El presidente de la Unión Iberoamericana de Colegios de Abogados considera que “su regulación no es fácil”



17 may. 2013 13:12H
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Ricardo Martínez Platel / Pablo Eguizábal. Madrid
El presidente de la Unión Iberoamericana de Colegios de Abogados, Luis Martí Mingarro, ha analizado en una entrevista concedida a Redacción Médica algunos de los temas más candentes que rodean al Derecho Sanitario. Uno de ellos es la objeción de conciencia, sobre la que considera que existe un choque de ideologías, que en ocasiones impide ver que “es un último reducto de la libertad y de la propia estima”.

Luis Martí cree que no es necesaria una regulación específica sobre objeción de conciencia.

¿Cómo valora la evolución del Derecho Sanitario en los últimos años?
Es una evolución muy positiva. El estudio del Derecho como parámetro de todas las conductas que confluyen en el mundo sanitario estaba huérfano de orden y de disciplina jurídica y ahora los tiene. Ha sido muy importante la labor realizada por la Asociación Española de Derecho Sanitario. Hay que reconocer el trabajo que ha realizado Ricardo De Lorenzo que ha liderado la puesta al día del Derecho Sanitario.

Otro de los asuntos que parece estar siempre de actualidad es la objeción de conciencia, ¿considera que es necesaria una ley que la regule específicamente?
El respeto a la libertad de todos incluye la libertad del profesional. Hay un núcleo del ejercicio de la lex artis en el que tiene que tener el dominio de su voluntad. Su regulación no es fácil. Debería haber un mayor respeto colectivo sin necesidad de ley. Alrededor de la objeción de conciencia observo un choque de ideologías, que están a favor de quién quiere y cómo quiere utilizarla. La objeción de conciencia es un último reducto de la libertad, de la propia estima, y esa se debe dejar al arbitrio de cada quien.

¿Ha cambiado el motivo de las reclamaciones a los profesionales sanitarios?
Todo ha evolucionado. La gente ahora siente más sus derechos.  Antes un quebrantamiento de la salud dejaba al paciente y a su familia en una situación de angustia y perplejidad. Ahora la protección de la salud es un valor constitucional y se percibe, lo que obliga mucho más al mundo sanitario a hacerlo mejor y ser más autoexigente. Se ha reforzado la tutela de los derechos del paciente partiendo de una mejor información que ha llevado a una situación de mayor equilibrio entre las partes.  El paciente ya no es alguien que llega pasivamente a ponerse en manos de la Medicina, sino que es muy consciente de sus derechos.

¿Siguen creciendo o se han estabilizado?
Los datos revelan que hubo un momento de crecimiento, pero en este momento puede estar en una situación estabilizada o con crecimientos vegetativos.

¿Hay un deterioro de la relación médico-paciente?
La masificación implica por definición un riesgo de deterioro de la calidad. Los profesionales sanitarios tienen que hacer un gran esfuerzo para que atendiendo al número de enfermos que tratan se mantengan los parámetros de calidad en sus prestaciones. El paciente más exigente no siempre tiene sentido de la medida y muchas veces olvida que las prestaciones sanitarias no siempre aseguran resultados. Solo garantizan atención y dedicación.

El presidente de la Unión Iberoamericana de Colegios de Abogados aborda la medicina defensiva.

¿Las denuncias llevan a los profesionales a practicar una “medicina defensiva”?
Es natural. Los médicos tienen que proteger su independencia y para actuar bien en cada momento, necesitan saber que no van a ser perturbados por reclamaciones, en ocasiones por causas irrelevantes o injustificadas. Su independencia está amenazada por la estructura jerárquica del sistema y la exigencia enorme de cada caso. Defenderse del paciente es algo que no habría que pensar hace unos años, pero hay que entender que de lo que se cubre es de la situación de angustia  y la percepción social que se crea alrededor de la enfermedad.

¿La mediación puede ser una alternativa?
No estoy muy convencido de que vayamos camino del éxito. Soy partidario, pero con el realismo que me da la experiencia creo que los poderes públicos no han puesto mucho de su parte en que la materia de la sanidad tenga un ámbito para la mediación y para el arbitraje. Esto son tradiciones jurídicas. En Occidente los poderes públicos no se someten a arbitraje. Se está corrigiendo muy despacio y sin resultados.

¿Qué le parece la nueva ley de tasas?
Que la justicia necesita remiendos es evidente. Ha generado mucha convulsión porque la prudencia y la moderación son criterios que no sé si han estado en toda esta ley de tasas.  Recuerdo haber ejercido durante un largo tiempo de mi carrera profesional con tasas. Por un lado, tiene que ser un medio para ayudar a la financiación de la Justicia. Tiene un efecto de desalentar la litigación temeraria, pero no puede ser un portillo para evitar que la gente acceda a la Justicia. Son criterios que deben armonizarse y no autodestruirse.

¿Considera que al encaminar más casos al ámbito penal puede suponer que el profesional padezca más la pena de banquillo?
Lamentablemente la deriva hacia el reproche penal de los episodios de fracaso de la Medicina ha sido artificiosa. Con o sin tasas. Los pacientes sacuden el aparato de Justicia de manera más inmediata. Con un pleito civil poco se sacude. Este sería el camino adecuado, pero a menudo se usa la vía penal como elemento de provocación para conseguir cierta agitación. No estoy convencido de que las tasas vayan a reconducir estas tendencias.

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