Jorge Sopesens, estudiante de Medicina.
El acceso a la
carrera de Medicina no es fácil. Las facultades exigen unas notas en la EBAU prácticamente perfectas que
no todos los aspirantes logran conseguir, y muchas vocaciones se ven frustradas al no poder cumplir su sueño. Esto es lo que le ocurrió a
Jorge Sopesens, quien no se dio por vencido y quiso alcanzar su objetivo de convertirse en médico entrando en una universidad privada
. Por desgracia,
las cuotas anuales eran demasiado altas y, tras ver que su mayor apoyo en el aula se cambiaba a la pública, tomó la decisión de volver a presentarse a la selectividad y conseguir, así,
entrar en la Universidad Rovira i Virgili, en Reus.
En un primer momento, Sopesens estuvo mirando las distintas universidades públicas que permitían el cambio por el
método del traslado de expediente, ya que
no quería volver a repetir la EBAU. Tras encontrarse varios obstáculos para entrar de esta forma, al año siguiente decidió que la vía más rápida sería
presentarse de nuevo a la selectividad, y donde consiguió la nota suficiente para entrar en la facultad de Medicina de la Universidad Rovira i Virgili.
El motivo principal que impulsó ese cambio, en palabras de este futuro médico,
fue el económico. “
Me costaba 15.000 euros al año la facultad de Medicina. Es
un gasto que mis padres no se podían permitir porque la carrera completa eran 90.000 euros”, ha lamentado a
Redacción Médica. Además, de forma paralela,
su mejor amiga y principal apoyo dentro del aula se cambió a la pública, entonces se dio cuenta de que, sin ese soporte que ella le daba, no podría acabar su formación. “Entonces decidí cambiarme porque en mi clase sentía que no había un ambiente sano”, ha resaltado.
Ahora Sopenses está en su segundo curso estudiando en la pública y puede explicar las
principales diferencias que, a su juicio, ha encontrado con la que fue su facultad anterior. “
En la privada hay mucho más material, por ejemplo, en las prácticas de laboratorio.
Todo era super nuevo. Los microscopios eran de última generación y toda l
a maquinaria era muy avanzada”, ha explicado.
Ventajas de hacer Medicina en la privada
De hecho, una de las cosas que más le llamaban la atención y que veía más positiva de cara a su formación era
la ratio de estudiante-cadáver. “Eramos cuatro alumnos por cadáver. Eso te ayuda un montón para aprender sobre anatomía y a suturar", ha reconocido.
En cuanto a las clases, también
había menos alumnos por profesor, lo que ayudaba a que los docentes
pudiesen centrarse más en cada futuro médico y, así, orientarles de una forma más correcta. “
En la pública estamos muy abandonados. Suben un power point, si es que lo hacen, y ya te buscas tú los apuntes. En mi clase de la privada
éramos 70 alumnos, mientras que aquí somos 150”, ha indicado.
Diferencias entre las prácticas de la pública y la privada
A pesar de todas las ventajas que la privada le ofrecía, no todo es oro lo que reluce y faltaba algo que, para Sopesens, era fundamental:
las prácticas reales con pacientes. “Allí hasta cuarto no estás con ellos. Además, estas formaciones
están muy orientadas a las especialidades quirúrgicas. Tú
no pisas un centro de salud porque no hay convenios. En donde estoy ahora desde primero ya estoy yendo a un centro de salud y estoy en contacto con el paciente. Hay muchas más prácticas y, de esta forma,
no se te hace tan pesada la carrera”, ha afirmado.
Otra de las diferencias que ha encontrado y que, a su juicio, es importante es
a nivel de temario. Durante su aprendizaje en la privada el contenido era “más general” y tenía
cuatro asignaturas por cuatrimestre. “No había anuales. No como ahora que tengo globales de todo el curso, nuevas materias por cuatri más las prácticas. Eso sí, en la pública por lo menos
hay comisiones de apuntes, algo que no pasa en la privada ya que hay una
mayor competitividad, algo que no entiendo el motivo”, ha concluido.
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