma precoz de la demencia”, advierte el profesor asociado del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Complutense.
Por otro lado, el impacto de la depresión en los adultos mayores con deterioro cognitivo o demencia es muy grande, en opinión de Agüera, ya que “afecta a su funcionalidad, la evolución de la demencia será más rápida en muchos casos, necesitarán más ayuda, incrementa el paso a vivir en una residencia, aumenta los costes sanitarios y la sobrecarga de los cuidadores”.
Manejo de la depresión y demencia comórbida
En esta situación clínica, además de tratar la demencia con los fármacos disponibles también hay que tratar la depresión. Esto último es objeto de controversia, tal y como explica Agüera. “Hay ensayos clínicos que dicen que los antidepresivos no son eficaces en el tratamiento de la depresión en la demencia. Otros estudios sugieren que unos antidepresivos sí lo son y otros no”.
La Sociedad Española de Psiquiatría elaboró, hace unos 3 o 4 años, un Consenso de Expertos sobre Depresión en el Anciano, donde se abordaba también la depresión en el contexto de la demencia. “Ante esta controversia de si existe dudosa eficacia de los fármacos antidepresivos, el Consenso dijo que había que tratar la depresión con los fármacos disponibles. En ese momento, algunos fármacos habían demostrado mejorar la capacidad cognitiva de los pacientes deprimidos sin demencia. Este Consenso favorece estos fármacos sobre los que no han demostrado ninguna mejoría cognitiva. Ahora, disponemos de nuevos datos y un estudio importante en este sentido (estudio Memory)”, asegura Agüera.
Por tanto, el papel de los antidepresivos es significativo, pero no todos son iguales en términos de eficacia sobre síntomas cognitivos, tal y como explica este especialista, quien recuerda que “hay que elegir antidepresivos eficaces para la depresión y que también mejoren los síntomas cognitivos”.
En este sentido, vortioxetina podrá ser una alternativa farmacológica diferencial para este segmento de población. En palabras de Agüera, “vortioxetina ha demostrado mejoría en la capacidad cognitiva en la depresión de los adultos. También ha demostrado mejoría en las capacidades cognitivas en la depresión de los ancianos sin demencia y, recientemente, se ha publicado el estudio Memory, que aborda el tratamiento con vortioxetina de pacientes con demencia y depresión. Es el primer estudio que demuestra la eficacia en parámetros como la depresión, en primer lugar, y la mejoría de la capacidad cognitiva, especialmente de la memoria, y también de la funcionalidad y la calidad de vida en personas con demencia y depresión. Es un estudio muy completo, multicéntrico, realizado en España y otros países europeos, que resulta muy significativo”.
Con la vista puesta en el futuro del tratamiento de esta doble condición en una población cada vez más envejecida, el jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre considera que “es necesario tratar las dos enfermedades. Para ello, necesitamos mejores fármacos para tratar la demencia, algo en lo que se está avanzando, pero de forma lenta, compleja y con resultados todavía limitados. Si la demencia no se puede evitar, por el momento, necesitamos fármacos que mejoren la depresión en una población muy frágil al ser personas mayores y tener un cuadro neurodegenerativo. Los antidepresivos que actúan en más de un sistema de neurotransmisión cerebral suelen ser más eficaces en este sentido. Todavía está por explorar la posibilidad del tratamiento con fármacos que actúan por otras vías”.
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