Universitarios durante una clase.
Un estudio científico elaborado por seis investigadores canadienses ha concluido que los profesores universitarios de
Ciencias de la Salud tienden a aprobar a los estudiantes más ‘flojos’, principalmente, porque quieren evitar que los alumnos tengan una mala imagen de ellos.
Los resultados de su trabajo se detallan en un artículo, titulado
Why do instructors pass underperforming students? A Q-methodology study (
¿Por qué los profesores aprueban a los alumnos con bajo rendimiento? Un estudio con metodología Q) y publicado en la revista
BMC Medical Education.
Los investigadores explican que la tendencia a no suspender a los peores alumnos se denomina
failure to fail (FTF), es decir, fracaso al fracasar. La primera vez que se usó la expresión fue en 1990 para describir ese mismo fenómeno, pero en el ámbito de los estudios universitarios de
Enfermería en Inglaterra.
Desde entonces, el concepto se ha empleado también en
Medicina,
Fisioterapia,
Obstetricia y el
Trabajo Social. Los expertos citan un estudio según el cual, el 58,2 por ciento de los profesores de Enfermería habían aprobado a un estudiante de segundo año “de bajo rendimiento”.
Tres clases de profesores de Ciencias de la Salud
Para comprobar hasta qué punto seguía sucediendo, los investigadores canadienses hicieron un estudio en el participaron 57 profesores de la
Escuela de Enfermería y la
Escuela de Ciencia de la Rehabilitación de una universidad canadiense. Para ello usaron la
metodología Q, que “combina enfoques cualitativos y cuantitativos” mediante encuestas “para estudiar la subjetividad”.
Los investigadores identificaron en los docentes tres perspectivas con las que justificar su tendencia al FTF: motivación intrínseca, motivación extrínseca y disuasión administrativa y emocional. “Los instructores de todos los factores coincidieron en que necesitaban estar seguros de que un estudiante al que estaban suspendiendo merecía ser suspendido. Cuando tenían dudas, tendían a aprobar al estudiante potencialmente de bajo rendimiento, dando a los estudiantes el
beneficio de la duda”, reza el estudio.
Además, se añade que, según investigaciones previas, “los instructores evitan suspender a los estudiantes porque no quieren que los vean de manera negativa”: “Los
estudiantes y profesores a menudo forman un
vínculo amistoso que puede impedir que los instructores suspendan a alumnos”.
Barreras mentales, presión profesional y dificultad
En cuanto a las particularidades de cada grupo, el profesorado incluido en el de motivación intrínseca aludía a
“barreras mentales” para suspender a estudiantes, y aseguraban que no recibían presiones de estos ni de los centros para aprobarlos.
Por su parte, los docentes con motivación extrínseca para el FTF sí creían que sus superiores y la universidad, como institución, les alentaban a aprobar a todos los estudiantes. Además, les preocupaba que el hecho de suspender a muchos alumnos pudiera perjudicarles en sus propios
avances profesionales.
Por último, los profesores del grupo de disuasión administrativa y emocional consideraban “agotador” y “estresante” el proceso de
suspender a un alumno, pero, al contrario que los anteriores, no estaban de acuerdo con que el hecho de no aprobar a un estudiante estuviera derivado de una mala praxis docente.
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