Jordi Guitart, responsable de la Clínica del Dolor del Centro Médico Balmes, analiza la relación entre ambas patologías

Jordi Guitart, responsable de la Clínica del Dolor del Centro Médico Balmes, analiza la relación entre depresión y dolor
Jordi Guitart, responsable de la Clínica del Dolor del Centro Médico Balmes.


10 dic. 2024 5:45H
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El dolor crónico es aquel que persiste durante más de tres meses. Constituye un estado de estrés que es un factor crítico para el desarrollo de depresión, según pone de relieve la evidencia científica. El dolor no solo afecta físicamente, sino que también tiene un gran impacto emocional.

“El dolor es una de las causas más comunes por las que un paciente busca atención médica. Lo hace no sólo para conocer la causa del mismo, a fin de encontrarle un remedio, sino también por la incapacidad que le ocasiona para desarrollar las actividades diarias. Cuando el dolor persiste por meses o años, su efecto sobre el individuo es muy importante, implica que deja de ser un síntoma para conformar un síndrome. El síndrome de dolor crónico es un problema multidimensional que se acompaña de cambios en el comportamiento, limita las actividades diarias y propicia la búsqueda frecuente y excesiva de medicamentos y atención médica”, explica Jordi Guitart, responsable de la Clínica del Dolor del Centro Médico Balmes.

Según el estudio Effectiveness of Vortioxetine in Patients with Major Depressive Disorder Associated with Chronic Pain: An Observational Study in a Spanish Population, publicado en 2024, y en el que Guitart es uno de los autores, el dolor crónico afecta al 20 % de la población mundial. La prevalencia de dolor en personas con depresión y de síntomas de depresión en pacientes con dolor crónico es más elevada que la prevalencia de estas dos condiciones individualmente.

En palabras de Guitart, “el dolor y su comorbilidad con los trastornos mentales han sido documentados ampliamente siendo la depresión mayor la comorbilidad psiquiátrica más frecuente en pacientes con dolor crónico. La prevalencia de depresión mayor entre los asistentes a una clínica de dolor es de un 25 %, presentando un 60 % alguna forma de depresión”.

La depresión en pacientes con dolor crónico se asocia a una disminución del umbral del dolor, aumento de la percepción del dolor, mayores limitaciones funcionales y peor respuesta analgésica. Asimismo, la presencia de dolor reduce la posibilidad de recuperación de la depresión y se relaciona con síntomas más intensos en estos pacientes, incluyendo alteración del sueño, aumento de la ansiedad y deterioro cognitivo, como destaca el estudio mencionado anteriormente.

Las vías neuronales que se modulan en respuesta al dolor y a los trastornos del estado de ánimo involucran las mismas regiones cerebrales. De manera similar, tanto el dolor como la depresión se han asociado con anomalías en los niveles de diferentes sustancias. Estas observaciones son consistentes con la idea de que existe una superposición entre los mecanismos que sustentan la neuroplasticidad inducida por el dolor y la depresión, lo que facilita el desarrollo de la depresión inducida por dolor crónico.

Abordaje del dolor crónico y la depresión


Esta comorbilidad exacerba los síntomas de ambas enfermedades, dificultando el tratamiento y complicando el manejo de estos pacientes. Además, el dolor crónico se considera un predictor de depresión mayor y de empeoramiento de los síntomas de ansiedad, y la gravedad de la depresión y la ansiedad también se relaciona con la falta de respuesta al tratamiento. Así, se ha encontrado una relación entre la magnitud de las quejas de dolor y la intensidad de las manifestaciones depresivas y ansiosas.

“Las clínicas del dolor son dirigidas habitualmente por anestesiólogos pese a ser de carácter multidisciplinar. Existen Clínicas Psiquiátricas del Dolor, en ellas los pacientes después de recibir atención especializada mejoran en más de un 50% de manera significativa, en su problema de dolor, así como, obviamente, en su problema psiquiátrico”, matiza este experto.

Teniendo en cuenta que los tratamientos actuales para la depresión asociada al dolor crónico, basados en antidepresivos tricíclicos o inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina a veces no son efectivos y/o no son bien tolerados, es importante explorar la eficacia y tolerabilidad de nuevos agentes terapéuticos. El antidepresivo vortioxetina, efectivo en el trastorno depresivo mayor, presenta un nuevo mecanismo de acción multimodal que podría convertirlo en un buen tratamiento alternativo para pacientes con trastorno depresivo mayor y dolor crónico, con un buen perfil de eficacia y seguridad y satisfacción del paciente.

Según Guitart, “la utilización de fármacos psiquiátricos para el tratamiento del dolor conlleva una potenciación de los analgésicos y un tratamiento de los síntomas asociados con muy buenos resultados. Por supuesto, vortioxetina es una muy buena opción y con una menor aparición de efectos indeseables”.

Entre los principales resultados del reciente estudio observacional llevado a cabo en el contexto de la práctica clínica con vortioxetina, Guitart destaca que “además de que mejoraron de manera significativa los síntomas de depresión mayor, mejoró de manera muy importante el dolor crónico, manifestando un 90 % de los pacientes que se encontraba mejor”.
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