Manuel Gómez, coordinador del registro Regalad de la Asociación de Insuficiencia Cardiaca de la SEC.
Más de
100 corazones bombean vida de forma artificial en Europa. Cuando este órgano vital falla, se recurre, en ocasiones a un
dispositivo artificial capaz de imitar sus funciones. Sin embargo, el alcance de este avance cardiológico todavía es limitado en el Sistema Nacional de Salud, dado que su
durabilidad no va más allá de uno o dos años y, por ende, no pueden considerarse como terapia definitiva como ocurre con las asistencias ventriculares.
Otro de los hándicaps que rodea a los
corazones artificiales tiene que ver con su dependencia de “unas
baterías externas que el paciente lleva en un bolsito o en una mochila a diario para dotar de energía a las bombas. Todavía no es como los marcapasos, que son totalmente implantables”, detalla
Manuel Gómez, coordinador del registro Regalad de la Asociación de
Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Por tanto, a lo que se aspira es a que estos órganos prefrabricados “tengan una fuente de alimentación interna o que puedan cargarse desde fuera
por inducción o por transferencia de energía a través de la piel”, ha explicado a
Redacción Médica.
De momento, la
sustitución de este órgano por uno artificial solo se realiza cuanto tanto el lazo derecho como el lado izquierdo están afectados. Esto hace que las cifras de
corazones mecánicos totales sean mucho más reducidas que los trasplantes y las asistencias ventriculares dispositivos que ayudan al corazón a bombear sangre-.
Asistencia ventricular como alternativa al trasplante
De hecho, en los últimos años, se ha instaurado un debate sobre si las
asistencias ventriculares de larga duración pueden llegar a ser una
alternativa al trasplante cardiaco. Inicialmente, estos tratamientos a la insuficiencia cardiaca avanzada daban
soporte como puente hasta que llegara el corazón que se utilizaría más tarde en el trasplante.
La mejora de dichos dispositivos ha hecho, sin embargo, que se instalen como tratamiento definitivo para la insuficiencia cardiaca, ya que "se puede vivir mucho tiempo con ellos, incluso años"."Ya se cuenta con un
seguimiento cercano a 10 años. Con la asistencia, hay un 65 por ciento de pacientes vivos a cinco años, haciendo vida prácticamente normal y con el trasplante se alcanzaría el 75 por ciento”.
"Hay un 65 por ciento de pacientes vivos a cinco años con asistencia ventricular."
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De hecho, Gómez confía en que, en poco tiempo, sean una "
alternativa real al trasplante”, aunque de momento “no se cuenta con
evidencia suficiente para comparar y decir que la asistencia es capaz de
competir al trasplante, sobre todo porque no hay ningún estudi que testee su potencial". Lo que sí se conoce es "que los resultados que logran los dos caminos se están pareciendo”, puntualiza. De hecho, dos tercios de las personas con asistencia son pacientes que
no son candidatos a una donación de órganos.
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