Fotografía del Hospital Insular de Gran Canaria.
Un médico del
Servicio de Urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria se enfrenta a una
condena de tres años de cárcel por la muerte de un joven de 19 años. El especialista dio el alta al enfermo tras practicarle dos lavados de estómago y dos endoscopias para tratar una
intoxicación por la ingesta accidental de un pesticida venenoso que el paciente confundió con un refresco.
Según ha informado este domingo Teldeactualidad, la Fiscalía de las Palmas ha acusado a este facultativo de un
delito de homicidio imprudente por infringir “la más elemental diligencia profesional”, que exigía el ingreso hospitalario para el
control y la vigilancia terapéutica y la administración de sustancias para reducir la absorción del tóxico.
Los hechos ocurrieron en
febrero de 2014 cuando el paciente llegó al mismo hospital en ambulancia (antes pasó por el Centro de Salud de El Caldero en Telde) tras
haber bebido por error de una botella que había sido rellenada con un herbicidad de alta toxicidad que se utiliza en agricultura y que es de gran riesgo para el ser humano.
Se solicita una pena de tres años de prisión y la inhabilitación para el desempeño de cualquier profesión sanitaria
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El médico, ahora acusado, le aplicó una sonda, llevó a cabo una endoscopia y un lavado de estómago del que se extrajo “un contenido amarillento”. La Fiscalía ha manifestado que los familiares del fallecido solicitaron que se analizara el contenido de la botella para conocer de qué sustancia se trataba. De hecho, los parientes se movilizaron para portar al hospital las garrafas originales del producto que el joven bebió.
Pese haber realizado las pruebas anteriormente enumeradas, el facultativo decidió dar el alta al paciente, a quién
se le diagnosticó una intoxicación por herbicida y una gastritis leve y se le recetó un protector gástrico. Al día siguiente de los hechos, el joven volvío a Urgencias pero, en este caso, al ambulatorio de San Gregorio. Allí la médica recomendó que los familiares lo mantuvieran en observación y que, en caso de que no mejorase, volviesen a las Urgencias del hospital.
El joven comenzó a tener problemas de visión y empezó a “decir cosas totalmente incoherentes, como si se lo hubiese ido la cabeza”. Aunque en el hospital conocían el motivo por el que el paciente había estado allí la noche anterior, tuvo que esperar más de media hora para ser atendido. Ya en la madrugada fue ingresado en la Unidad de Medicina Intensiva, donde
falleció horas más tarde como consecuencia de un fallo multiorgánico.
El escrito de acusación de la Fiscalía ha subrayado que se debía de haber requerido de un
tratamiento urgente y un ingreso hospitalario para haber controlado al paciente y suministrarle sustancias que hubiesen disminuído la absorción del producto tóxico. Por ello, el Ministerio Público ha remarcado que el médico acusado no ordenó ninguna de estas actuaciones y que, sin embargo, le dio el alta hospitalaria “sin haberse producido la eliminación terapéutica del tóxico”.
En definitiva, se le considera autor de un delito de homicidio por imprudencia,
tipificado en el artículo 142.1 del Código Penal, y se solicita la apertura de juicio oral y una pena de tres años de prisión y la inhabilitación para el desempeño de cualquier profesión sanitaria en clínicas o consultorios públicos o privados.
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