César Pascual Fernández.
Las perspectivas de
César Pascual en el sector sanitario son múltiples gracias a su larga trayectoria profesional: médico de formación, ha sido gerente hospitalario; alto cargo de la Administración Sanitaria; incluso parlamentario de sanidad.
Redacción Médica le entrevista con motivo del documento público '
Lecciones Covid-19 (qué ha aprendido el sector sanitario español ante la pandemia)', editado por este diario.
El actual
director de Proyectos de la Fundación Sedisa tiene muy claros los caminos que debe seguir el
Sistema Nacional de Salud (SNS) si no quiere verse de nuevo
sorprendido por una epidemia como la del coronavirus.
¿Cuáles son los aciertos y errores que considera que se han cometido durante esta crisis?
Se me hace muy difícil hablar de aciertos en un país donde de momento hay más de 23.000 fallecidos y de 38.000 profesionales sanitarios contagiados.
El gobierno de la nación no ha sabido estar a la altura dando
muestras de una preocupante falta de competencia. Estamos viendo un gobierno desnortado, sin estrategia que va a rebufo de los acontecimientos y con un afán regulador nunca visto. Y
esta pandemia no se arregla con decretos y órdenes ministeriales. Con las respuestas ofrecidas por el gobierno que las cosas salieran razonablemente bien hubiera sido un milagro.
"Difícilmente se puede mantener un mínimo liderazgo imprescindible para afrontar una crisis como ésta con continuos errores de gestión"
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Ha faltado gestión inteligente de esta crisis. Ejemplo de ello son las
desastrosas compras de test, EPI, mascarillas, respiradores, etc. que se realizaron tarde y mal a pesar que tanto la
Comisión Europea como la
Organización Mundial de la Salud (OMS) hicieron advertencias y recomendaciones para aprovisionarse con antelación.
La
decisión de confinamiento precipitada y sin planificar. Se optó por imitar a Italia y proceder a un confinamiento medieval en vez de optar como han hecho otros países por confinamientos selectivos. Y además
se hizo tarde permitiendo concentraciones masivas de gentes en eventos de distinto tipo.
Otros déficits manifiestos. Por un lado la
no realización de test o pruebas diagnosticas de forma masiva para disponer de los datos necesarios a los efectos de planificar las respuestas. Por otro lado la carencia de medios y test a los profesionales sanitarios condujo a una terrible desprotección de consecuencias funestas y además impedir tomar las medidas adecuadas.
Por ultimo, la
comunicación dirigida a justificar más que informar, plagada de errores y basada en afirmaciones inciertas y contradictorias, en muchas ocasiones obligándose a rectificar. La incoherencia de los mensajes con cambios continuos que se intentan justificar en decisiones de los técnicos: indicaciones de los test, uso de mascarillas, anuncios fallidos, salidas de los niños y un largo etcétera.
Difícilmente se puede mantener un mínimo liderazgo imprescindible para afrontar una crisis como ésta con estos continuos errores de gestión y cambios de rumbo.
En la parte positiva hay que destacar y mucho la implicación y la respuesta de los profesionales del sistema nacional de salud en su conjunto (sanitarios o no, gestores, de apoyo, …) así como Guardia Civil, Policía, Policía Local, fuerzas armadas, Protección Civil, ONGs y muchos trabajadores del sector privado y del sector primario que arriesgaron su salud porque el país no se colapsase.
Y por supuesto la sociedad española. Una sociedad que no ha hecho caso del eslogan del distanciamiento social y que manteniendo un distanciamiento físico para garantizar la seguridad y cumplimiento de las normas ha hecho de la
cercanía social su mayor muestra de solidaridad. El hecho de que la sociedad española por sí sola, sin que nadie la mande, sin seguir instrucciones ni mandatos sea capaz de organizar una respuesta solidaria de este calibre creo que tiene una relevancia mucho mayor de la que se le está dando.
Ante una crisis similar futura, ¿qué medidas deberían adoptarse en cuanto a recursos humanos, recursos materiales, y organización?
Una pandemia de esta naturaleza es un problema de Seguridad Nacional y nuestra ley de Seguridad Nacional lo contempla, pero desgraciadamente este apartado no se ha desarrollado. Hemos pensado más en otro tipo de
catástrofes o riesgos como atentados que en crisis sanitarias de esta naturaleza con su impacto en la sostenibilidad e incluso viabilidad del Estado.
A nadie se le ocurriría diseñar un Sistema Nacional de Salud (SNS) para afrontar pandemias como la que estamos viviendo. Dicho esto ha quedado claro que resulta critico dotar al sistema sanitario de una mayor fortaleza que supere lagunas estructurales que hemos podido comprobar tiene y se le dote de flexibilidad y capacidad de adaptación pero también de cierta dotación.
Si una cuestión
ha quedado de manifiesto es la necesidad de una integración entre niveles asistenciales y entre servicios sanitarios y sociales. Esto supone dar una vuelta a la respuesta que estamos dando a las necesidades de los pacientes, especialmente en el ámbito sociosanitario. Ha quedado en evidencia que el SNS no ha sido capaz en su actual configuración de
afrontar la asistencia sanitaria de muchas personas dependientes y discapacitadas cuya única alternativa ha sido el mero confinamiento.
