Cristina Monforte Royo, presidenta de la Conferencia Nacional de Decanos de Enfermería.
Cristina Monforte Royo es la presidenta de la
Conferencia Nacional de Decanos de Enfermería. Desde su institución, se han enfrentando a uno de los grandes cambios provocados por la
epidemia del coronavirus: el cierre de las Facultades y su adaptación 'in extremis' al modelo digital.
La también directora del Departamento de Enfermería y vicedecana de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universitat Internacional de Catalunya se une al
documento Lecciones Covid-19 que prepara
Redacción Médica por la epidemia del coronavirus Covid-19.
¿Qué aciertos y errores se han cometido durante esta crisis?
La atención a la pandemia Covid-19 ha ocasionado un impacto sin precedentes en el sistema sanitario español. La respuesta a la pandemia ha obligado a la movilización de recursos como la contratación de estudiantes de enfermería y de medicina de último año, incorporación de profesionales recientemente jubilados, habilitación de camas de UIC adicionales, multiplicación de la capacidad diagnóstica de laboratorios, entre otras, así como de recursos extra-sanitarios (habilitación de pabellones y hoteles, etc.) para hacer frente a la alta demanda de atención de pacientes. Todos los ámbitos asistenciales se reorganizaron rápidamente para transformarse en equipos y unidades Covid-19. Esta grave crisis ha demostrado la capacidad de nuestro sistema sanitario de dar respuesta gracias a la excelencia de nuestros profesionales de la salud.
"Enfermería ha sido fundamental en esta crisis, aunque muchas veces su trabajo pase oculto"
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¿Un acierto? Nuestros profesionales. Su compromiso, profesionalidad, responsabilidad, así como un largo etcétera de adjetivos que denotan la grandeza de nuestros profesionales en unas circunstancias muy extremas y de gran complejidad. Sin saber a lo que nos enfrentábamos, con pocos recursos, con miedo, con contagios, con cambios constantes de protocolos, exhaustos, con jornadas larguísimas, con el temor al contagio de sus familias, etc., nuestros profesionales han hecho frente a esta grave situación, atendiendo y cuidando a los demás. La labor de las enfermeras y enfermeros de nuestro país durante estos meses ha sido una muestra patente de su profesionalidad. Hemos podido ver numerosos ejemplos de cómo, a pesar de los pocos recursos, han estado al lado de los que sufren hasta el final.
Enfermería ha sido fundamental en esta crisis, aunque muchas veces su trabajo pase oculto. Hoy la sociedad aplaude a las enfermeras y enfermos y reconoce su profesionalidad.
¿Otro acierto? La reorganización de los equipos de profesionales y trabajo colaborativo. Muchos profesionales de la salud se tuvieron que reubicar; por ejemplo, los centros de atención primaria se cerraron y sus profesionales atendieron pabellones u hoteles; médicos de diferentes especialidades dieron soporte en las unidades Covid o en urgencias. Lo mismo sucedió con las enfermeras quirúrgicas y cirujanos, las unidades de pediatría se concentraron en hospitales pediátricos de referencia y muchos pediatras y enfermeras pediátricas dieron soporte en unidades Covid-19 de adultos. A pesar de sus diferentes perfiles profesionales, todos se centraron en la atención de los pacientes, en evitar el contagio, en su protección y ayuda mutua para la colocación de los equipos de protección individual, en su propio soporte emocional, etc. A todos ellos les unía la preocupación por el desconocimiento de la enfermedad y por la rápida evolución de la pandemia, el miedo por el riesgo de contagio y por la falta de preparación adecuada, la preocupación por la escasez de recursos, la sobrecarga asistencial, el sentimiento de soledad, etc. La pandemia ha puesto en jaque a nuestros hospitales, sin embargo, gracias a una auténtica práctica colaborativa hemos superado esta crisis.
