Joan García es director de Investigación en el Banco de Sangre y Tejidos de Cataluña.
Joan García López, director de Investigación del
Banco de Sangre y Tejidos de Cataluña, ha sido elegido
vicepresidente europeo de la
International Society for Cellular Therapy, una institución que reúne a investigadores, instituciones, industria y otros actores para promover la
investigación traslacional en
terapia celular y la llegada de estos tratamientos al paciente.
El acceso equitativo a las
terapias avanzadas es la prioridad para este
hematólogo, que destaca el papel de España en la investigación en terapia celular y se muestra optimista con la llegada de cada vez más tratamientos desde esta disciplina en el medio plazo.
¿Con qué objetivo entra en la vicepresidencia europea del ISCT?
Lo primero, quiero expresar mi agradecimiento a todos los profesionales que han apoyado mi candidatura. Durante los últimos años estamos asistiendo a una
aceleración en la creación de nuevas posibles estrategias terapéuticas basadas en células y sus posibles modificaciones genéticas. Las propuestas provienen de la academia, de la industria y de centros de investigación que finalmente interactúan con los organismos regulatorios y la administración. Mi objetivo prioritario será favorecer la llegada de estas nuevas terapias a los pacientes con la máxima equidad de acceso posible trabajando con todos los actores implicados. A nivel más general: promoviendo la investigación, desarrollo, innovación y educación en esta área de la ciencia. Obviamente, una vez asumido el cargo, seguramente, habrá otros objetivos.
¿Qué importancia tienen instituciones como el ISCT, que agrupan no solo a especialistas sino a otros actores como industria o administraciones, en el avance de la investigación y el acceso a las terapias avanzadas?
Mi objetivo prioritario será favorecer la llegada de la terapia celular a los pacientes con la máxima equidad
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La respuesta está en línea con los objetivos que he mencionado. En muchas áreas de la Medicina, la creación de valor y nuevos tratamientos proviene de diferentes sectores, públicos o privados, como la academia, centros de investigación, empresas etc. Las administraciones regulan su acceso a los pacientes velando por su seguridad clínica y ética.
Es difícil pensar en un progreso eficaz y eficiente sin contar con la interacción de todos los implicados. ISCT (y afortunadamente otras organizaciones) ha construido un escenario global en que los profesionales de estos sectores interactúan, colaboran y en general promueven el avance científico y médico de esta área de conocimiento. Ello maximiza las posibilidades de avance.
¿Cómo se ve la investigación española en terapia celular desde un organismo internacional como éste? ¿Fomenta el entorno la investigación traslacional?
La investigación española en terapia celular goza de buena salud, ello es reconocido desde ISCT. Es verdad que
la crisis económica ha afectado a la progresión en su desarrollo, pero tenemos centros de investigación, universidades, hospitales, algunas empresas y administraciones que han apostado decididamente por la terapia celular. Ejemplo de ello son la red TerCel, la IATA andaluza, Advance Cat en Cataluña y otros programas y proyectos a nivel estatal y autonómico. Seguramente me dejo alguno.
Europa es el continente con una mayor regulación de la investigación en cuanto a la protección del paciente y sus datos personales. ¿Puede esto suponer un hándicap a la investigación?
Es verdad que esta regulación es exquisita en la UE, pero no creo que afecte sustancialmente al avance científico. Lo importante son los datos biológicos, epidemiológicos o los resultados de la investigación clínica en su conjunto.
Todavía son muy pocos los tratamientos basados en terapias avanzadas (celular, génica) presentes en la práctica clínica habitual. ¿A qué se debe este hecho? ¿Cambiará este panorama en el corto-medio plazo?
Decenas de nuevos tratamientos de terapias avanzadas están en diferentes estadios de desarrollo
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Es verdad.
Los medicamentos de terapia avanzada son eso: medicamentos. La regulación, que en última instancia protege al paciente, en primer lugar genera un cribaje, de manera que los tratamientos no efectivos o no seguros no llegan a ver la luz. Por otra parte, el proceso por el que se llega a demostrar que un medicamento es seguro y eficaz (investigación preclínica, ensayos fase I, II, III, registro, seguimiento…) dura mucho tiempo, del orden de los 8-12 años. En este momento, decenas de nuevos tratamientos están en diferentes estadios de este proceso, por lo que
no descartamos que en los próximos años podamos asistir a un cambio de ritmo en este sentido.
¿Está la regulación española sobre terapias avanzadas por detrás de la de otros países de su entorno? ¿Es sencillo adaptar la regulación actual de medicamentos y tecnologías sanitarias a un cambio de paradigma como es la terapia celular?
En absoluto. España es uno de los países
donde se realizan más ensayos clínicos en terapias avanzadas. La Aemps está fuertemente implicada y entiende muy bien este sector. Hemos de reconocer su tarea que sin perder exigencia permite avanzar de manera efectiva.
Ahora que el Consejo Interterritorial acaba de aprobar un Plan de Medicina Personalizada, ¿es momento de empezar a pensar en un plan estratégico nacional para la terapia celular?
Desde mi punto de vista, la respuesta es claramente afirmativa. Además, me consta que los diferentes actores del sistema de salud –Administración en un sentido amplio, sociedades científicas, redes temáticas, etc.– creen que es el momento apropiado para hacerlo. No solo porque
se ha demostrado la eficacia de estas terapias en ensayos avanzados, sino también por la irrupción de la terapia celular antitumoral (inmunoterapia), que va a suponer una revolución terapéutica y va a suponer un reto para el Sistema Nacional de Salud.
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