Ksenia Ponceliz, estudiante de sexto de Medicina.
La historia de perseverancia y superación de
Ksenia Ponceliz es digna de admirar. Con el objetivo claro de
querer convertirse en médica, voló sola desde Tenerife a Madrid para acceder a la carrera y luchar por conseguir sus sueños. Pero no siempre el camino está allanado, y en primero de Medicina su vida dio un giro de 180º al
tener que superar uno de los peores obstáculos posibles: un tumor linfático ubicado en el retroperitoneo. Han pasado cinco años desde que recibió esa noticia y, aunque lo ha superado, todavía quedan secuelas contra las que tiene que enfrentarse cada día. Eso sí, sin perder nunca la sonrisa. “
Siempre le saco el lado bueno a las cosas”, reconoce.
Desde que Ponceliz era una niña tenía claro que
quería dedicarse a la Medicina, pero nunca ha sabido el motivo. “
Es muy vocacional”, ha subrayado a
Redacción Médica. De hecho, no tiene ningún familiar que se dedique al sector sanitario, sino más bien a la Economía y a la Ingeniería. “
Yo siempre digo que la Medicina me ha elegido a mí, no yo a ella”, ha explicado.
Tras volar a Madrid para comenzar Medicina, en el segundo cuatrimestre del primer año
le dejó de venir la menstruación y fue al médico para conocer lo que le ocurría. “Me dijeron que no era nada, pero me indujeron la regla para ver cómo estaba mi organismo”, ha explicado.
El día que tenía la analítica, Ponceliz le explicó a su médico que seguía sin tener la menstruación. Tras escuchar esto, llamó a un compañero para que le hiciera
una ecografía. “Vio algo raro y me pidió más pruebas. Antes de este momento no estaba nerviosa, pero cuando vi sus caras y que llamaba a otro facultativo
me empecé a preocupar. Entre ellos hablaban de mí en tercera persona, estando yo delante. Yo les rogaba que me dijeran algo, pero mantenían el silencio”, ha reconocido.
Un tumor de 20 centímetros
Al acabar la ecografía, los médicos le pidieron una r
esonancia de urgencia para el día siguiente. Ella lo hizo por medio de un centro privado y, en este tipo de sitios los resultados suelen llegar directamente al móvil del paciente antes, incluso, de tener la consulta con el profesional. "Esto es algo muy negativo. Me desperté a las 6 de la mañana y los vi.
Ponía que tenía un tumor de 20 centímetros y que había varias opciones sobre el tipo era. En ese momento intenté llamar a mis padres, pero no me cogían el teléfono. Yo
estaba llorando y muy preocupada, pensaba que me iba a morir”, ha recordado con la voz entrecortada.
Con el corazón a ‘mil por hora’, ese día llegó a las 8 a la universidad y habló con varios padres de compañeras que eran médicos en busca de consejo. “Uno de ellos vio los resultados y me dijo que eso me lo tendrían que estudiar,
y probablemente operar, pero que me acercara al hospital lo antes posible para que lo examinaran”, ha indicado.
Ingreso en el Hospital La Paz
Tras estas palabras, dejó todo su material universitario en la biblioteca creyendo que volvería en unas horas y se dirigió al
Hospital Universitario La Paz para saber qué era lo que tenía que hacer. Estaba completamente desorientada, aterrorizada y quería información para que le ayudaran a gestionar esta situación.
Lo que no se esperaba, según añade, es que al entrar en
Urgencias la ingresaron de inmediato tras conocer sus resultados. “Yo estaba alucinando. Llamé a mis padres para decirles que no se preocuparan, que me iban a hacer una prueba, pero desconocía que me iban a dejar allí. Cuando hablé con facultativos les expliqué lo del tumor, pero ellos me dijeron que
me tendrían que hacer una biopsia. Pensaba que me la harían y me dejarían marchar a casa, pero no fue así”, ha narrado.
