Amalia Serrano, responsable de la Unidad de Inmunoalergia Cutánea del Hospital Universitario Virgen Macarena.
La
dermatitis atópica es una
enfermedad inflamatoria crónica de la piel cuya principal característica es la picazón, o prurito, que es como se denomina en términos médicos. Esta comezón provoca alteraciones en la cotidianidad, “es muy habitual la dificultad para conciliar el sueño, lo que deteriora la actividad diaria de quienes la padecen”, advierte
Amalia Serrano, responsable de la Unidad de Inmunoalergia Cutánea del
Hospital Universitario Virgen Macarena.
Hoy en día la ciencia se encuentra en un momento álgido en cuanto al
tratamiento de la dermatitis atópica. “Gracias al descubrimiento de dianas que intervienen en la respuesta inmunoalterada que provoca la dermatitis atópica, se están aplicando nuevos tratamientos basados en la
inmunoterapia con unos excelentes resultados”, revela la facultativa. El Servicio de Dermatología del centro hospitalario es participe de este avance y colabora actualmente en
tres ensayos clínicos que ahondan en esta línea.
Al margen de estos innovadores tratamientos, están los tradicionales
corticoides tópicos o cremas, y la convencional terapia sistémica vía oral, basada en
inmunosupresores.
Las alteraciones genéticas afectan en la dermatitis
En el Hospital Universitario Virgen Macarena se tratan cada año unos
200 pacientes con esta patología cutánea que afecta más en la niñez que en la edad adulta. A esta consulta especializada llegan aquellas personas en los que la enfermedad les ocupa una
extensión corporal superior al
10 por ciento y tiene una importante incidencia en su calidad de vida. En algunos casos, las lesiones que provoca la dermatitis atópica se sobre- infectan siendo puerta de entrada para otras enfermedades víricas y bacterianas.
Una vez cronificada la enfermedad da lugar a la liquenificación de la piel, un fenómeno que vuelve el
tejido cutáneo similar a la piel de un elefante. “Las alteraciones genéticas y los microbios y agentes externos actúan conjuntamente e influyen tanto en la alteración inmunológica como en la alteración de la barrera cutánea. El ciclo picor-rascado perpetua las lesiones y las cronifica”, añade la doctora Serrano. Por suerte a día de hoy la investigación biológica está ofreciendo alternativas efectivas para su contención.
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