Rafael Cantón. |
Redacción. Madrid
España, junto con otros países del sur de Europa, es uno de los países europeos con mayor consumo de antibióticos por habitante y mayores problemas de resistencia de las bacterias a los mismos, según ha avisado la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), quien ha destacado la importancia que tiene utilizar estos fármacos de forma "adecuada" con el objetivo de conseguir que dejen de "tener eficacia".
Y es que, la resistencia de las bacterias a los antibióticos es un problema de salud pública puesto que pone en riesgo a aquellos pacientes que necesitan o van a necesitar los antibióticos en situaciones críticas para su salud. Por ello, la sociedad ha destacado la necesidad de que la población haga un uso "responsable" de los antibióticos y siga "rigurosamente" la prescripción médica.
"Se deben tomar las dosis recomendadas, a las horas indicadas y durante los días establecidos por el médico o se corre el riesgo de favorecer la aparición y el aumento de las resistencias. El uso prudente de los antibióticos puede contribuir a detener el desarrollo de bacterias resistentes y ayudar a que este tipo de medicamentos sigan siendo eficaces para las generaciones venideras ya que además, según datos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), la disponibilidad de nuevos antibióticos para tratar bacterias que ya son multi-resistentes es muy escasa en la actualidad", ha apostillado la Seimc.
En este sentido, el representante de la sociedad, Rafael Cantón, ha recordado que su entidad, junto al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y las agencias intencionales de salud consideran la resistencia a los antibióticos una prioridad de salud en toda Europa. "Este no es un problema de un solo día sino de todos los días, que debe ser abordado de manera rigurosa y mediante el trabajo en equipo de todos los sectores afectados", ha apostillado.
En este sentido, el experto ha recordado que los dos grandes pilares del control de las resistencias se basan en el uso prudente de los antibióticos, sólo cuando se necesitan no en infecciones virales como resfriados, catarros y gripes, y en las medidas de control de la infección como el lavado de manos.
De hecho, según ha asegurado la asociación, la educación de la población y de los profesionales sanitarios influye de manera decisiva en la forma en que los antibióticos son utilizados y por lo tanto en las tasas de resistencia a los mismos.
"Además, el aumento del uso de los antibióticos agrava los costes sanitarios y puede incrementar su toxicidad, sobre todo en pacientes con más factores de morbilidad y mortalidad. Una vez que las bacterias son resistentes, el tratamiento de las infecciones causadas por éstas plantea un reto: los antibióticos que se utilizan habitualmente ya no son eficaces y los médicos tienen que elegir otros distintos. Con frecuencia, los únicos antibióticos que se pueden utilizar en estos casos son antibióticos antiguos que se desarrollaron hace décadas y cuyo uso se limitó debido a los efectos secundarios", ha zanjado la SEIMC.