Un momento de la presentación del libro 'Bioética y Oncología. Una puerta abierta a la oportunidad'.
28 jun. 2017 17:20H
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Humanizar la asistencia oncológica es uno de los grandes retos de esta especialidad médica en el siglo XXI. Los médicos deben tener en cuenta los valores, creencias y situación personal de los pacientes con cáncer para mejorar la atención que les prestan y conseguir así un manejo más integral de la enfermedad. Así lo ponen de manifiesto los autores del libro Bioética y Oncología. Una puerta abierta a la oportunidad, una iniciativa de la Sociedad Oncológica de Galicia (SOG) que cuenta con el apoyo de la compañía Takeda, y que se ha presentado en el Colegio de Médicos de Santiago de Compostela. Tres oncólogos gallegos y un bioeticista han editado este texto pionero, el primero que trata en España la relación entre Bioética y Oncología, cuyo objetivo es dar respuesta a más de la mitad de especialistas que, según una reciente encuesta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), manifiestan explícitamente la necesidad de formarse en esta disciplina.
“El 30 por ciento de los problemas que tiene un médico en su práctica clínica habitual no son técnicos, sino éticos”, asegura Francisco Barón, Facultativo Especialista de Área de Oncología del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña y coautor del libro. “Y sin embargo, la formación que recibimos es fundamentalmente técnica. La ética y el humanismo se consideran una pérdida de tiempo, competencias `blandas´ frente a la visión mecanicista de la enfermedad”, indica el oncólogo, para quien los principales problemas y conflictos del día a día “surgen cuando se quiere resolver un problema ético con herramientas técnicas”.
El autor defiende que técnica y bioética deben ponerse en práctica de forma paralela y de un modo sinérgico y complementario, de forma que la atención al paciente sea integral. “La parte afectiva y emocional es muy importante, porque el paciente está viviendo una situación grave que puede llegar a comprometer su vida. Si no nos preocupamos por los enfermos ni somos capaces de ponernos en su lugar y ser empáticos, no vamos a ser buenos oncólogos”, sentencia Barón.
De ahí que los autores defiendan que es fundamental recuperar la ética y que los oncólogos se formen en comunicación empática, acompañamiento al paciente, o aprender a dar malas noticias, como parte de la labor clínica que deben desempeñar. “Tenemos que conocer la intimidad de los tumores para tratarlos mejor, pero también tenemos que conocer la intimidad de las personas que portan el tumor. Los oncogenes se encuentran en personas, seres humanos que sufren, que tienen miedo, que tienen dolores, y que tienen necesidades”, afirma Barón.
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