Fernando Gutiérrez, Rosario García, Andrés Muñoz y Jordi Ginés Rubió.
En pleno auge de la
innovación terapéutica en materia
oncológica, con nuevos fármacos y nuevos mecanismos de acción viendo constantemente la luz, los métodos de evaluación de esas terapias han de evolucionar al mismo ritmo para asegurar su plena eficacia, y ello con el paciente siempre en el centro, incorporando su voz al proceso. Se trata, por tanto, de un reto global que afecta de forma multidisciplinar al
ámbito sanitario, y la conclusión es clara: son los ensayos clínicos los que han de adaptarse a la patología y al paciente, y no al contrario.
De todo ello y más se ha debatido en el taller
Horizonte en la evaluación de fármacos oncológicos: nos tiramos a la piscina, una cita organizada por
AstraZeneca en el marco del patrocinio del
XII Congreso Tendiendo Puentes que acoge este jueves el Palacio de Congresos de Toledo. El debate lo han dirigido cuatro expertos de un equipo multidisciplinar de atención al paciente oncológico:
Jordi Ginés Rubió, del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario Son Espases;
Fernando Gutiérrez, farmacéutico del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias;
Andrés Muñoz, especialista del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón; y
Rosario García, oncóloga del Servicio de Oncología Médica del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña.
El Palacio de Congresos de Toledo ha acogido el taller sobre nuevas evaluaciones de fármacos oncológicos.
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Evaluación de fármacos adaptada a la realidad del paciente
Precisamente García ha reconocido que el momento actual de “enorme innovación terapéutica” es único en tanto en cuando no sólo hay que tener en cuenta la llegada de
nuevos medicamentos, sino también el hecho de contar con “poblaciones más definidas, subgrupos de pacientes y, por consiguiente,
terapias específicas”. Precisamente por esto último, ese contexto ha de ir asociado, según la experta, “a nuevas formas de evaluar el beneficio de estrategias concretas para pacientes determinados”.
“Hemos de tener muy en cuenta la percepción que tiene ese paciente de toxicidad,
alivio sintomático y de mejora de su calidad de vida”, ha resaltado García. En esa línea, ha recordado que, tradicionalmente, se ha usado el valor de supervivencia global para determinar la eficacia de una terapia oncológica por ser "el endpoint más sólido" y "menos sujeto a ambigüedad".
Rosario García, especialista en Oncología Médica del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña.
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Por ello ha concluido que el actual es “el momento de pasar a la acción” en lo referente a un cambio de metodología de evaluación: “Si vamos a seguir jugando con las mismas reglas que hace 50 años, los avances no nos sirven de nada. Tenemos que movernos rápidamente en base al conocimiento, la experiencia y mucho sentido común”. Es algo en lo que ha coincidido plenamente Gutiérrez: “Si nos seguimos agarrando a las
evaluaciones clásicas, vamos a correr el riesgo de dejar atrás innovaciones terapéuticas que probablemente aporten mucho a los pacientes sin poder incorporarlas a nuestro día a día por falta de evolución”.
Horizontes éticos en la valoración de terapias oncológicas
En la búsqueda del método de evaluación innovador ‘ideal’ hay que tener una cosa clara, según el
farmacéutico hospitalario: “Se necesita tener la evaluación global de toda la enfermedad para dar el visto bueno a un nuevo fármaco”. En ese camino resulta clave llevar a cabo una continua labor de aprendizaje por parte del evaluador: “Para evaluar hace falta conocer por completo las
guías clínicas y también los estudios pivotales en los que se basan las guías, y para eso es necesario conocer la patología y saber de
Farmacología. Es una pirámide que sólo se consigue estudiando”.
Fernando Gutiérrez, especialista en Farmacia Hospitalaria del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias.
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Con todo ese conocimiento acumulado, es posible detectar los errores a la hora de diseñar ensayos clínicos y
medicamentos oncológicos. Según Muñoz, no es necesario avanzar hacia la fase 3 de un ensayo clínico -aquella en la que se comparan los nuevos tratamientos con las terapias convencionales- si con un fármaco novedoso en fase 2 ya hay
remisión del cáncer: “No es ético y no podemos esperar siete años para ver el beneficio para los pacientes. Los
comités de ética tienen que acomodarse y adaptarse a las innovaciones”.
Andrés Muñoz, especialista de Oncología Médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón.
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En ese sentido, Gutiérrez ha destacado cómo la
inmunoterapia y las terapias dirigidas “son capaces de mostrar, con sus respuestas patológicas, un beneficio clínico que tenemos que aprender a asumir”. Según Ginés, son varias las líneas de interés que derivan de esa tendencia adaptativa en la evaluación de fármacos:
"La medicina de precisión, la inmunoterapia, la aparición de indicaciones tumor-agnósticas y el abordaje del cáncer temprano".
Jordi Ginés Rubió, especialista en Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario Son Espases.
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El decálogo para adaptar ensayos clínicos a la eficacia
Para García, en definitiva, son doce las claves que han de marcar el futuro de la
evaluación clínica de nuevas terapias oncológicas. “Si queremos jugar de otra manera, tenemos que ser honestos, decidir que vamos a incorporar nuevas herramientas y elevar el listón para que llegue lo que de verdad aporte, y no todo, porque, seguramente, todo lo nuevo no aporta lo mismo”, ha dicho.
El decálogo comienza con la necesidad de diseñar ensayos clínicos teniendo en cuenta los
tipos de tumor y la situación clínica concreta de cada paciente. A partir de ahí, tener en cuenta que, cuando la mediana de supervivencia no es capaz de valorar el
beneficio clínico, “hay que introducir nuevos métodos”: “Exige un esfuerzo de seguimiento a largo plazo, pero es un error no hacerlo”, ha destacado.
En ese proceso, “el paciente tiene que estar sí o sí en la conversación” porque “tiene claro lo que quiere”. La experta también ha abogado por mejorar los
estudios de vida real, algo en lo que han de implicarse “no sólo los clínicos y los farmacéuticos hospitalarios, sino también las
Administraciones sanitarias”.
Esa evolución, según García, ha de quedar registrada en porfolios “de variables con carácter dinámico” que puedan ir actualizándose” con “profesionales que ayuden a seleccionar los
métodos estadísticos más adecuados”. Para ello también se consideran necesarios los llamados ‘ensayos basket’, que “permiten reducir la incertidumbre” junto a los “estudios posteriores de práctica en vida real”.
Por último, la oncóloga ha abogado por contar con
modelos de financiación “flexibles”, por que los evaluadores clínicos sean “expertos en las patologías concretas”, por el uso de la
Inteligencia Artificial, por la concienciación de “todos los agentes implicados” en el proceso y por “la transparencia” para, entre otras cosas, acabar con la opacidad en los procesos de
fijación de precios de nuevos fármacos.
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