La presidenta de la AES critica la “falta de conexión” entre los agentes sanitarios



5 ene. 2014 18:44H
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Redacción. Madrid
Naciones europeas como Reino Unido disponen de potentes instituciones evaluadoras, caso del NICE. En España, en cambio, existe una red de agencias que llevan a cabo esa función, pero lo hacen de forma inconexa, sin intercambiar información con la totalidad de los agentes sanitarios. Esa falta de cultura evaluadora es criticada de forma insistente por los economistas de la salud españoles que se ven privados de un recurso imprescindible para todo trabajo de investigación.

Al concluir 2013 han presentado un informe que diagnostica y prescribe tratamiento al Sistema Nacional de Salud. ¿En qué consiste?

Lo que hemos intentado hacer, en el nuevo contexto de crisis económica (cuando publicamos el anterior, en 2008, no se había producido) es ver qué se ha hecho y continuar analizando en qué punto estamos.

Aunque alguna de las ideas ya se había propuesto en el de 2008, ahora se intenta hacer otro análisis, como digo, en el contexto de la crisis. Pero esto último no aporta más relevancia al problema del SNS: hace muchos años que lo padecemos; lo que sucede es que, en un escenario de crisis, se tiene que solucionar en un plazo de tiempo más corto.

¿De qué problema hablamos?

Hay varios problemas. Uno muy relevante es la ausencia de evaluación. El segundo más relevante es el capítulo cuarto y la rendición de cuentas, que han sido subrayados por el profesor Oliva [su antecesor en el cargo]. Tenemos muy poca cultura evaluadora y eso no nos permite hacer las afirmaciones que, realmente, se están planteando o debatiendo cada día en los medios.

Marta Trapero-Bertran, presidenta de la AES, entrevistada por Redacción Médica.

Se plantea, por ejemplo, el debate entre [gestión sanitara] pública o privada: en realidad no podemos declinarnos por uno u otro, los expertos técnicos no pueden hacerlo, no pueden facilitar información a los agentes que deben tomar las decisiones porque, sencillamente, no se han hecho las evaluaciones necesarias para ello.
No nos llega la información y, por lo tanto, los que pueden evaluar no lo hacen por la falta de información. Así que aquí entramos en muchas cosas: fala de evaluación, falta de información y de rendición de cuentas, etc.

¿Qué han propuesto para enmendar ese déficit?

Hemos mencionado, en evaluación económica de medicamentos, a Cataluña, País Vasco y Andalucía como tres comunidades autónomas pioneras en este aspecto.  ¿Qué quiere decir eso? Porque, si se analiza la salud de estas comunidades autónomas, sus servicios regionales también adolecen de problemas como el resto. Pero lo importante es poder evaluar para poder, a su vez, analizar.

Si se hace un análisis y una evaluación [de cada servicio regional de salud] podemos deducir cómo debe trabajarse [en la resolución] de ese problema. Ésta es la idea de la evaluación. Y estas tres comunidades están más avanzadas a la hora de evaluar, lo cual no quiere decir que sean autonomías que se deban tomar como referencia en el ámbito de la salud, sino que los métodos son más transparentes, que es lo que pedimos.

¿Evalúan la salud otros países europeos?

Si nos vamos al caso de Reino Unido, yo puedo entrar en una página como es la institución NICE y allí está especificado cómo se toman las decisiones e incluso está vinculado a la web del Departamento de Sanidad y tú ves una coherencia entre la información que facilita esta institución –que está financiada por NICE pero que es totalmente independiente– y las decisiones que se toman.

Aquí [en España] se toman decisiones, pero no tenemos una institución evaluadora como el NICE aunque, a lo mejor, no la necesitamos porque tenemos una red evaluadora de agencias recientemente creada que, en principio, nos tendría que facilitar esa información. Pero, claro, no ves la conexión. Tenemos el problema de que los agentes no están conectados. Si tú te vas a otro país, tú ves que los diferentes agentes están conectados, es decir, hay una correspondencia entre la toma de decisiones, la información que se facilita por medio de los evaluadores, las diferentes empresas farmacéuticas (hablo ahora básicamente de fármacos) o de tecnología sanitaria e incluso entre los pacientes.

Así, yo he estado trabajando para el NICE por medio de una Universidad, y hacíamos evaluaciones para esta institución, cuyos miembros tomaban las decisiones todos sentados en la misma mesa: pacientes, agentes de compañías farmacéuticas, decisores y evaluadores, etc. Y todos ponen en común esa información. Aquí, en cambio, ¿no tenemos esos agentes? Sí los tenemos, y tenemos a expertos que los ‘exportamos’ fuera cada dos por tres. Tenemos buen personal, buenos recursos y un Sistema Nacional de Salud de referencia. Lo que tenemos que hacer es comunicar, que las diferentes partes se comuniquen, y que se hagan cuentas, se promueva la transparencia y haya una cultura evaluadora… Así se podrán tomar decisiones informadas, que es el concepto que aquí englobamos. De modo que se deben tomar decisiones informadas, pero aquí no se dispone de esa información

En España, ¿no se ha intentado hacer algo similar al NICE británico?

Durante mucho tiempo se ha hablado de una institución similar, el Hispanice, de referencia en evaluación. Pero yo no sé si, realmente, hay que crear una institución o esa red de agencias puede servir. De hecho, cuando ésta se creó de manera formal (ya existía de manera informal), los economistas de la salud nos pusimos muy contentos porque pensamos que ésa iba a ser la institución evaluadora de referencia, que iba a conformar la decisión. Lo que sucede es que, aunque hace evaluaciones, desconocemos cuál es el proceso hasta llegar a la toma de decisiones: no es transparente, no sabemos si, realmente, hace las veces de una institución. La última palabra, en todo caso, la toman los decisores.
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