Resonancias y pruebas para identificar el tumor
En ese momento comenzaron las pruebas de imágenes y las resonancias para
identificar el tumor, pero los médicos no conseguían descifrar
lo que era la masa que se encontraba en el retroperitoneo. “Desconocían si podían hacer una biopsia porque, si eso era líquido y lo pinchaban,
podía explotar, así que
decidieron operarme directamente sin saber lo que era”, ha subrayado.
Tras la operación y cuando Ponceliz abrió los ojos,
su madre esperaba en la habitación para darle una mala noticia. “
No te han podido hacer nada. No sabían lo que era y han preferido no tocarlo”, fueron las primeras palabras que escuchó.
Ksenia momentos después de su primera operación.
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Estado de Alarma y la sanidad "colapsada"
Los médicos la explicaron que ese bulto que tenía
parecía una mala formación bascular y que le iban a hacer un seguimiento para ver cómo proceder. Pero, de nuevo, otro obstáculo en su vida apareció. Y es que dos días después
comenzó el Estado de Alarma, la sanidad “colapsó” y no había manera de contactar con ellos.
Poco a poco se fue encontrando mejor y voló a Tenerife para estar con su familia durante el Estado de Alarma y, en septiembre, volvió a Madrid. En ese mismo mes
su estado de salud empeoró, empezó a encontrarse “muy mal” y, de nuevo, la ingresaron en La Paz. Según recuerda, estaba “todo el día” con morfina y, aunque en un primer momento no quería que la volvieran a operar porque la recuperación de su anterior intervención fue “horrible”, decidió que lo hiciesen de nuevo para saber, de una vez por todas, lo que le ocurría.
Tumor linfático en el retroperitoneo
“Tenía un
tumor linfático que estaba en el retroperitoneo. Me operaron una segunda vez, pero
me tuvieron que quitar un buen trozo de intestino delgado porque estaba enredado y no había otra forma de hacerlo. Después de la operación estuve ingresada mucho tiempo porque tuve una infección y
la gente me decía que debería dejar la carrera de Medicina. Pero yo lo que pensaba era que no quería centrarme en que estaba enferma. Tenía una motivación por cumplir mi sueño y quería sacar el curso como fuese en vez de estar ingresada sin hacer nada”, ha explicado.
"La gente me decía que debería dejar la carrera de Medicina. Pero yo lo que pensaba era que no quería centrarme en estar enferma. Tenía una motivación por cumplir mi sueño"
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Y así lo hizo. Nada más salir del hospital Ponceliz volvió a la universidad y retomó sus estudios. En la actualidad, esta futura facultativa comenzará sexto de Medicina y
ha desarrollado una empatía especial con los pacientes, fruto de lo que ha tenido que vivir durante todos estos años.
Problemas intestinales tras la operación del tumor
En cuanto al tumor, tras la operación ha desaparecido pero, desde entonces,
'arrastra' muchos problemas intestinales. Aún así, tal y como reconoce,
siempre saca el lado bueno de las cosas. “Es importante aprender a llevarlo de la mejor forma posible,
principalmente a nivel mental. También es clave confiar en los médicos. Tú como estudiante de Medicina sabes mucho pero lo mejor es confiar plenamente en ellos”, ha resaltado.
Para concluir, Ponceliz ha querido lanzar
un mensaje para aquellas personas que se encuentran en una situación parecida a la que ella ha vivido. “Si estás muy mal,
hay que pedir ayuda en el tema psicológico. Porque yo no lo hice al principio y creo que lo hubiese llevado mejor. También es fundamental desahogarte con un familiar o amigo. Que tengas a esas personas que sean tu lugar seguro y a las que puedas acudir cuando estás de bajón. Por lo menos que sueltes lo que llevas dentro, porque no hacerlo no es viable, a
l final explota por algún lado”, ha concluido.
Ksenia junto a varias compañeras de Medicina.
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