"Si una cuestión ha quedado de manifiesto es la necesidad de una integración entre niveles asistenciales y entre servicios sanitarios y sociales. Esto supone dar una vuelta a la respuesta que estamos dando a las necesidades de los pacientes, especialmente en el ámbito sociosanitario"
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Evidentemente es prioritario
reforzar las estructuras de salud pública que han quedado en entredicho. Necesitamos con urgencia dotarlas de medios (sobre todo humanos) y de capacidad organización ágil para organizar las respuestas. Debe ser capaz de diseñar y mantener siempre actualizados planes de emergencia (nacionales y autonómicos) para ofrecer la respuesta más rápida posible ante crisis sanitarias relacionadas con agentes infecciosos transmisibles ya que cada vez está mas claro que este tipo de pandemias se repiten periódicamente.
Esos planes deben contener actuaciones en todos los sentidos y en todos los niveles de gestión sanitaria y social en una primera línea y de otros ámbitos (sectores productivos, sector primario,…) en segunda línea.
Para afrontar con rigor y seriedad retos como los de las crisis hoy en día los datos son esenciales. Disponemos de ingentes datos pero no hemos desarrollado los mecanismos para traducirlos en elementos críticos para la toma de decisiones.
No tenemos en marcha las herramientas disponibles ni los profesionales que las manejen. Todas las situaciones y las actuaciones son susceptibles hoy de convertirse en datos y de su interpretación se derivará la eficacia de las decisiones que se tomen. Esta crisis ha dejado de manifiesto que esta es una necesidad perentoria y prioritaria.
Otro aspecto importante es dado lo complejo que resulta es
necesario que haya un responsable de todo el operativo. Necesitamos proveernos de
nuevos perfiles profesionales, especialmente estrategas de crisis que sean expertos en coordinar todos los aspectos de situaciones como la que hemos vivido: información del brote, necesidades, repliegues, aislamiento... Y dotarles de mando en plaza. Esta cuestión es fundamental y va mucho más allá de la mera coordinación entre administraciones e instituciones.
Por otra parte debiéramos, como disponen otro países, dotarnos de
reservas estratégicas de recursos a todos los niveles (instalaciones, recursos diagnósticos y terapéuticos, reservas de medicamentos, …). Así mismo debiéramos valorar la posibilidad de disponer de
producción propia y la capacidad de respuesta de nuestro tejido empresarial ante situaciones de crisis bien relocalizando determinadas industrias bien creando nuevas.
Finalmente una cuestión no resuelta en este país que siempre no afectará gravemente ante situaciones similares: la
apuesta por la investigación. La solución a crisis similares a esta vendrá dada por vía de la ciencia no nos engañemos y la ciencia requiere de una apuesta decidida no de medidas cosméticas. Creo que potenciar las estructuras de investigación que tiene nuestro SNS, de calidad reconocida pero sin dimensionamiento ni recursos a la altura de lo que sería esperable de un país como el nuestro, debe ser una acción imprescindible aun a pesar de la crisis económica que se aventura.
¿Qué podría haber aportado la Gestión que no haya podido hacer por la premura en el estallido de la crisis actual?
La buena gestión salva vidas, es algo más que un eslogan. Creo que la gestión profesional habría podido aportar sobre todo una forma de afrontar la crisis mucho más profesional, mas basada en el contacto con la realidad y por supuesto mucho menos autoritaria.
Los directivos sanitarios de nuestro SNS disponen del conocimiento profundo del mismo y la experiencia contrastada en anteriores crisis, donde ya demostraron en otras crisis una capacidad y solvencia en la gestión de recursos escasos y ajustes presupuestarios.
Creo que
se ha ignorado su posible aportación en la asesoría a las autoridades sanitarias para la gestión de la crisis y la adopción de medidas eficientes, en el conocimiento de la realidad asistencial de nuestro país y en la aportación de nuevos conocimientos sobre organización sanitaria.
"La buena gestión salva vidas, es algo más que un eslogan. Creo que la gestión profesional habría podido aportar sobre todo una forma de afrontar la crisis más basada en el contacto con la realidad"
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Para ello
hubiera sido necesario que existiera ya una profesionalización de la gestión sanitaria en todos los niveles de gestión, tanto en el ámbito nacional, como autonómico y en el de las organizaciones sanitarias, alejada de cualquier atisbo de politización.
En mi opinión nuevamente
se ha colocado a los directivos de la salud a los pies de los caballos. Con la pandemia sin control, escasa o nula dotación de medios de protección, profesionales de sus organizaciones de alto riesgo (con un alto porcentaje de contagiados), etc. los directivos de la salud han debido afrontar la gestión más compleja y comprometida de su vida profesional.
Han debido llevar a la práctica indicaciones y ordenes de las autoridades sanitarias que no tenían correlación alguna con la disponibilidad de sus organizaciones,
redimensionando con medios artesanales y mucha imaginación sus instalaciones, adoptando medidas con urgencia sin bases sólidas en las que fundamentarse. Y lo han hecho con una presión social pocas veces vista y en muchas ocasiones con la incomprensión de sus superiores.
Considero que algunas decisiones precipitadas y sobre todo
muchas decisiones lentas hubieran podido tomarse de otra forma si la opinión de los directivos de la salud hubiera sido tenida en cuenta al igual que las de otros expertos. Evidentemente no son los únicos legitimados para aportar pero quizá si los que mayor capacidad disponen para ajustar las decisiones al entorno complejo de las organizaciones sanitarias y hacerlo con el pragmatismo y efectividad que la situación requiere.
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