El director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), Valentín Fuster.
El ‘
colesterol malo’ o LDL (proteínas de baja densidad que transportan el colesterol en sangre y dan lugar, con el tiempo, a placas de ateroma) se postula como un
marcador biológico fiable del
síndrome metabólico, que está constituido por la tríada
diabetes,
hipertensión arterial y
obesidad según su definición médica clásica.
Más en concreto, su forma oxidada es la que un estudio ha asociado al desarrollo del síndrome. Su presencia en sangre, creciente con la edad, la
vida sedentaria y la exposición a ciertos
agentes ambientales, daría pie a las alteraciones metabólicas con independencia de otros factores que se relacionan con ellas como la
resistencia a la insulina o la
obesidad previa.
La investigación se publica en Diabetes y ha sido coordinada por Martín Laclaustra, investigador del centro de investigación biomédica en red de epidemiología y salud pública (Ciberesp) en la Universidad Autónoma de Madrid, y se ha realizado en colaboración con el
Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
El director de esta última institución,
Valentín Fuster, se erige como investigador principal del estudio, que lleva por título
Progression of Early Subclinical Atherosclerosis (PESA) y cuyos datos han sido utilizados para este proyecto.
Los autores de la investigación estudiaron a 3.987 adultos
sin diabetes incluidos en el estudio PESA y valoraron su nivel de estrés oxidativo midiendo partículas LDL oxidadas.
Los investigadores descubrieron que la
concentración de LDL oxidadas se asocia con los componentes del síndrome metabólico tanto en personas delgadas como obesas, e incluso en las que no tienen resistencia a la insulina y, por tanto, se encuentran en fases precoces de desarrollo del síndrome metabólico.
En los últimos años se ha identificado que el estrés oxidativo –una situación bioquímica capaz de dañar moléculas del organismo, ante todo proteínas, lípidos y el ADN– se relaciona con el desarrollo de
enfermedades crónicas como las cardiovasculares y el cáncer.
El estrés oxidativo aumenta con la edad y se produce al fumar, consumir ciertos tipos de dietas pobres en vitaminas, llevar una vida sedentaria y, en algunos casos, debido a exposiciones ambientales y predisposiciones individuales. Además, está
bastante elevado en las personas con exceso de peso.
¿Es el LDL el ‘eslabón’ entre obesidad, diabetes y síndrome metabólico?
Algunos investigadores consideran, por todo ello, que sería el
eslabón que vincula la obesidad con el desarrollo del síndrome metabólico. También, que el estrés oxidativo provoca resistencia a la insulina y que, de esta forma, él daría pie al síndrome metabólico.
En esta investigación se han estudiado todas las hipótesis. Utilizando técnicas estadísticas sofisticadas (análisis de mediación) se ha verificado que la oxidación de LDL media solo
de forma muy modesta en la cadena causal entre obesidad y síndrome metabólico, y que no es necesario que la presencia de LDL oxidada produzca resistencia a la insulina para que se asocie con los factores de riesgo del síndrome metabólico.
“Estos hallazgos tienen implicaciones para avanzar en la comprensión de cómo se produce el síndrome metabólico. Pero sobre todo muestran que l
a LDL oxidada es un marcador precoz de alteración metabólica. En el futuro, este marcador se utilizará en la práctica clínica para identificar a personas con elevado riesgo de enfermar en las que actuar pronto para evitar las consecuencias nocivas del síndrome metabólico”, ha explicado Martín Laclaustra.
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