Andrés Jerez y Ana Alfonso.
11 mar. 2021 17:35H
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Tras más de una década sin nuevos fármacos para los síndromes mielodisplásicos, en los últimos años se han ido incorporando nuevas estrategias eficaces para las neoplasias mieloides, que las engloban, lo que ha abierto una puerta de esperanza de los pacientes.
Así lo ha indicado Andrés Jerez, hematólogo del Hospital Universitario Morales Meseguer de Murcia, en el transcurso de la XI Reunión del Grupo Español de Síndromes Mielodisplásicos, que ha corrdinado junto a Ana Alfonso, de la Clínica Universidad de Navarra.
“El trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos sigue siendo el único tratamiento curativo para los síndromes mielodisplásicos de alto riesgo, pero no podemos ofrecerlo a la mayoría de nuestros paciente, al tratarse de personas de edad avanzada y que, en muchas ocasiones, presentan comorbilidades”.
Su principal alternativa, los fármacos hipometilantes, presentan menos complicaciones relacionadas con el tratamiento, pero aportan un incremento de la supervivencia limitado. “Sin embargo, a pesar de que los intentos iniciales de combinar los hipometilantes con otros agentes no tuvieron éxito, hay datos esperanzadores con nuevas terapias dirigidas, fundamentalmente, a restablecer la apoptosis fisiológica en las células enfermas, bien directamente o modulando la respuesta inmune frente al tumor”.
Inclusión de pacientes de síndromes mielodisplásicos en ensayos clínicos
Algunas de estas moléculas “se encuentran en estudios clínicos avanzados, abiertos en numerosos centros de nuestro país”. Desde el Grupo “animamos a ofrecer a los pacientes su inclusión en estos ensayos porque, sin duda, supone la estrategia más relevante para incorporar mejoras en los planes de tratamiento”.
El paciente de bajo riesgo, es decir, los que tienen una esperanza de vida similar a la de la población general, “es uno de los grandes retos de los síndromes mielodisplásicos”, según Ana Alfonso. “En la actualidad, en la mayoría de los casos, estos pacientes reciben únicamente un tratamiento de soporte y una actitud expectante por parte de los especialistas que los tratamos”.
En cambio, “sabemos que las clasificaciones actuales de riesgo no son perfectas y la enfermedad de estos pacientes se transforma rápidamente en una entidad de alto riesgo o en una leucemia mieloide aguda. Por ello, afinar bien en el riesgo de transformación a un síndrome mielodisplásico de alto riesgo o a una leucemia nos ayudaría a seleccionar mejor a aquellos pacientes que se pueden beneficiar de un tratamiento modificador de la enfermedad o, incluso, de un trasplante alogénico”.
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