Dos residentes valoran su nueva etapa formativa después de haber rechazado plaza en una primera convocatoria

Dos aspirantes analizan su paso por el segundo examen MIR para alcanzar su especialidad soñada
Luis Roca y Marta Pons.


12 jun. 2024 19:00H
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Un mes después de comenzar la residencia, la nueva generación MIR no solo ha conocido a sus tutores y compañeros, también ha comprobado si tomó la decisión correcta al elegir una plaza en concreto entre un amplio abanico de posibilidades. Hay quienes lo tuvieron claro incluso antes de embarcarse en esta aventura, ya que su fijación por una especialidad concreta era tajante e inamovible. Otros, sin embargo, contemplaban varias opciones con el miedo de no decantarse por la más acertada.

En un lado o en otro de la historia, cabe la posibilidad de tener que repetir el examen MIR, ya sea por no acceder a la plaza soñada o por no dar con la tecla correcta al incorporarse a un Servicio sanitario. Pero, ¿hasta qué punto merece la pena ese esfuerzo adicional? ¿Compensa pasar otro año entre apuntes para formarse en el sitio correcto? 

Luis Roca, tuvo dudas sobre la especialidad MIR que elegiría durante los seis años del Grado de Medicina. Confió en que la "inspiración divina" aparecería en el momento necesario, pero llegó la convocatoria de FSE de 2023 y con ella mucha incertidumbre. "Fui cumpliendo los objetivos del calendario de la academia y llegué a la prueba con la tranquilidad de haber dado lo máximo. Al no saber qué quería, no tenía la presión de sacar un número alto para entrar a una especialidad concreta", recuerda.

Una vez que tuvo sus resultados en mano, supo que al obtener una buena puntuación podría elegir cualquier especialidad menos Dermatología, Cirugía Plástica y Reparadora y Oftalmología. Era, por tanto, el momento de sopesar pros y contras y tomar una decisión lo más contrastada posible. "Durante ese periodo se me pasó de todo por la cabeza. Hice un Excel gigante analizando los datos de todas las especialidades e imprimí un mapa de España con los hospitales marcados con flechas de un lado para otro. Pregunté también a muchísimos médicos", asegura.

Con una decisión tan compleja a la que enfrentarse, Roca sostiene que los meses del 'postMIR' fueron más complicados emocionalmente que el propio estudio. "Fueron momentos de mucha duda, incertidumbre y de no saber qué iba a pasar en apenas unas semanas", remarca. Pero ese 'sufrimiento' dio sus frutos, ya que finalmente fue capaz de tomar una decisión. "Tras muchas conversaciones, muchos vídeos y muchas charlas de academias, pasé de no tener ni idea a 'ver la luz' y tenerlo claro: quería hacer Oftalmología", explica. No obstante, esta rama era una de las tres a las que no pudo acceder por nota, por lo que el camino a seguir fue volver a la casilla de salida y presentarse de nuevo al MIR

Con el apoyo de sus familiares y amigos como soporte, afrontó esta 'segunda ronda' con motivación y con la tranquilidad de saber a lo que se enfrentaba. "Quería tenerlo todo bien planificado y hacerlo lo mejor posible para rozar la perfección. Tenía un objetivo marcado y estaba mucho más motivado", argumenta. Finalmente, cumplió su propósito y en esta misma convocatoria se hizo con una de las vacantes de Oftalmología en el Hospital Virgen de Macarena, en su ciudad natal, Sevilla.Para todos aquellos que opten por la "revancha MIR", recalca que "la actitud es algo fundamental" y que tomó la decisión correcta. "Ahora empieza un nuevo capítulo que me ilusiona y motiva mucho. Estoy muy feliz de haber tomado esta decisión y es un esfuerzo que voy a agradecer toda la vida", concluye.

"Antes de elegir repetir el MIR, hice un Excel gigante analizando las especialidades y un mapa con los hospitales marcados con flechas"



Perseguir el sueño MIR hasta el número 300


La historia de Marta Pons, natural de Menorca pero formada en Medicina en la Universidad de Barcelona y que ha acabado haciendo realidad su sueño de hacer Oftalmología en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, estuvo, en un principio, llena de lágrimas. La actual residente decidió no escoger plaza en un primer momento porque obtuvo una puntuación que rondaba el 4.600, un número de orden que le impedía escoger Oftalmología. "Para mí fue una decisión difícil de tomar. Llevaba meses preparándome, pensaba que no podía hacer más de lo que ya había hecho y fue una decisión meditada durante los meses después del MIR", asegura a este diario.

Durante el primer mes, Marta confiesa que no era capaz de pensar nada y con las notas provisionales ya se hizo una idea de la posición final: "Para mí fue un golpe muy duro. Pasé un mes en el que no quería salir de casa, me pasaba los días llorando, pero poco a poco me fui recomponiendo gracias a mi entorno, mi apoyo incondicional. Lo que yo veía como un fracaso ellos no lo veían así". Sin embargo, todo cambió en su 'segundo intento' y, a pesar de que su objetivo inicial era ir a por el 2.500, concluyó su segundo MIR con el número de orden 384. ¿La clave del éxito? La gestión emocional.

"Fui al psicólogo durante toda la segunda preparación, hacía una sesión al mes y eso me mantuvo más estable, fue la base para obtener la plaza y terminar mucho mejor emocionalmente. En la primera, llegué muy quemada y recuerdo estar contestando a las preguntas llorando porque me sentía derrotada, tiré la toalla antes de terminar el examen. En cambio, en la segunda preparación respeté mucho más los descansos, mantenía mis horarios y los objetivos diarios de trabajo. Eso, sumado al refuerzo positivo de mi psicóloga hizo que sacara el mejor rendimiento a mi segunda preparación", comenta.

Marta concluye que el sistema MIR debería organizarse de forma que si alguien renuncia a una plaza, se pueda ofrecer a otros aspirantes. "Entiendo que debe haber una organización, en el sentido de que empiecen a ofertar las plazas por número de orden, pero hay mucha gente que habrá renunciado a su plaza o no habrá escogido una porque no era de la especialidad que quería, y tal vez esa se queda vacante. Este año ha habido un caso muy sonado de una plaza de Oftalmología en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, un hospital muy difícil de conseguir, y ese aspirante directamente no fue a firmar el contrato, quedándose vacía. Es una lástima y deberían ofertarla en un tipo de repesca para personas que no hayan podido escoger esa especialidad", concluye.
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