Residentes de diversos ámbitos y épocas charlan sobre una problemática que arrastran desde los años 70

Sara Lospitao, Alejandra Costales, Marta Teijeiro, Marta González, Francisco Coronel y Jorge Pedreira.


19 feb. 2024 19:30H
SE LEE EN 11 minutos
La media de sueldo de un residente de Medicina en su primer año en España ronda los 1.342 euros brutos al mes. Una cantidad "mínima" según los propios MIR y con la que difícilmente pueden conciliar con su vida personal, mucho menos plantearse la posibilidad de comprar una casa, llegando a recurrir a los alquileres compartidos para poder "vivir dignamente" con un sueldo de residente. Esta cantidad se repite en el caso de los FIR y es todavía menor en otras especialidades como el EIR o PIR. Pero, ¿la situación ha empeorado con los años?, ¿se ha perdido poder adquisitivo en las profesiones sanitarias?, ¿cuál es el contraste con las generaciones anteriores?

Redacción Médica ha querido dar respuesta a estas preguntas a través de historias y testimonios particulares. En un nuevo debate titulado 'Emancipación y conciliación: residentes sanitarios hacia una nueva calidad de vida', cuatro residentes (MIR, EIR, FIR y PIR) se han sentado junto a dos profesionales sanitarios senior para repasar las diferencias salariales y la evolución de la calidad de vida que se ha experimentado en las últimas décadas. Y la conclusión ha sido que "todo sigue igual" o, como mucho, ha empeorado.

La media de los sueldos de los residentes en la actualidad varía desde los 1.342 euros brutos al mes de un MIR hasta los 1.110 euros brutos para un PIR.


Así lo califica Francisco Coronel, médico nefrólogo jubilado del Hospital Clínico San Carlos: "Me daban 9.000 pesetas al mes, una auténtica miseria, con eso no podías vivir. Lo único bueno que tuvimos en mi tiempo es que el médico que terminaba la carrera podía ser pluriempleado", reconoce. En su caso, se dedicó a pasar una pequeña consulta privada en casa que le permitía "salir adelante", mientras era residente, ya que ni siquiera cobraba un extra por las guardias de 24 horas.

En el caso de Enfermería, la situación se ve todavía más agravada por unos sueldos menores, los cuáles hay que complementar "sí o sí" con guardias para vivir dignamente: "Nosotros hacemos 33 horas de guardias en las tardes y en fin de semana hacemos una de 12 horas, eso es lo que te sube el sueldo", asegura Marta Teijeiro, R1 EIR de Salud Mental en el Complejo Asistencial de Segovia. Lo mismo opina Sara Lospitao, enfermera adjunta en el Hospital de Fuenlabrada: "La hora bruta que se paga en un hospital a un EIR no es la misma que recibe un MIR. Si eres joven, esto implica que tengas que trasladarte a otra CCAA para hacer la residencia y es imposible independizarte con ese sueldo, además de seguir con tu formación o llevar una vida personal digna".

Francisco Coronel, médico nefrólogo jubilado del Hospital Clínico San Carlos.


Además los sueldos de residentes varían dependiendo de la CCAA. Andalucía es la que tiene el más bajo, 1.282 euros al mes para los R1 MIR y Baleares el más alto, con 1.512 brutos, según los datos del Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada. Esto los lleva a tener que realizar más guardias de las estipuladas por la UE, que son unas cinco o seis. El precio de estas guardias varía también, partiendo de una media nacional de 14,38 euros por hora en un día laborable. Sin embargo, comunidades como Madrid o Canarias tienen la peor retribución que roza los 11 euros mientras que Baleares tiene el más alto, 18 euros la hora.

"La diferencia de ser R1 a ser R4 es que ahora me puedo tomar dos vermuts y antes sólo podía tomarme uno"



Residentes "atados" por la vocación y el apego


María González, R4 MIR de Familia en el Hospital Universitario de Canarias ha llegado a la conclusión durante su residencia de que, aunque no se puede generalizar, en este país la sanidad "se mantiene por el sentimiento de apego que muchos tenemos". La residente y madre reconoce que, por mucho que le pagasen en otros países, a no ser que viviera una situación muy límite, no se plantearía irse. "En casa, mi marido siempre me dice vámonos cuando quieras, pero yo es algo que nunca me planteo porque para mí tiene más valor la vida social y familiar que tengo más allá del trabajo", añade.

Marta Teijeiro, R1 EIR de Salud Mental en el Complejo Asistencial de Segovia y Marta González, R4 MIR de Familia en el Hospital Universitario de Canarias. 


Se reconoce a sí misma "reivindicativa" ya que, aunque no tiene fe en que la situación salarial vaya a cambiar quiere luchar por una situación digna por si el día de mañana su hijo comete "el error de elegir el mismo camino que yo", las cosas sean "un poco mejores". Pero a día de hoy, si sus padres no ayudan económicamente "no podemos tener la vida que queremos". Una vida que, insiste Marta, no es nada "fuera de lo común": "Es tener una casa, una buena educación para nuestros hijos, poder salir los fines de semana a comer, a pasear a algún sitio, hacer algún viaje de vez en cuando, poder comer bien... Y eso, con el sueldo que nosotras tenemos, es imposible", añade.

Los sanitarios jóvenes se enfrentan a una situación en la que, en 2023, una persona joven tendría que dedicar el 93,9 por ciento de su salario para alquilar una casa en solitario. Además, el precio del alquiler ha subido desde 2009 un 37 por ciento, mientras que los sueldos de los residentes solo han aumentado un 11 por ciento. Del total de jóvenes, solo un 16,73 por ciento está emancipado y, de estos, un 37,9 por ciento se ve obligado a compartir piso con personas que no son su pareja o su familia.


