Pedro Jesús Millán, R1 de Neurocirugía en el Hospital Virgen del Rocío.
Una sensación de incertidumbre extraña, pensamientos pesimistas, una cena "que supo a gloria" pero con una idea muy clara:
no volver a pensar en el examen MIR en mucho tiempo. Así transcurrieron las
primeras 24 horas después de que Pedro Jesús Millán, actual R1 de Neurocirugía en el Hospital Virgen del Rocío en Sevilla, terminara su examen MIR el año pasado. El residente que se enfrentó a la prueba de 2023 y logró el
sexto número de orden de la misma, ha relatado su experiencia a
Redacción Médica para tratar de prevenir a los nuevos candidatos sobre lo que vivirán una vez finalice la prueba.
"Yo
terminé el examen 15 minutos antes de que se acabase el tiempo y en ese momento me vino un sentimiento de liberación. Esperé hasta que llegara la hora, lo entregué y ahí hubo una descarga de tensión que no logro recordar muy bien, me sentía en un limbo de desconexión, había llegado toda la tranquilidad de golpe y creo que
no sabía ni cómo me llamaba", cuenta
Pedro Jesús.
La salida del examen es, según el R1,
"una experiencia digna de vivir": "Salir de la facultad en la que haces el MIR es una locura. Te reciben como si fueras un héroe, con una cantidad de pancartas, gente aplaudiendo, gritando y felicitándote. Una heroicidad que conviene recordar porque se pierde cuando llegas a la residencia".
La hamburguesa postMIR más especial
Pedro Jesús no quiso organizar nada especial para su
salida del MIR. Recuerda que ese día
vinieron dos amigos muy especiales para él, que siempre le han acompañado durante su carrera y que "han soportado" su preparación MIR por lo que "tenían que estar allí", además de su pareja y sus padres. Pero si hay algo que Pedro Jesús no olvidará nunca es el festín "sencillo" que comió ese mismo día.
"Mi regalo del MIR fue muy sencillo. Fuimos a un bar de la Alameda y
me comí una hamburguesa que me supo a gloria después de un año y medio de preparación. Durante la preparación quizá no disfrutabas tanto de una gran comida porque pensabas que el día siguiente tenías que volver a ponerte manos a la obra. Esa hamburguesa me la comí sabiendo que al día siguiente no tenía que hacer nada. De hecho, me la he vuelto a pedir otras veces y
nunca me ha sabido igual", asegura.
Nada de pensar en el MIR
A pesar de la liberación, también recuerda
salir con incertidumbre de la prueba, más que en los simulacros de la academia. "En ellos hay preguntas difíciles pero hechas a raíz de cosas que ya has visto en los libros y puede que te suene la frase, pero en el MIR no te suena nada. Yo tuve la sensación de que me había salido mal, pero intenté controlarme y
no ponerme la zancadilla emocionalmente. Ya no volví a pensar en el MIR, fueron solo esos 5 minutos y después no pensé en preguntas ni cuadernillos", insiste.
Cuando llegaron esa misma noche los cuadernillos de preguntas, recuerda que
sólo revisó el de imágenes "por curiosidad" pero después no lo volvió a mirar hasta que salieron las respuestas provisionales: "Entre medias hubo correcciones de las plantillas pero no lo quise mirar.
La academia te hace una estimación, pero yo tampoco quise saberlo, me esperé a los resultados porque no iba a cambiar nada que lo que la academia me dijera o que yo mismo me corrija el examen".
Además, recuerda que fue una semana donde no tuvo mucho tiempo de pensar en ello, ya que esos días tuvo que enfrentarse a una mudanza: "Yo volvía mi pueblo el día después del MIR,
justo ese día acababa mi contrato de alquiler", apunta. Pedro Jesús concluye que es una etapa "que tienes que pasar" y que acabas recordando, ahora que lleva casi un año como residente, con una sonrisa.
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