El Colegio de Enfermería de Bizkaia y ANDE han celebrado una conferencia que aborda este reto en el SNS

 María José García Etxaniz, Aurkene Redondo Ikazuriaga y María Pilar Sánchez Rubio
María José García Etxaniz, Aurkene Redondo Ikazuriaga y María Pilar Sánchez Rubio.


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El Colegio de Enfermería de Bizkaia (CEB) y la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE), acaban de celebrar en la sede colegial de Bilbao la conferencia titulada ‘Liderazgo femenino’, impartida por Aurkene Redondo Ikazuriaga, directora de Enbor Konsultoreak. La sesión ofreció una profunda reflexión sobre los retos que enfrentan las mujeres en el ejercicio del liderazgo dentro del ámbito sanitario y, en particular, en la profesión enfermera. El acto fue inaugurado por María José García Etxaniz, presidenta del Colegio de Enfermería de Bizkaia, y María Pilar Sánchez Rubio, vocal de ANDE en el País Vasco, y se inscribió dentro del marco de colaboración formalizado por ambas entidades en noviembre de 2024.

La conferencia invitó a las personas asistentes a cuestionarse su propio punto de partida y a analizar el contexto social y profesional en el que se desarrolla el liderazgo femenino, proponiendo un paso hacia un liderazgo feminista, inclusivo y transformador. A través de datos objetivos y ejemplos reales, se evidenció cómo las mujeres siguen infrarrepresentadas en puestos de decisión, a pesar de su alta cualificación y compromiso profesional.

Uno de los bloques más valorados por las personas asistentes fue el dedicado a la autoestima y al llamado “síndrome de la impostora”, donde Redondo expuso cómo las mujeres líderes, a menudo, dudan de su legitimidad para ocupar espacios de poder y se enfrentan a exigencias internas y externas que las conducen a un perfeccionismo paralizante. «El liderazgo femenino no solo requiere de capacidades técnicas, sino de un entorno seguro que fomente la autoestima, la sororidad y la resiliencia», subrayó la ponente.

Además, se destacó la importancia de generar redes de apoyo, fomentar la comunicación asertiva y reconocer los logros propios sin necesidad de la validación externa. Tal y como se puso de manifiesto, «Las mujeres no deben adaptarse a estructuras masculinas preestablecidas, sino transformar dichas estructuras para que sean más equitativas, humanas y sostenibles».

En su intervención sobre liderazgo resiliente, Aurkene Redondo propuso una visión «profundamente humana y transformadora» del liderazgo, articulada en torno a tres ejes fundamentales: entorno afectivo, escucha activa y redes de apoyo.

Entorno afectivo: crear espacios seguros y acogedores


El primer pilar del liderazgo resiliente defendido por Redondo fue la generación de entornos afectivos. «Las mujeres líderes, especialmente en contextos feminizados como el de la enfermería, necesitan sentirse seguras, valoradas y protegidas».

La ponente subrayó que la resiliencia no puede florecer en contextos hostiles o solitarios. Por eso, el entorno laboral «debe ir más allá de lo técnico y lo jerárquico», convirtiéndose en un «espacio de acogida emocional», donde las personas puedan ser auténticas sin temor a ser juzgadas por mostrar dudas, emociones o vulnerabilidades.

Esta afectividad no es sinónimo de debilidad, sino de fortaleza relacional. Las líderes que saben crear climas seguros generan confianza, cohesión y sentido de pertenencia. En sus palabras: «Solo cuando nos sentimos arropadas, podemos atrevernos a liderar desde nuestra verdad».

Escucha: ampliar el mapa y dar sentido a las experiencias


El segundo componente del liderazgo resiliente puesto de relieve por la experta fue la escucha activa y empática, abogando por construir espacios, tanto formales como informales, donde se pueda hablar y compartir experiencias sin filtros ni juicios.

Según se destacó en la conferencia, esta escucha tiene un triple valor. Por un lado, permite flexibilizar la mirada, ampliando el mapa mental más allá de los roles tradicionales de género que aún imperan en muchas estructuras. También ayuda a dar sentido al sufrimiento, transformando la experiencia individual en aprendizaje colectivo. Y por último, favorece una conciliación interna, ya que compartir las vivencias rompe el aislamiento y normaliza los desafíos.

La oradora insistió en que «el liderazgo femenino necesita lugares donde se pueda hablar desde la vivencia, no solo desde el currículo». Escuchar y ser escuchada es un acto de validación, de reconstrucción de la autoestima y de afirmación del derecho a estar y a liderar.

Establecer redes: apoyo mutuo y solidaridad estructural


El tercer eje citado por la directora de Enbor Konsultoreak fue la construcción de redes de apoyo entre mujeres en las que prime la solidaridad, la complicidad y la sororidad. Frente al modelo «competitivo y aislado» que ha imperado tradicionalmente en los puestos de poder, Redondo propuso un liderazgo basado en la «interdependencia y el acompañamiento».

Para la experta, estas redes no son meros grupos informales, sino estructuras que deben ser promovidas activamente por las organizaciones. Su objetivo es compartir recursos, brindar soporte emocional, buscar juntas soluciones a los problemas cotidianos y generar un tejido protector frente a la precariedad, la soledad y la sobrecarga.

La ponente explicó que muchas mujeres, especialmente en posiciones de liderazgo, se sienten solas o desbordadas. «La creación de redes les permite saberse acompañadas, nutridas por otras referentes y capaces de apoyarse sin sentir que fallan o que muestran debilidad», concluyó.
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