22 ene. 2014 16:05H
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Redacción. Madrid
El neuroyoga “es el complemento perfecto para una completa rehabilitación neurológica”, según ha asegurado Ainhoa Alonso, profesora de neuroyoga y neuropilates del Instituto de Rehabilitación Neurológica NeuroMadrid. Así, ha señalado que esta disciplina consigue que el paciente alcance “pequeños objetivos, lo que le estimula, activa y aumenta sin duda alguna, su autoestima. La persona va asumiendo pequeños cambios que modifican su cuerpo y su mente de forma positiva, tras un periodo de trabajo constante de tonificación muscular y de motivación, consiguiendo mejoría en su calidad de vida”.
Alonso ha explicado, además, que el neuroyoga se aleja de “posturas imposibles o contorsionismo” y que en NeuroMadrid se han adaptado de forma específica los ejercicios para este tipo de pacientes. Así, son muy diversas las necesidades que pueden presentar las personas que acuden al Instituto y que se pueden beneficiar de la práctica del neuroyoga, como por ejemplo afectación de su estabilidad, de sus movimientos a nivel articular o muscular, de la coordinación o la flexibilidad, con diferentes estados de rigidez. Otras personas “aquejan un estado tensional importante por estrés y ansiedad, lo que se traduce en graves molestias, como migrañas, cefaleas y trastornos del sueño, entre otras patologías”.
“Cada persona tiene unas necesidades por sus condiciones de salud y por ello las sesiones se adaptan de manera individualizada. Estudiamos previamente cada patología y definimos en qué incidir. Los pacientes pueden necesitar que se preste más atención sobre la realización de movimientos de flexión y extensión vertebral, el movimiento articular, la tonificación muscular,la estimulación del Sistema Nervioso Central y/o Periférico, sobre técnicas respiratorias o en las de atención plena y relajación. La constancia y el esfuerzo, semana a semana, redundan en la mejora de la salud global del individuo”, ha concluido Alonso. Y es que, todos los movimientos que se llevan a cabo se adaptan siempre a las posibilidades de cada paciente y nunca se le fuerza a realizar una postura determinada. En este sentido, hay que recordar que “el yoga incide en tener buenos hábitos, en el control de la respiración, en técnicas de relajación y meditación para trabajar la atención mental plena y en rebajar los niveles tensionales y emocionales que muchas veces juegan papeles muy duros en nuestra mente incontrolada”.
Según Alonso, la experiencia “es muy positiva” para los pacientes que lo practican. Además, ha explicado que muchos de ellos lo han incorporado como una forma de mantenimiento posterior “de los logros alcanzados en la rehabilitación neurológica”. “Son sesiones clínicas muy agradables que finalizan con una relajación, por lo que las personas se quedan con cierta sensación de calma y sosiego, una mezcla de sedación y placer serenos”, ha argumentado Alonso, que considera que el trabajo constante, a medio plazo, provoca que los niveles de estrés, angustia o ansiedad asociados a la enfermedad se reduzcan notablemente. Además, aporta una evolución positiva a nivel motor, de tonificación, de agilidad, coordinación y equilibrio. “Las clases van evolucionando al compás que evoluciona el paciente. Siempre hay cosas nuevas que aprender y aplicar”, ha concluido.
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