Contratos que hacen difícil el acceso a la vivienda


A la hora de buscar piso para independizarse, los cuatro residentes coinciden destacando una misma problemática: las nóminas no cumplen los requisitos que piden los caseros e inmobiliarias para alquilar un piso. "Yo sigo compartiendo piso con tres personas, la logística para buscar piso es muy difícil… piden 90 nóminas, tienes que dar siete meses de fianza… es una hipérbole y al final es muy difícil independizarte", explica Jorge Pedreira, R4 FIR en el Hospital Universitario de Fuenlabrada. Además, hace hincapié en la importancia que tiene la comunidad autónoma en la que vivas para dar, o no, el paso a comprar una casa. "Yo soy de Santiago de Compostela, y veo que en Madrid es especialmente complicado comprar una vivienda”, dice el farmacéutico, que expone que si quieres dar el paso "tienes que alejarte del epicentro de Madrid". "Esto te invita a pensar en vivir en otro lugar, aunque está complicado en cualquier comunidad autónoma", asegura.

Jorge Pedreira, R4 FIR de Farmacia Hospitalaria en el Hospital Universitario de Fuenlabrada.



Alejandra Costales, R1 PIR en el Hospital Universitario de Fuenlabrada, comenta que esa dificultad para encontrar piso la tienen todos los residentes y pone de ejemplo un caso cercano en el que una compañeraMIR no pudo alquilar un piso. "Con un contrato de residente, que son al menos cuatro o cinco años, yo no sé qué más seguridad necesitan", bromea la PIR, que hace hincapié en que, aunque se tenga el dinero ese tipo de contratos "hace incluso más difícil acceder a la vivienda".

Marta González da otra perspectiva del abordaje de la vivienda para los residentes. En su caso, sí tiene una casa en propiedad junto a su marido, pero ahora se enfrenta a una subida de hipoteca que se hace inasumible. "Mi sueldo para una vida normal es muy, muy insuficiente", asegura y pone de ejemplo que, "si el coche se le queda sin gasolina el día 25, es un suplicio porque no cobra hasta el 27 o el 28". "Si no me ayudaran mis padres sería imposible", hace hincapié. Marta Tejeiro coincide en esa importancia de contar con una red económica familiar para poder salir adelante. "O te ayudan o tienes que tener unos ahorros por haber trabajado antes que te den un colchón, sino la residencia es complicada", explica.

Instante del debate 'Emancipación y conciliación: residentes sanitarios hacia una nueva calidad de vida' en el plató de Redacción Médica.


Los sueldos no mejoran, y los alquileres tampoco 


Por la otra banda, Francisco Coronel opina que "aunque cuando era residente tampoco podía permitirse un alquiler" sí hay diferencia en el momento de poder optar a comprar una casa. "Yo di el paso varios años después de ser adjunto de Nefrología, pero era más fácil, porque ahora necesitas el doble de años para pagar una casa de lo que necesitábamos", asegura el médico. Sara Lospitao coincide con que "tuvieron que pasar una serie de años, en los que sentía estabilidad laboral" hasta que fue propietaria. "Cada etapa y cada época ha tenido lo suyo, lo bueno y lo malo, pero luego si lo juntamos todo, seguimos estando ahí. No ha habido mucho, mucho cambio. Sigue igual", sentencia la enfermera.

Sara Lospitao, enfermera adjunta en el Hospital de Fuenlabrada y profesora del grado de Enfermería en la UAX.


La tercera parte del debate indaga en las diferencias de conciliación de la vida laboral y personal. Marta González, con su peculiaridad de ser MIR y haber tenido una hija durante la residencia, recuerda que para ella "fue un shock" el compaginar trabajo y tiempo personal una vez nació la niña. "Me han llegado a decir que tengo que acarrear con las consecuencias de tener una hija, y que no tengo que elegir mis vacaciones o poder pedir días", comenta. Pone como ejemplo que, cuando solicitó los días de lactancia, no se los querían aprobar "porque supuestamente no tenía derecho a ello por ser residente". "Después de mucho pelearlo me dijeron que sí podía pedirlos, pero que no se suelen pedir, y que había chocado mucho", explica.


"Mi sueldo de MIR R4 para una vida normal es muy insuficiente"



Todos los participantes coinciden en que la vocación de los sanitarios no puede ser una "excusa" para tener salarios bajos o pedir turnos imposibles. "Tenemos una profesión de cuidado al otro que no está nada valorada. Yo puedo pasar cuatro tardes a la semana en el hospital, y me mejora el sueldo, pero entonces vives prácticamente en el trabajo", pone de manifiesto Alejandra Costales. Tanto Jorge como Marta ponen de manifiesto que ambos tienen a su familia en Galicia, y siempre encuentran dificultad para poder ir a visitarla. "Se complica el viajar allí, porque como EIR no tengo salientes de guardia y, cuatro horas de ida y cuatro de vuelta, no compensa estar solo un día allí", relata.

Alejandra Costales, R1 PIR en el Hospital Universitario de Fuenlabrada.


Al final, sanitarios jóvenes y de otras generaciones reinciden en lo mismo: muchas horas de trabajo, muy poco tiempo libre y poco sueldo. Así lo resume Costales: "Es una locura el trabajo que tenemos, la demanda social que existe y lo mal pagado que está. Son sueldos que no van parejos a la responsabilidad que tenemos, incluso de residentes". 

El sueldo medio de los residentes ha aumentado un 11% desde 2009, mientras que el precio de un alquiler lo ha hecho en un 37%.

¿Quieres seguir leyendo? Hazte premium
¡Es gratis!
¿Ya eres premium? Inicia sesión
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.