Verónica Casado Vicente, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y presidenta de la Academia Española de Medicina de Familia (AMFE).
La
Medicina Familiar y Comunitaria tiene por delante un largo recorrido para
revertir su tendencia negativa en cuanto a número de plazas desiertas, protagonismo entre residentes, y alcanzar un mejor rumbo laboral de mayor calidad. Un punto de partida esencial es el
grado de Medicina y
Verónica Casado Vicente, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y presidenta de la Academia Española de Medicina de Familia (AMFE), ha puesto nombre a estos
cambios objetivos y urgentes que deben darse en las facultades para dibujar un mejor futuro en la especialidad más multitudinaria.
La
exconsejera de Sanidad de la Junta de Castilla y León desde 2019 a 2021 y también reconocida por la World Organization Of Family Doctors como la mejor médico de Familia del mundo en 2018, fue una de las autoras del
primer informe del Observatorio de la Academia de Medicina Familiar y Comunitaria de España (AMFE) en la universidad española. Tras este análisis que recogía que solamente
el 34 por ciento de las facultades cuentan con una asignatura propia llamada como tal 'Medicina Familiar y Comunitaria', Casado señala a
Redacción Médica los cambios que se deben poner en marcha.
El primero de ellos pasa por establecer la
asignatura obligatoria de Familia con al menos 6 créditos ECTS en todas las facultades de Medicina públicas y privadas, sumado a unas
prácticas tuteladas en todos los centros con al menos 12 créditos ECTS en sexto curso y
prácticas tuteladas de Familia independientes o incluidas en los rotatorios de asignaturas preclínicas y clínicas desde los primeros años de Medicina con al menos 3 créditos anuales por año.
"La Medicina Familiar y Comunitaria
debe estar presente en la impartición de una parte de los temas de asignaturas preclínicas y clínicas, así como en la impartición de la patología general, la propedéutica médica, la anamnesis, la exploración física, la comunicación, la ética, la relación médico paciente y los cuidados paliativos", apunta Casado como otra propuesta. A esta se suma la
unificación de la nomenclatura,
empleando para la asignatura y prácticas tuteladas el nombre de la disciplina académica y de la propia especialidad: Medicina Familiar y Comunitaria.
"Familia es la gran desconocida y el 50% de los futuros médicos del SNS deberían ser médicos de esta especialidad"
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La necesidad de
establecer una Unidad Docente Universitaria de Familia en todas las facultades de Medicina es otra de las recomendaciones que añade la exconsejera, incluyendo que el departamento en el que se incluya Familia "deberá incorporar el nombre de Medicina de Familia": "Además, todos los centros de salud dónde se realicen las prácticas tuteladas
pasarán a denominarse Centros de Salud Universitarios. A su vez, todos los profesores que participen en las prácticas si son colaboradores deben contar, al menos, con reconocimiento curricular".
Como últimas medidas señala que
en la ECOE de fin de prácticas tuteladas, la Medicina Familiar y Comunitaria debe tener un papel "nuclear" y debe contar con créditos ECTS propios de, al menos, 6 créditos ECTS, además de contar con apoyo al
desarrollo del profesorado vinculado clínico por parte de Aneca, con reconocimiento de la parte asistencial y de la metodología docente empleada.
Ausencia de Familia, 'problema' de facultades
La
simbiosis Universidad y Familia tiene "francas ventajas" para la Universidad porque aporta una clara respuesta a las necesidades formativas enfocadas al generalismo, que es una de las funciones principales de las facultades, además de aportar experiencias en metodologías docentes y evaluativas. "Pero también es evidente que la Universidad aporta a la Medicina Familiar y Comunitaria, prestigio académico, visibilidad, elección vocacional, reconocimiento de una realidad docente y académica, y de investigación", añade.
Que esta unión se esté dando de una forma lenta no es, a ojos de Casado, cuestión de las comunidades autónomas, ya que en una misma puede haber facultades con diferente grado de desarrollo de la disciplina académica de Medicina Familiar y Comunitaria, sino que es un tema de
desarrollo de la asignatura por parte de las diferentes facultades.
"Los motivos pueden ser diversos, pero
el fundamental es la resistencia al cambio. El grado de medicina tiene 360 créditos ECTS, y la incorporación de nuevas materias significa redistribución de créditos y una planificación muy clara de las estrategias a seguir para conseguir el objetivo final que debe tener una facultad de Medicina.
Familia es la gran desconocida, y se constata la gravedad de este desconocimiento en un entorno en el que
el 50 por ciento de los futuros médicos del SNS deberían ser médicos de Familia", aclara.
¿Cuándo impartir la asignatura de Familia?
Casado reconoce que el contacto con la Medicina Familiar y Comunitaria
debe iniciarse "desde los primeros cursos", y con la asignatura propia en los últimos cursos: "Ese momento permite explicar la parte específica de la disciplina, aunar conocimientos adquiridos, y ahondar en la perspectiva del razonamiento clínico basado en los síntomas, la carta de presentación de los pacientes cuando se acercan al médico de Familia".
En cuanto a las prácticas, desde AMFE consideran que
debe haber prácticas tuteladas en todas las facultades, en los últimos años (quinto o sexto curso), con al menos 12 créditos ECTS. Además de contacto con las consultas de Familia en los rotatorios de las asignaturas preclínicas y clínicas desde los primeros años de Medicina, con al menos 3 créditos, como ya está implantado en algunas facultades del país. "La
Medicina Familiar y Comunitaria en España se encuentra en este momento con una necesidad importante de expansión dadas las próximas jubilaciones y de desarrollo profesional en todos sus ámbitos competenciales", concluye, y un primer paso imprescindible es el de darle el protagonismo que merece desde la formación universitaria.
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