Ander Regueiro.
Uno de cada 10
infartos diagnosticados resultan ser un
falso positivo. El
sexo femenino y los
antecedentes de infarto agudo de miocardio previo son factores que favorecen este tipo de diagnósticos. Ésta es una de las
principales conclusiones de un estudio publicado en el último número de
Revista Española de Cardiología (REC), cuyo objetivo ha sido determinar la prevalencia de las actividades inapropiadas de una
red de asistencia al infarto y los diagnósticos falsos positivos, así como su influencia en los resultados clínicos.
El objetivo de las redes de atención al infarto es
tratar a la mayor cantidad de pacientes en el
menor tiempo posible. Para conseguir esto, el diagnóstico tiene que ser
precoz y ha de ser realizado por un
profesional de la salud. Esta premura, aunque los pacientes siempre están en manos de expertos en su atención y en el análisis de electrocardiogramas, puede acarrear activaciones inapropiadas de la red e imprecisiones diagnósticas (falsos positivos).
"La edad avanzada, la presencia de infarto previo y las complicaciones iniciales causaron la activación inapropiada"
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Las activaciones inapropiadas son aquellas en las que se activa la red de atención al infarto porque se piensa que el paciente está sufriendo este evento cardiovascular aunque no cumpla con los criterios médicos establecidos. En el citado estudio, basado en datos obtenidos de pacientes tratados en la
red Codi Infart de Cataluña entre enero y diciembre de 2011, las activaciones inapropiadas fueron del 12,2 por ciento. “La
edad avanzada, la
presencia de infarto previo y las
complicaciones iniciales causaron la activación inapropiada del código infarto”, explica
Ander Regueiro, primer firmante del estudio y miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Del total de activaciones apropiadas (87,8 por ciento), una de cada diez resultó ser un falso positivo, es decir, el
diagnóstico final del paciente fue otro distinto al de infarto, aunque en el primer contacto médico cumplía con los criterios establecidos para la activación de la red y la realización de
cateterismo, método diagnóstico que acaba por confirmar o descartar la presencia del infarto.
No todos reciben la implantación de un stent
Tal y como explica Regueiro, “no todos los pacientes con un diagnóstico falso positivo por infarto acaban recibiendo la
implantación de un stent”. Es decir, los pacientes no reciben tratamientos equivocados. Las consecuencias de los falsos positivos tienen que ver con las
complicaciones que conlleva el
cateterismo.
“La gran mayoría de los pacientes sobre los que se ha activado el código infarto se someten a un cateterismo, prueba diagnóstica invasiva que, como cualquier otra, puede conllevar dificultades”, detalla el especialista. En el caso de pacientes con infarto, pueden presentar complicaciones como la
insuficiencia renal o la
embolia, “aunque esto ocurre sólo en menos del 1 por ciento de los casos”.
Una red de asistencia al infarto siempre va a tener falsos positivos. “Es
imposible que desaparezcan porque hasta que no se realiza el cateterismo no se puede confirmar el diagnóstico. Es por esto que los esfuerzos de mejora de las redes de asistencia al infarto deben centrarse en la disminución de las activaciones inapropiadas”, concluye Regueiro.
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