Personal sanitario trabajando en un laboratorio.
Los alumnos con menos recursos acaban siendo
enfermeros antes que
médicos en
Portugal, donde el entorno socioeconómico continúa siendo una "barrera de acceso" imposible de superar para muchos, según un informe divulgado este miércoles.
"Dicho de un modo un poco brutal, las clases más bajas solo pueden sacar ventaja de la expansión (del sistema de enseñanza) cuando las necesidades de las clases más altas estén satisfechas", resume al diario luso
Público Alberto Amaral, coordinador del consejo científico del centro de estudios Edulog, responsable del estudio.
El documento que presentan tiene en cuenta dos
indicadores: las calificaciones de los padres de los estudiantes y los apoyos que reciben por parte del Estado.
El 73,2% de los estudiantes de Medicina de Portugal son hijos de ciudadanos con titulación superior
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La conclusión es que quienes proceden de un
entorno socioeconómico más pudiente copan las carreras que exigen mayores calificaciones, especialmente en los centros de más prestigio del país, situados en Lisboa y Oporto.
La desigualdad se nota especialmente en el sector sanitario. El 73,2 por ciento de los estudiantes de Medicina de Portugal son
hijos de ciudadanos con titulación superior, mientras el 73 por ciento de los estudiantes de Enfermería son hijos de portugueses que no llegaron a un nivel superior de estudios.
La premisa viene reforzada por los apoyos sociales estatales. Los
cursos de Medicina "son los que tienen menos
becarios a nivel nacional", destaca la prensa lusa que reproduce este estudio: apenas el 15,11 por ciento de los
alumnos de esta carrera en todo el país recibe apoyo económico.
No es, con todo, el curso más "elitista", ya que le gana
Ingeniería y Gestión Industrial del Instituto Superior Técnico, donde el 4,92 por ciento de los estudiantes tienen beca.
La Facultad de Economía de la Universidad Nova de Lisboa tiene el menor número de becarios (7,7 por ciento), en tanto que el mayor se localiza en la Escuela Superior de Tecnología y Gestión de Lamego, en el norte de Portugal.
Amaral apunta al diario luso
Público que estas
barreras empiezan a conformarse desde la escuela primaria. "Quien no tiene posibilidad de ir a un colegio privado o tener clases particulares (para conseguir alcanzar las elevadas medias) no consigue derrotar esa dificultad", sostiene.
Una "desigualdad máxima mantenida" que, para ser erradicada, debe enfrentar un nivel escolar "universal", defiende este experto.
Pero mientras eso no ocurra, "los actores favorecidos socioeconomicamente van a conseguir para ellos y sus descendientes cualquier tipo de ventaja siempre que sea posible", concluyó.
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