En todos los documentales divulgativos sobre
viajar al espacio explican que uno de los problemas a los que se enfrentan los
astronautas durante su vida fuera de las limitaciones de la
gravedad es la
anemia, fenómeno ampliamente establecido que unos investigadores de la
NASA han puesto en entredicho.
Esta idea de la ‘anemia espacial’ se basa en “
muestras de sangre de astronautas recogidas tras el viaje, lo que puede estar influido por muchos factores, como el
estrés del aterrizaje y la readaptación a las condiciones de la Tierra”, explica Richard Simpson, profesor asociado de las universidades de Arizona y Houston y coautor del estudio.
Los investigadores, que han publicado el trabajo en la revista de acceso abierto
BMC Hematology, tomaron muestras de 31 astronautas (6 mujeres y 25 hombres) que pasaron
hasta seis meses en la Estación Espacial Internacional. Se tomaron muestras a los 180 y 45 días antes del vuelo; a las dos semanas, los tres y los seis meses de iniciado el viaje, y unas horas y 30 días después de aterrizar de nuevo en Tierra.
Las muestras tomadas en el espacio fueron
enviadas de inmediato a la Tierra y tardaron 48 horas en llegar, lo que implicaba ciertos cambios esperados. En estas muestras, el nivel de hematocrito aumentó entre el 10 y el 12,2 por ciento comparado con los niveles pre-vuelo. Muestras tomadas en Tierra a un grupo de control a las que se les aplicó el mismo retraso de 48 horas solo vieron incrementar su nivel de hematocrito un 4,7 por ciento.
Esto sugiere que los cambios observados en la sangre de los astronautas son debidos a un aumento real de los glóbulos rojos. Tras finalizar la misión, el nivel de hematocrito alcanzó la normalidad pre-vuelo en el plazo de 30 días.
Los autores sugieren que son los cambios en el volumen del plasma sanguíneo, que ha mostrado reducirse durante el vuelo espacial, los que pueden influir en el volumen de hematocrito, pero quedan por evaluar esas variaciones en misiones espaciales a largo plazo.
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