Bruno García del Blanco y Raúl Moreno.
La
estenosis aórtica es la enfermedad valvular más prevalente, sobre todo en personas de edad avanzada. Se estima que afecta a, aproximadamente, un 5 por ciento de las personas
mayores de 75 años. La
prótesis aórtica por vía percutánea (
TAVI) es la única válvula que a día de hoy se puede implantar en aquellos pacientes que, por diversas circunstancias, no pueden ser operados a corazón abierto. Y lo hace, según los expertos, con buenos resultados y un propósito claro
: alargar años de vida a personas que, sin ella, fallecerían.
“Consiste en introducir, a través de
catéteres (habitualmente por la
arteria femoral) una válvula aórtica protésica, que se implanta dentro de la válvula aórtica nativa cuando ésta no funciona correctamente. De esta forma, se consigue tratar la estenosis de la válvula aórtica nativa
sin necesidad de llevar a cabo una
intervención quirúrgica abierta” de una forma igual de eficaz pero menos agresiva”, explica
Raúl Moreno, jefe de Sección de Hemodinámica del Hospital Universitario de La Paz.
Actualmente, muchos de los pacientes con estenosis aórtica no están diagnosticados. Pero, de los que sí lo están, hay una tercera parte que no llega a operarse nunca.
“Cuando ya existen síntomas, es una enfermedad
muy grave, con una
supervivencia inferior a 2 años. Y, cuando ya produce disnea, la supervivencia si no se trata es
inferior a un año. La implantación percutánea de una prótesis valvular aórtica permite
restaurar el
flujo de sangre desde el corazón al resto del organismo, y de esta forma tratar la enfermedad
, mejorar drásticamente el pronóstico y
desaparecer los síntomas asociados”, asegura Moreno.
Una terapia coste-eficaz
Otra de las características de esta terapia es su
alto coste. “A pesar de que la estancia hospitalaria es menor con la implantación percutánea de prótesis valvulares aórticas, el coste del dispositivo es superior al de la cirugía abierta convencional, por lo que hasta hace poco en algunos centros la aplicación de esta terapia ha estado
relativamente restringida”, explica Moreno.
“No obstante, en la mayor parte de los centros, la administración es consciente del
claro beneficio clínico que aporta este tratamiento a los pacientes con estenosis aórtico, y se ha alineado con los
Servicios de Cardiología para que pueda aplicarse a los pacientes que lo necesitan”, añade el especialista del Hospital de La Paz.
"Sin esta técnica, los pacientes no solamente viven mal, sino que se mueren"
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Por su parte,
Bruno García del Blanco, jefe de la Unidad de Hemodinámica del Hospital Vall d'Hebron, también considera que, a pesar de su elevado precio, es una
alternativa coste-eficaz por lo que puede significar para los pacientes.
“No sólo
mejora la calidad de vida de estos, sino que la
alarga. Por eso la administración pública se ha visto obligada a
abrir el grifo, a pesar de ser una técnica cara. Se tiene que adoptar porque sin ella no solamente los pacientes viven mal, sino que se mueren. Y además
reingresan mucho en los hospitales y ocupan camas durante mucho tiempo”, afirma.
Una técnica que continúa creciendo
Tanto es así que, según explica el cardiólogo del Hospital Vall d’Hebron, sólo el año pasado
creció un 40 por ciento en el registro nacional español. En Francia superó el 50 por ciento de crecimiento.
“Más que expectativa, su crecimiento es una realidad.
Cada año se duplica. En los siguientes cinco años podríamos estar hablando de un crecimiento de entre un 10 y un 20 por ciento mínimo”, pronostica.
Para García del Blanco, el porcentaje de crecimiento de esta técnica –que lleva 10 años aplicándose en España– va a depender, en gran medida, de lo familiarizados que estén los
médicos generalistas con ella. “El médico de cabecera, cuando ve a un paciente de edad avanzada, a veces no considera que debe operarse. Y no sabe que existe una
alternativa que es
más segura a la operación, y que se puede realizar en pacientes de alto riesgo o inoperables”, explica.
Lo estudios que se han hecho en pacientes inoperables, que suelen tener unos
80-82 años, demuestran que, de media,
alarga entre dos y tres años de vida. Una buena razón, según los expertos, para que los médicos la conozcan y la administración la siga aplicando.
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