Imagen de unas de las pruebas del estudio.
La
actividad física en la primera infancia puede tener un impacto en la
salud cardiovascular más adelante en la vida, según una nueva investigación de la
Universidad de McMaster, para la que los científicos siguieron los niveles de actividad de cientos de niños en edad preescolar durante años.
Descubrieron que la actividad física en niños de tan solo tres años de edad
beneficia la salud de los vasos sanguíneos, la
capacidad cardiovascular y es clave para la
prevención de los indicadores de riesgo precoz que pueden conducir a enfermedades cardíacas en adultos.
El estudio, denominado
'Resultados de salud y actividad física en preescolares', publicado en la revista 'Pediatrics', es el primero en demostrar los beneficios de la actividad física en la salud de los vasos sanguíneos en preescolares.
"Muchos de nosotros tendemos a pensar que la enfermedad cardiovascular afecta la edad avanzada, pero
las arterias comienzan a endurecerse cuando somos muy jóvenes -advierte
Nicole Proudfoot, estudiante graduada del Departamento de Kinesiología de la Universidad de McMaster y autora principal del estudio-. Es importante comenzar temprano cualquier tipo de
medidas preventivas. Necesitamos garantizar que los niños pequeños tengan muchas oportunidades de
mantenerse activos para mantener sus corazones y vasos sanguíneos lo más saludables posible".
El experimento
Más de 400 niños entre las edades de tres y cinco años participaron en el estudio. En el transcurso de tres años, los investigadores midieron y analizaron los marcadores clave de la salud cardíaca:
la condición cardiovascular, la rigidez arterial y la presión arterial.
Los niños deben estar activos durante todo el día
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Los investigadores calcularon la aptitud cardiovascular midiendo cuánto tiempo podrían resistir los niños una prueba de esfuerzo y cómo de rápido se recuperaron sus ritmos cardíacos después del ejercicio. Midieron la rigidez arterial por la rapidez con que su pulso viajaba a través de su cuerpo y utilizaron imágenes de ultrasonido para medir
la rigidez de la arteria carótida. También midieron la
presión arterial.
Hicieron un seguimiento de la actividad física cada año haciendo que los niños usasen un
acelerómetro alrededor de su cintura durante una semana, lo que les permite a los investigadores determinar la cantidad e intensidad de su actividad cada día.
A más actividad mejor condición cardiovascular
Los investigadores determinaron que, aunque las arterias se vuelven rígidas con el tiempo, e
l proceso es más lento en los niños pequeños que han estado más activos. Esos niños también mostraron más
resistencia en la cinta de andar, lo que sugiere que tenían una
mejor condición cardiovascular y que
su ritmo cardíaco disminuía más rápido después del ejercicio. Si bien los resultados mostraron que la actividad física total tuvo efectos favorables en la salud cardiovascular, la actividad física más intensa fue más beneficiosa.
"Esta investigación sugiere que
la intensidad importa -explica Brian Timmons, profesor asociado en el Departamento de Pediatría de McMaster y la Cátedra de Investigación de Canadá en Salud Infantil y Medicina del Ejercicio, quien supervisó la investigación-. Los niños se benefician más del juego energético, lo que significa
quedarse sin aliento. Y cuanto más, mejor".
La actividad física no tiene que suceder una vez, sugiere, sino que
los niños deben estar activos durante todo el día. Los hallazgos fueron similares entre los niños y las niñas que participaron en el estudio, aunque los investigadores encontraron que
la actividad física tuvo una influencia positiva sobre la presión arterial solo en las niñas.
"Sabemos que la actividad física es clave para la salud cardiovascular, pero estos hallazgos apuntan a los efectos protectores que puede tener en una etapa muy temprana de la vida -precisa
Maureen MacDonald, decana de la Facultad de Ciencias de McMaster y co-investigadora del estudio-. En el futuro, esperamos examinar si estos efectos beneficiosos de la actividad física en los indicadores de salud del corazón en la primera infancia continúan en la infancia tardía y, finalmente, en la edad adulta".
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