Alicia García, estudiante de penúltimo curso de Enfermería en la Universidad de A Coruña.
Alicia García
siempre quiso hacer Medicina, incluso desde muy pequeña a pesar de que en su familia no hay antecedentes. Le ayudó, pero no influyó directamente en su decisión, el hecho de mantener siempre
muy buenas notas durante el instituto. “Simplemente era algo que me apetecía hacer”, detalla a
Redacción Médica y se matriculó en 2017 en la Universidad de Santiago de Compostela para cumplir su objetivo. Sin embargo, esta estudiante no superó el segundo curso y antes de que terminara, coincidiendo con el inicio de la pandemia,
decidió dejarlo, primero
para
hacer un parón y tomar aire y después, para
cambiar de rumbo.
A pesar de llevar la carrera con buen tiento y continuar con su tendencia de altas puntuaciones, Alicia explica que no conseguía terminar de organizarse para compaginar la universidad y la vida en general. "Hacía
muchísimas horas de estudio y al final
terminé mal. A nivel de salud mental me sentía bastante mal, entonces en un primer momento
pensé en hacer un año de parón y después decidir bien lo que quería hacer”, relata.
Después de unos meses, reflexionó y llegó a la conclusión que realmente
no le apetecía seguir con Medicina. “Así,
decidí cambiarme a Enfermería a la Universidad de A Coruña”. Ahora estoy muy contenta, he aprendido a organizarme mejor y el volumen de materia es menor; tenemos
muchas prácticas, y es algo que me gusta muchísimo.
Estoy muy feliz con el cambio”. El hecho de poder volver a su ciudad natal también le ayudó a decidirse. "Es verdad que en Santiago vivía en una residencia y no estaba nada a gusto allí, influyó en la decisión", confiesa.
"No eres un fallo humano por reconocer que no eres feliz en Medicina, que no te convence o que te has equivocado de camino"
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No obstante no fue una decisión fácil de tomar y
remarca la sensación que tenía de estar tirando la toalla. "Al principio me dejé llevar por lo que suele decir la gente de que aunque estés cansado y lo estés pasando fatal, hay que seguir intentándolo porque va a merece la pena...", relata. "Eso en parte es cierto, pero es que tampoco pasa nada por parar, dejarlo, probar otra cosa, no eres un fallo humano si realmente a ti dejarlo te va a venir mejor".
"No animaría a la gente a dejar la carrera sin más obviamente, pero sí a hacerlo cuando no le haga feliz, no hay que tener miedo por quedar mal y no luchar por tus sueños o por
reconocer que te has equivocado de camino. Ya habrá otras cosas", insiste.
Diferencias entre Medicina y Enfermería
Esta estudiante gallega explica que el cambio lo ha notado sobre todo en el volumen de materias y en la orientación. "En
Enfermería están además mucho más enfocadas a la
práctica", señala y asegura que a nivel del profesorado no ha percibido una gran diferencia. "Es verdad que en Medicina, no es que sean más estrictos, pero sí que son más difíciles de llevar; no es culpa de ellos es por cómo está orientada la carrera. La presión es mucho mayor, no puedes falltar", apunta. Mientras que a nivel compañerismo sí que destaca que los
futuros médicos son
más permisivos y cercanos a la hora de
compartir apuntes y demás tareas de las clases.
De cara al futuro, aunque no lo tiene del todo claro, no descarta volver a
matricularse para terminar la carrera ya que realmente le gusta. "Es muy interesante y bonita, así que lo mismo la voy terminando poco a poco, pero he descubierto la parte de la Enfermería que no conocía y prefiero primero trabajar".
Entrar en Medicina por presión social
Aunque Alicia descarta que ese fuera su caso, algunos estudiantes pueden sentirse tentandos o abocados a estudiar Medicina por el simple hecho de sacar buenas notas durante el instituto y posteriormente la EBAU. Es la situación que relataba recientemente un facultativo a Redacción Médica, quien aseguraba que entró en la carrera por
la "presión social" y es algo de lo que se arrepiente.
"Viniendo de una
familia de médicos, me resultaba muy fácil a la hora de hacer los exámenes. Por eso mis calificaciones siempre fueron excelentes. Pensaba que por ser mis padres especialistas, ese camino ya estaba trazado para mí y solo tenía que seguirlo. Opinaba incluso que tendría mejores oportunidades, pero la realidad fue muy distinta", explica.
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