¿Un error? La desprotección de los profesionales. Permitir condiciones de trabajo pésimas, sin recursos adecuados. Somos el país con mayor número de profesionales de la salud contagiados. Han fallecido profesionales debido a la Covid-19. Desde aquí nuestro más sincero pésame a sus familias y allegados. Y nuestro más sincero agradecimiento. No olvidamos a nuestras compañeras y compañeros fallecidos. Nuestro agradecimiento será siempre poco para todo lo que ellos han dado. En este sentido, el primer aprendizaje ha sido conocer de primera mano cómo la abnegación de los profesionales de la salud ha sacado adelante el sistema sanitario; trabajen donde trabajen: centros sanitarios grandes, pequeños, primaria, hospitalaria, centros públicos, privados, concertados, centros socio-sanitarios, etc. Esperamos que los aplausos de las 20h se conviertan en un agradecimiento constante y se cuide su labor.
El decreto de estado de alarma regulaba la incorporación de estudiantes de último curso de enfermería y medicina como “auxilio sanitario” para dar respuesta a la crisis sanitaria. Pocas semanas después de suspender sus prácticas clínicas, los estudiantes de 4º curso fueron requeridos por los hospitales para incorporarse al sistema sanitario. La gran demanda sanitaria hizo que tuvieran que trabajar en todos los recursos asistenciales (unidades hospitalarias, UIC, urgencias, hospitales de campaña, hoteles medicalizados y centros socio-sanitarios). Aunque los estudiantes contaban con la tutela de una enfermera titulada, la presión asistencial les llevó a trabajar como una enfermera más de la unidad asistencial. Un acierto: observar la gran preparación humana y profesional de nuestros estudiantes, así como su capacidad y resolución. Nuestros estudiantes son enfermeras y enfermeros comprometidos con la necesidad, con la sociedad y con la profesión.
"Nuestros estudiantes son enfermeras y enfermeros comprometidos con la necesidad, con la sociedad y con la profesión"
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¿Otro gran error? La falta de coordinación entre el sistema sanitario y las universidades para coordinar la incorporación de los estudiantes, así como la selección de los puestos y lugares a cubrir. Las universidades no pudimos contribuir en la selección de estudiantes y puestos hospitalarios a cubrir. Tampoco se preparó el apoyo emocional que nuestros estudiantes iban a necesitar durante la grave crisis. Los estudiantes se enfrentaron a una situación extraordinaria con grave mortalidad, para la cual nadie estaba preparado: mucho menos los estudiantes. ¿Un gran acierto? El de las universidades, que fueron las que salieron a dar apoyo a sus estudiantes, a acompañarlos en esta grave situación, a darles confort emocional y ayudarles a racionalizar la situación vivida.
Otro gran acierto,
el de los profesores de enfermería. Muchos se incorporaron al sistema sanitario, otros actuaron de forma voluntaria, y todos dieron apoyo a los estudiantes que tanto lo necesitaban. Desde aquí queremos darles las gracias a los estudiantes y profesores de enfermería que han estado dando soporte al sistema sanitario durante esta crisis. Muchas gracias a todos ellos. Su capacidad de adaptar planes de estudio, de buscar soluciones, adaptarse a la docencia virtual de un día para otro, etc., otro gran acierto. Han logrado garantizar que la promoción 19/20 de graduadas/os en enfermería esté disponible para ejercer durante este verano.
¿Otro error? Esta crisis ha puesto también de manifiesto la lamentable situación en la que se encuentra el ámbito socio-sanitario y residencias geriátricas. Todos conocíamos lo poco reconocido profesionalmente que está el ámbito socio-sanitario, pero la pandemia aun lo ha hecho más evidente. Se requiere invertir recursos para atender este nivel asistencial en nuestro sistema sanitario. La alta esperanza de vida de nuestro país supone que este ámbito todavía necesitará más recursos. Tenemos una responsabilidad con nuestros mayores para atenderlos bien hasta el final. Enfermería en este campo puede hacer una gran labor, no obstante, se tiene que reconocer en todos los sentidos, económica y socialmente, así como dotarles de los recursos necesarios.
