Cristina Serrano, dermatóloga y coordinadora del grupo de Tricología de la Sección Andaluza de la AEDV.
La sociedad cada vez le concede más importancia a la
imagen corporal y, asociada a esta, se encuentra el
pelo. En los últimos años se ha disparado la cifra de personas que deciden hacerse
implantes capilares en Turquía. ¿El por qué? "Los
precios", señala la dermatóloga
Cristina Serrano. Sin embargo, los precios tan bajos "hace dudar de si son
profesionales realmente cualificados los que realizan esta operación", advierte.
El tratamiento quirúrgico que se ofrece en Turquía es el
trasplante de pelo, sin embargo, este sería el último paso del proceso. Antes,
"hay que realizar un diagnóstico y lo debe hacer un
dermatólogo y no un técnico del pelo", explica Serrano.
La dermatóloga da especial importancia al primer paso del proceso: el diagnóstico
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Después del diagnóstico, "se intentaría un tratamiento médico y, más tarde, un
tratamiento quirúrgico adyuvante para intentar tener más pelo", cuenta la dermatóloga, para quien la parte más importante de este proceso es, sin duda, el
diagnóstico.
Serrano ha explicado a
Redacción Médica que los dermatólogos españoles "estamos viendo muchas
complicaciones con implantes capilares procedentes de Turquía". Hay que tener en cuenta que el
seguimiento postoperatorio se realiza a distancia por lo que si surge una complicación, son los
especialistas españoles quienes se hacen cargo del mismo.
Por esta razón, el
consejo de Cristina Serrano es que los pacientes interesados "pregunten primero en la
Academia Española de Dermatología y Venerología porque podemos aconsejar sobre dónde, quién y cómo hacerlo de manera segura". Al final, se trata de una cirugía y no deja de tener complicaciones.
"Nuestro consejo es que
se haga el tratamiento en España y hacerlo en manos de profesionales que sepan hacerlo y que puedan resolver las posibles complicaciones", dice
No interesa competir
Para esta dermatóloga, "el competir en precios no interesa". Y es que Turquía ofrece
vuelos, hotel y operación por unos 2.500 euros, una cifra que en España asciende hasta los 6.000, aproximadamente. "Nosotros no podemos hacer eso aquí". Además, también existen diferencias en control y legislación sanitaria.
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