Carlos Bravo y Antonio Guerrero, números uno del MIR.
27 ene. 2017 9:20H
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Ser el número 1 del MIR. Un sueño al que aspiran los más de 10.000 aspirantes a una de las plazas de la formación sanitaria especializada, pero que solo una persona alcanza en cada convocatoria. Un puesto que, además del reconocimiento dentro del sector, abre de par en par las puertas para escoger la especialidad anhelada en el centro que se prefiera. En la convocatoria 2015-2016, el éxito recayó en las manos de Carlos Bravo, quien se había formado en la facultad de la Universidad de Navarra y escogió especializarse en Hematología.
Bravo se adjudicó la primera posición al sacar 575 puntos en la prueba, así como al contar con el quinto baremo más elevado, con un total de 3,8975 puntos. Unos resultados alcanzados tras estudiar una media de 6-7 horas diarias con un solo día de descanso semanal. “Comencé a estudiar durante el sexto año del grado y, a partir de junio, me dedique al curso de preparación intensivo para presentar el MIR. Durante este periodo, estudiaba entre seis y siete horas de lunes a sábado, donde hacia una media de 100 o 200 preguntas de tipo test”, recuerda.
La convocatoria previa del MIR fue liderada por Antonio Guerrero, quien provenía de la Universidad de Alcalá en Madrid. A su parecer, “la preparación del MIR es difícil”, más en concreto porque “estamos acostumbrados a estudiar muchos años en la carrera de Medicina porque es larga, pero el mayor problema del MIR es la monotonía. Son muchos meses en los que prácticamente no haces otra cosa, es siempre lo mismo y al final te quemas”.
Ellos, sin embargo, no son los únicos en alcanzar el éxito. En el año 2003, Francisco Arnalich Montiel obtuvo la calificación más alta del MIR. Con todas las cartas en la mano, escogió la especialidad que consideraba idónea para él: Oftalmología en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, donde obtuvo el premio a mejor residente del área quirúrgica de su promoción.
Una experiencia similar a la vivida por Esteve Darwich Soliva, quien, en 2005, alcanzó la mayor calificación de la prueba MIR con un total de 218 respuestas acertadas, lo que le permitió acceder a Dermatología del Hospital Clínico de Barcelona, entidad que le otorgó el Premio Emili Letang, reconocimiento al mejor médico durante la fase formativa de residencia.
Cinco años después lo lograría Miguel Fernández Calderón, quien obtuvo la calificación más alta en el examen del MIR de 2010 y comenzó su especialización en el área de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva del Hospital Universitario La Paz. “El mejor lugar de España para formarte”, asegura. A su parecer, liderar el MIR es una oportunidad que, junto a la demostración del esfuerzo y capacidad de reacción, se traduce en “ofertas laborales interesantes para el desarrollo profesional”.
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