Enfermería ha sido fundamental en esta crisis sanitaria. Enfermería no sólo ha sido pieza clave en la atención de las personas, sino también en el diseño de las medidas de aislamiento, el seguimiento de pacientes en su domicilio y el seguimiento y control de indicadores. Se han adaptado perfectamente a los protocolos cambiantes, con flexibilidad, autonomía, etc. Por todo ello, y por la visión de conjunto que tienen las enfermeras tanto del paciente, familia, tratamiento, así como de procedimientos y procesos organizativos, las enfermeras son cruciales para las decisiones estratégicas. Obviarlas en la toma de decisiones es perder información, es reducir la mirada y por lo tanto disminuir la calidad de la atención, sería tener una visión sesgada y reduccionista de la atención sanitaria. Por lo tanto, ha sido un error no ponerlas en los lugares de toma de decisión organizativa de la crisis sanitaria.
La falta de previsión de pandemias de este tipo en nuestro país ha sido otro gran error. Todos conocemos los brotes previos en China con el SARS del 2003, el MERS en Oriente Medio en 2015, el ébola en 2018, etc. Sin embargo, vivíamos como si esto nunca fuera a pasar a pesar de todas las experiencias previas. Esto ha sido otro desacierto. Vivimos en un mundo global, por lo que necesitamos políticas de salud pública integradas, que prevean todas las situaciones posibles y donde no prevalezcan las fronteras o banderas.
Ante una crisis similar futura, ¿qué medidas deberían adoptarse en cuanto a recursos humanos y materiales en la universidad?
"La universidad ha aportado material sanitario, investigadores, profesionales de la salud y estudiantes de último curso para la atención de la crisis sanitaria"
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Las universidades han demostrado estar al lado de los estudiantes. Se han adaptado a la docencia no presencial de un día para otro. Cuando recibimos el requerimiento del Ministerio de poner a disposición de Sanidad todo el material sanitario que teníamos, todas las universidades respondieron muy rápidamente.
También muchos estudiantes de enfermería se pusieron a disposición del sistema sanitario. Sin embargo, faltó coordinación. Ojalá hubiéramos podido intervenir para coordinar la asignación de los estudiantes de acuerdo con sus últimas rotaciones de prácticas. Esto hubiera facilitado mucho su labor y hubiera sido mucho más eficaz su trabajo.
Los equipos de investigación de la universidad española también se pusieron a disposición de la pandemia sanitaria. No obstante, la investigación sin recursos o con pocos recursos es una utopía. El sistema universitario español cuenta con investigadores de primer nivel; competitivos a nivel internacional. ¿Hubieran podido hacer más? No si contaban con los mismos recursos. Se necesita una inversión en I + D para lograr mejores resultados.
Otra medida necesaria sería el diagnóstico epidemiológico; conocer qué personas son covid-19 positivo es fundamental para poder controlar el brote y a la vez poder mantener la actividad docente en nuestro caso.
¿Qué podría aportar su organización que no haya podido aportar en la crisis actual?
La universidad ha aportado material sanitario, investigadores, profesionales de la salud y estudiantes de último curso para la atención de la crisis sanitaria. La necesidad de formar a enfermeras ha sido fundamental en esta crisis. Aquí la universidad está preparada para formar estos perfiles profesionales.
Asimismo, un aspecto que se ha puesto en valor durante esta crisis ha sido la práctica colaborativa entre los diferentes perfiles profesionales en salud. Formar en educación interprofesional es fundamental para mejorar el trabajo en equipo, la comunicación interprofesional e interpersonal, así como conocer y reconocer el rol de cada perfil profesional, compartir valores y creencias y poner al paciente y familia en el centro de su misión. En este aspecto las universidades podemos/debemos ser motor de cambio.
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