Pablo Ortiz Romero, jefe de Servicio de Dermatología en el Hospital 12 de Octubre.
El
auge de casos de sarna o escabiosis que se registró tras finalizar la fase más estricta del confinamiento domiciliario no ha cesado desde entonces y en las consultas de Dermatología de los hospitales españoles siguen registrando una
frecuencia de casos mayor a los niveles prepandemia. Tras este ‘mantenimiento’ de mayor incidencia, según apuntan algunos dermatólogos, se esconde una
sospecha de farmacoresistencia a los tratamientos tradicionales observada recientemente y una posible
reinfección.
“Estamos viendo
más casos de sarna que antes de la pandemia. Desde la salida del confinamiento ha sido un auge continuo, dejamos de ver piojos, pero empezamos a ver
muchos casos de sarna”, detalla Pablo Ortiz Romero, catedrático de Dermatología y jefe de Servicio de Dermatología en el Hospital 12 de Octubre.
Inicialmente, el aumento de casos de sarna se debía principalmente al
boom del contacto físico tras su asuencia durante el aislamiento domiciliario. “Una sensación que hemos tenido todos es que mucha gente tuvo necesidad de contacto físico,
la sarna se contagia piel a piel y gran parte de los contagios vino por eso”, detalla Ortiz.
Además, el dermatólogo recuerda que la sarna
se contagia especialmente por la noche. “Si saludas a un amigo con la mano por la noche, te la puede pasar. No se transmite exclusivamente por las relaciones sexuales”, explica el especialista, quien detalla que en ese momento del contacto piel con piel el individuo se puede contagiar, pero luego vive un proceso de diseminación de aproximadamente un mes hasta que se manifiestan los picores.
Una farmacorresistencia inesperada
Casi dos años después del final del confinamiento, el aumento de casos permanece: “No hay un registro de casos de sarna para poder decir un dato detallado, pero la sensación que tenemos los dermatólogos de consultas hospitalarias es que vemos más casos”, asegura Ortiz.
Entre esta sensación generalizada también ha crecido una sospecha de ineficacia de los tratamientos. “Estamos viendo casos que son
multirresistentes al tratamiento cuando antes no nos daban resistencia alguna. No sabemos si es porque
no hacen bien el tratamiento o es que se están reinfectando. Puedes decir que no tienes contacto con nadie, pero tienes contacto físico con algún familiar o amigo que te reinfecta”, detalla el dermatólogo.
Ortiz considera que a pesar de las “sospechas” de que hay resistencia a los tratamientos, desde el Sistema Nacional de Salud existen las herramientas necesarias para combatir la sarna. Sin embargo, los médicos están
yendo por “detrás” de la epidemia: “A pesar de poner el tratamiento no eres capaz de controlarlo. Por ejemplo, si el joven de la familia tiene una pareja estable no hay problema, pero si tiene parejas ocasionales es imposible controlarlo. No todos los pacientes se toman en serio la notificación de casos”.
A raíz de este escenario, desde Dermatología han transmitido a
Medicina de Familia la alta prevalencia de casos para que estén
pendientes de cualquier sintomatología afín. “Si un paciente les dice que le pica, no van a pensar que sea un encema, sino que buscarán otras causa de picores que no son las más frecuentes en situaciones normales”, explica Ortiz, quien está “convencido” que el auge de casos se va a solucionar pronto.
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