La
adjudicación de plazas EIR 2025 se vio interrumpida este lunes por un
apagón eléctrico en Madrid que afectó, entre otros servicios, a la plataforma informática del
Ministerio de Sanidad. El fallo, que coincidió con el turno vespertino de elección,
obligó a decenas de aspirantes a suspender el proceso y esperar una nueva fecha para poder optar a su plaza de formación sanitaria especializada. Sin explicaciones inmediatas por parte de la Administración, muchos vivieron la situación entre el miedo y la impotencia.
“Todo iba con normalidad hasta que adjudicaron el número 2000. Justo después, se cayó todo”, explica Gerard, enfermero catalán que aspiraba a una plaza en
Enfermería Familiar y Comunitaria. Estaba siguiendo la elección online mientras se desplazaba con su pareja hacia el Ministerio. Cuando llegó, la escena era desoladora:
“Solo encontramos un cartel que anunciaba que se aplazaba la adjudicación al día siguiente a las 8:45. No había nadie del Ministerio para explicarnos nada. Nos quedamos todos allí, sin saber qué hacer”.
"El colofón de una pesadilla"
Natural de Barcelona, Gerard tuvo que improvisar su estancia en Madrid. “
Por suerte, mi pareja tiene familia aquí y me pude quedar. En el trabajo también me las apañé como pude para reorganizarme”, señala. Aun así, la experiencia no fue fácil. “Después de tantos meses de espera, de vivir todo el proceso del EIR con la tensión que conlleva, que llegue este momento y pase esto... te rompe por dentro.
Fue como el colofón de una pesadilla que solo queríamos que terminara”.
Si el testimonio de Gerard habla de frustración, el de Alba Lago, como su compañero
estudiante de la academia PlanEIR-metrodora, añade una dosis de angustia personal y caos urbano.
Enfermera gallega, Alba había viajado hasta Madrid para participar presencialmente en la adjudicación. “
A mí me pilló el apagón dentro del metro, sin saber qué pasaba ni por qué no avanzábamos. Cuando llegó la Policía para evacuarnos, temí lo peor”, recuerda. Al salir a la superficie, se encontró una ciudad colapsada: semáforos apagados, tráfico paralizado y sin apenas información. “Yo no conocía Madrid, no sabía cómo llegar al Ministerio. Me sentí completamente perdida”.
"Solo me salía llorar"
Alba intentó avanzar como pudo.
“Cogí un bus hasta Atocha, mientras lloraba de impotencia porque no entendía qué pasaba y pensaba que no llegaba. Por suerte, un señor muy amable me fue indicando cómo llegar caminando al Ministerio”. Cuando por fin lo logró, la noticia fue un mazazo: la adjudicación se había aplazado. “Solo me salía llorar. Había venido desde tan lejos, había pedido el día en el trabajo y no tenía forma de volver a Galicia. Lo peor fue no saber cómo volver al piso donde me alojaba. Mi familia llevaba todo el día sin saber nada de mí”.
Como Gerard, Alba se quedó en Madrid esperando que el proceso se reanudara al día siguiente. “Fue una experiencia muy mala. Llevamos tres meses viviendo con incertidumbre, pendientes de una decisión que marca nuestro futuro, y justo cuando va a resolverse pasa esto...
Sientes hasta que es culpa tuya, como si fueras gafe”.
Más allá de las dificultades logísticas, ambos coinciden en señalar l
a falta de comunicación oficial como uno de los aspectos más graves del incidente. “No había nadie que diera explicaciones. Solo un papel pegado y el silencio del Ministerio”, lamenta Gerard. Alba añade: “Estamos hablando de un proceso oficial, que afecta a la vida de cientos de personas. El mínimo respeto sería informar con claridad y a tiempo”.
Adjudicación reprogramada
Desde el Ministerio de Sanidad se
reprogramó la adjudicación para dos días después,
miércoles 30 de abril, a las 8:45 de la mañana. Hasta el momento, no se ha ofrecido una explicación detallada de lo sucedido, ni tampoco se ha valorado la posibilidad de que los afectados puedan repetir su elección si consideran que no han podido ejercer su derecho en igualdad de condiciones.
Mientras tanto, Gerard y Alba esperan. “Yo confío en que aún pueda conseguir mi plaza.
En Cataluña suelen acabar más tarde las plazas de Familiar y Comunitaria, así que tengo algo de esperanza”, afirma él. Alba, por su parte, se queda estos días con sus amigos en Madrid, con los nervios a flor de piel:
“Solo espero que mañana podamos llorar, pero de alegría. Que no tengamos que vivir otro día como el de ayer”.
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