La pareja de una paciente trató de humillar a gritos a Alejandro de la Morena en la consulta de su centro de salud

El MIR insultado en una consulta que no se amilanó: "No podía tolerarlo"
Alejandro de la Morena, MIR de Medicina Familiar y Comunitaria del centro de salud de Fontanar (Guadalajara).


25 ago. 2024 17:00H
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Cuando Alejandro de la Morena Sanz, MIR de Medicina Familiar y Comunitaria de cuarto año, pasaba consulta el pasado lunes en el centro de salud de Fontanar (Guadalajara), lo último que podía imaginar era que estaban a punto de gritarle e insultarle. Según datos del Ministerio de Sanidad, en 2023 se detectaron 14.749 casos de agresiones a profesionales de la salud, un 12,8 por ciento más que en 2022 y un 77,6 por ciento más que en 2017. Por suerte, en el caso de Alejandro, la cosa no fue a más y no sufrió ninguna agresión física, pero el MIR lo tiene claro: ni está dispuesto a tolerar este tipo de episodios ni la desagradable experiencia vivida va a pervertir su vocación.

Según cuenta Alejandro a Redacción Médica, aquel día estaba pasando consulta a la vez que su tutora, pero en sendas salas enfrentadas. En un momento dado, salió a la sala de espera para llamar a la siguiente paciente, una chica que acogió el aviso con cierto recelo. “Me comentó que su doctora era otra. Yo le expliqué que era médico residente y que hasta el próximo mes de julio también iba a ser ‘su médico’, que podía esperar a que la llamara mi tutora, pero que, si quería, yo la podía ir atendiendo sin problema”. Fue entonces cuando empezaron los problemas.

“Su pareja ya comenzó a reírse en la sala de espera y hacer gestos y muecas de desprecio y burla. La chica se levantó y aceptó que la atendiera. Cuando entró en la consulta, traté de cerrar la puerta tras su paso, sin darme cuenta que unos tres o cuatro metros detrás venía su pareja. El chico, directamente, dio un empujón a la puerta y, lleno de ira, me preguntó en un tono elevado, tratando de humillarme: ‘¿Qué pasa, que no ves con esas gafitas? Yo creo que te tienes que cambiar las gafas porque estás ciego’”, relata Alejandro.


"El chico me preguntó en un tono elevado, tratando de humillarme: '¿Qué pasa, que no ves con esas gafitas?'"



Tras unos segundos de desconcierto en los que el MIR dudó entre responder o ser precavido y ‘tragar’ con la actitud del chico para evitar conflictos, finalmente decidió no callarse: “Pensé que no debía aceptar ese comportamiento y le dije que no le había visto, que le pedía disculpas, pero que su actitud y su comentario estaban totalmente fuera de lugar”.

Sin embargo, el joven siguió mostrando una actitud desafiante, según Alejandro. “Le pedí que abandonara la consulta, que, de ninguna forma, iba a tolerar esa conducta”, asegura. Tras una primera negativa, el individuo acabó marchándose, pero gritando todo tipo de improperios. “Al terminar de atender a la paciente, lejos de disculparse o salir del centro sin hacer ruido, comenzó a gritar de nuevo desde la sala de espera para que le escuchara: ‘¡Adiós, subnormal, retrasado de mierda!’”, lamenta el MIR.

Lo cierto es que no se trataba de la primera vez que esa misma persona se había comportando así en el centro de salud. Es lo que tanto la tutora como la administrativa del centro contaron a Alejandro. Ellas fueron las primeras personas que le animaron a denunciar lo ocurrido, algo que también le recomendaron otros compañeros y los numerosos profesionales que le apoyaron cuando compartió el caso en su perfil de X.



“Por el momento, lo que he hecho es poner el incidente en conocimiento de mi dirección-gerencia a través del programa Perseo, el protocolo habitual para situaciones de violencia y conflicto tanto con usuarios y familiares como con compañeros de trabajo”, indica el MIR.

"Orgulloso" del apoyo de otros sanitarios


Unos días después del incidente, Alejandro asegura estar triste. “Aunque no es el caso, podría llegar a entender la frustración de los usuarios con el funcionamiento del sistema sanitario en algunos aspectos, porque también lo estamos los profesionales. Pero nada justifica la humillación o el desprecio, la agresión nunca es la solución, menos aún con el profesional al que le toca dar la cara delante del usuario y tratar de hacer todo lo que está en su mano con los medios a su alcance”, analiza.


"Tengo muy claros mis principios, cómo quiero atender a mis pacientes y el trato que quiero darles y que me merezco"



En cualquier caso, dice sentirse “orgulloso” de la respuesta recibida de otros profesionales en las redes sociales: “Todos me han mostrado su respaldo y me han animado a denunciar. No estamos dispuestos a tolerar cualquier trato hacia nosotros, ya no”. Por eso no cree que el episodio de violencia vaya a afectarle en su trabajo de cara al futuro: “Tengo muy claros mis principios, cómo quiero atender a mis pacientes y el trato que quiero darles y yo también merezco”.

Condescendencia o desconfianza hacia los MIR


Por desgracia, Alejandro afirma que, aunque, “de forma general, la gente es amable y comprensiva”, el trato condescendiente hacia los MIR por parte de los pacientes es habitual: “Por suerte, muy rara vez se traduce en actitudes agresivas, pero sí en actitudes de desconfianza o menosprecio hacia las médicas y enfermeras residentes. Mucha gente seguramente no lo haga con mala fe, pero a menudo se llega a percibir que hay cierto recelo a la hora de aceptar el criterio de los residentes”.

Para el MIR, esa circunstancia agrava la complicada situación de la Atención Primaria: “La mayoría de población desconoce que somos tan especialistas como aquellos que les atienden en los centros hospitalarios, y ese menosprecio no viene sólo por parte de algunos usuarios, sino también de algunos compañeros de profesión”.

En su caso, para salvar ese obstáculo procura ser didáctico: explica a los pacientes qué es un médico residente y cuál es su función para, así, “tratar de conseguir un vínculo de confianza y respeto mutuo que favorezca los contactos que tengamos durante los años de residencia”.
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