Jon Guajardo, Inés Gallego, Francisco Dolz y Pedro Carrascal.
La sanidad española mira de reojo a la vecina
Portugal, cuyo Gobierno ha instaurado en la dirección de su Sistema de Salud un
equipo “independiente” de cualquier partido. Quizás en nuestro país no exista un marco normativo que permita situar un ‘staff’ meramente técnico al frente del SNS, aunque, por otro lado, la política no tiene por qué ‘restar’ a la gestión sanitaria. Según los directivos que han tomado parte en el debate de
Redacción Médica sobre organización basada en el valor, la transformación que requiere el sistema sanitario español pasa por el establecimiento de un
“contrato social” que trascienda el ámbito político pero que no promueva una desconexión total con los gobernantes.
"El modelo no tiene sostenibilidad, hemos de transformarlo".
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Estas son algunas de las conclusiones que han compartido los protagonistas del debate sobre valor y gestión sanitaria organizada por
Redacción Médica con la colaboración de la
Sociedad Española de Directivos de la Salud. Se trata, en concreto, de
Jon Guajardo, vicepresidente de SEDISA;
Pedro Carrascal, director general de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP),
Inés Gallego, subdirectora del servicio vasco de Salud (Osakidetza) y
Francisco Dolz, gerente del Hospital Universitario Doctor Peset.
Lo cierto es que todos ellos aprecian virtudes en la estrategia portuguesa, que busca en este ‘staff’ técnico salidas para paliar los importantes
problemas de escasez de médicos que arrastra el país. En palabras de Francisco Dolz, se trata de un sistema que surge “del punto de vista de los profesionales y de los propios pacientes” y que huye del “hospitalocentrismo” en favor de la Atención Primaria. “Este modelo permite abordar de una manera más
holística a la población y además está encabezado por un directivo gerente que no tiene que rendir cuentas políticas, sino de resultados”, apunta.
"Necesitamos un contrato social que esté por encima de la política".
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“Es una apuesta valiente por parte de Portugal”, concede al respecto Jon Guajardo, quien sin embargo considera que los políticos tienen que estar ligados por necesidad a la gestión sanitaria. Son ellos, recuerda, quienes concretan los presupuestos y la distribución de los mismos. En este sentido, subraya que no hay que
“malinterpretar” la política, que no deja de estar formada por los “representantes de la sociedad” aunque a veces estos “colisionen con la verdadera funcionalidad que debe tener un sistema público de Salud”.
En este escenario, los directivos sanitarios abogan por forjar en España un gran “contrato social” que suscriban políticos, profesionales de salud y asociaciones de pacientes para asentar un sistema que no pueda ser utilizado como “arma política” y que establezca unos
objetivos fijos a largo plazo. “Lo esencial es medir los resultados en salud y fomentar un entorno transformador basado en el valor. Eso no se puede hacer en cuatro años, se necesita mucho más recorrido”, ha apuntado en este sentido Inés Gallego.
Pago por resultados en sanidad
Al margen del debate sobre la naturaleza técnica o política de la dirección sanitaria, los ponentes han detallado las claves de esa transformación de una gestión que, en palabras de Guajardo, debe estar sometida a la evaluación de los resultados que se obtienen en la práctica clínica de las diferentes organizaciones de Salud.
De izquierda a derecha en pantalla: Jon Guajardo, Inés Gallego, Francisco Dolz y Pedro Carrascal.
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“Tenemos que medir datos, porque está claro que nuestro modelo
no tiene sostenibilidad. Está demostrado que entre el 25 y el 40 por ciento de las actuaciones que hacemos cada día no aportan ningún valor para el paciente o incluso le son perjudiciales”, ha advertido el vicepresidente de SEDISA.
"El covid ha invisibilizado muchas de las necesidades de los pacientes".
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El objetivo es establecer una nueva
“cultura sanitaria” que se sostenga sobre ese “valor”. En este sentido, Gallego coincide en la importancia de “medir todo aquellos que importa al paciente” y de evaluar una práctica clínica que “generalmente se lleva a cabo de manera sistematizada”. La subdirectora de Osakidetza pone como ejemplo de éxito el
modelo de ‘pago por resultados’ que se ha impulsado en Cataluña, mediante el que la sanidad pública paga por determinados fármacos en función de la respuesta que los usuarios obtengan del tratamiento.
Una nueva cultura que también precisa de una
“transformación tecnológica”. “No se trata de que todo lo tengamos que hacer de forma digital, sino de utilizar la tecnología que antes no teníamos como complemento para bucear en un ámbito de conocimiento innovador”, ha recalcado la propia Gallego.
Los pacientes, "invisibilizados"
Otra de las claves de este proceso radica en
‘reubicar’ la figura del paciente para ponerla “en el mismo centro del sistema”. “No se trata únicamente de medir lo que se hace, sino el por qué. El usuario tiene que ser el beneficiario de todas las acciones, y por lo tanto, hay que preguntarle para qué o por qué es necesaria una intervención”, apunta al respecto Pedro Carrascal.
"Hay que medirnos según resultados, no según la cantidad que trabajamos".
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“Los pacientes deben ser activos en la preparación de los itinerarios y el diseño de los procesos y planes estratégicos dentro del sistema sanitario”, ha señalado.
El director general de POP incide en que la participación del paciente “en las diversas estructuras” del SNS “es fundamental” un SNS que “se ha tensionado hasta el
colapso”, como sucedió durante una crisis covid que “invisibilizó muchas necesidades” de los usuarios. “Esto ha impacto especialmente en la salud de las personas con enfermedades crónicas y con pluripatologías, lo que ha generado mucho sufrimiento. Hay que regresar a la normalidad cuanto antes y desatascar la situación”.
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